El Corrillo (calle Meléndez) es un lugar para perderse a escuchare buena música en directo. Por allí pasan desde hace años, músicos de jazz, blues y demás mestizaje musical; los legionarios del Jazz nunca faltan, artistas que llevan esta música en vena. Cantautores melancólicos, sedantes, de exquisita ternura, como Fernando Maés también han estado allí estos días. El penúltimo día de octubre nos acercamos a ver a Mayol Novo Tango, liderado por Luis Mayol con el que nos une buenas conexiones musicales, además de sedimentos poéticos de media naranja.
Mayol tiene su lugar como músico en la banda Vargas Blues Band, es bajista y voz de esta formación veterana de rock y blues que cada dos por tres andan de gira por cualquier parte del mundo. Pero de cerca Luis es un tipo muy interesante como persona y un artista de capacidades versátiles, cantante, arreglista, compositor, la guitarra eléctrica no parece tener secretos para él. Pero ? ¡ay!- es argentino y ese sello lo lleva en el alma. Con sus bien afinados y compenetrados colegas, Raúl Díaz de Dios (acordeón), Manuel Torcatt (contrabajo) y Cristian Margui (percusión) se revuelca en el tango, en sus letras de pasión amorosa y nostalgia de barrio, y agarra los recovecos vocales de Gardel elevándolos a una nueva frescura, cuanto menos llamativa y original.
Buenos músicos, buenas canciones. Merece la pena verlo y sentirlo en locales pequeños de este tipo donde el carácter del artista desde un cercano escenario adquiere elementos de conexión emocional inolvidables. Cuestión ésta que se escapa en los grandes eventos donde rige más el griterío y la psicosis colectiva, asunto este que pone negro telón a las conexión de neuronas y complicidades entre artistas y escuchantes. Los grandes del flamenco derramaban pureza y esencia en las reuniones con diez amigos y partidarios. Pues eso, que el tamaño no importa.