Los alcaldes se divierten

La pasada semana se reunieron en Salamanca los alcaldes del Grupo de ciudades Patrimonio de la Humanidad. Este grupo o asociación se creó en 1993 entre otras cosas para, según sus propias declaraciones, dar respuesta a la gran responsabilidad que supone garantizar la protección y conservación de las ciudades declaradas por la UNESCO Patrimonio de la Humanidad cara a las generaciones futuras. Como declaración de principios nada que objetar. Todo lo contrario, hasta me parece bien.

Lo que ya no me parece tan bien, si me atengo a las conclusiones recogidas por los medios de comunicación después de cada una de las reuniones que han tenido en estos veinte años de existencia, es la filosofía que ha presidido cada uno de esos encuentros (filosofía que por otra parte es la que impera en la mayoría de nuestros representantes institucionales ante el patrimonio y las distinciones otorgadas por la UNESCO), y que no es otra que aquella que entiende el Patrimonio como un BIEN DE CONSUMO. De ahí que no sorprenda la campaña de desprestigio contra la participación ciudadana en la defensa del Patrimonio, suscrita por estos alcaldes en forma de documento en una de sus reuniones. Lógicamente hay que arremeter contra quienes entorpezcan o impidan algunos proyectos vendidos a los ciudadanos como indispensables para el progreso de las ciudades, cuando en realidad son auténticos atentados patrimoniales, como la UNESCO se ha encargado de recordarles a algunos de ellos en distintas ocasiones. Patético su proceder cuando hasta las leyes de Patrimonio reconoce la participación ciudadana como indispensable para la conservación del Patrimonio Histórico y Cultural.

Está muy bien que el Patrimonio sirva como reclamo turístico para la revitalización económica de las ciudades históricas, es más en estos tiempos de crisis hasta debería de ser cantera para nuevos empleos, lo que ya no está tan bien es que esa razón se convierta casi en la única razón, porque a la larga se ocasiona el efecto contrario. Si no existen unos planes de promoción turística responsables y sostenibles, que apuesten por la calidad y la coordinación de los diferentes agentes, que luchen contra la banalización, la estandarización y el tratamiento excesivamente comercial de los distintos componentes del patrimonio cultural, la degradación del Patrimonio y de las ciudades históricas será una realidad que no tendrá vuelta atrás: nos cargaremos a la gallina de los huevos de oro? ¡Ojito, por lo tanto, con tanta promoción turística, señores alcaldes!

Para que los ciudadanos tengan una visión más completa de este Grupo de alcaldes, no está de más recordar, que gozan de una suculenta financiación (pública), casi 900.000 euros para este año, a los que hay que sumarles el superávit acumulado 1'2 millones de euros. Como son dineros públicos, será cosa de enterarse pormenorizadamente de sus gastos.