De Guindos dice que en España "se está perdiendo el miedo a perder el empleo". Con esta afirmación tan igual de rotunda como bochornosa, se despacha nuestro actual Ministro de Economía y Competitividad, y antiguo miembro del Consejo Asesor de Lehman Brothers. Es verdad Sr. Ministro, los españoles ya "casi" no tenemos miedo a nada, nos han acostumbrado a perderlo de un tiempo a esta parte, cada viernes, después de cada Consejo de Ministros, es más, qué miedo van a tener los seis millones de parados a perder el empleo. Insisto, realmente bochornoso, y si me apuran, una afirmación indecente.
Desde la aprobación de la reforma laboral se han perdido un millón de empleos. Una reforma laboral que, según decía su exposición de motivos, venía a crear empleo. Cierto es, que a bombo y platillo nos dicen que se va creando empleo de forma tímida y estacional, pero nos debemos preguntar ¿qué tipo de empleo se está creando? Un análisis nos llevaría a reflejar un perfil de trabajo temporal, a tiempo parcial y precario. Los que veníamos pidiendo una profunda reforma laboral desde hace años, no creemos en esta reforma impuesta por los mercados. Queríamos una reforma que creara puestos de trabajo de calidad y estables, que contribuyera al estado de bienestar, que aumentara la productividad, la participación, el grado de integración y de satisfacción del trabajador en la empresa, que hiciera posible una mayor conciliación de la vida laboral y familiar, que desde la calidad y la estabilidad en el empleo se alejaran los altos índices de siniestralidad laboral existentes en España. Ya sé que en el estado actual de la economía lo que escribo es una utopía, tuvimos años para hacerlo, en los gobiernos de Aznar y Zapatero, pero ninguno de los dos tuvo el coraje político de acometer, lo que llamo la modernización de nuestras Instituciones Laborales. Hoy pagamos la factura, unas relaciones laborales necrosadas, un paro con índices inasumibles, y una juventud, la mejor preparada de nuestra historia en busca de "movilidad exterior" para ser los nuevos emigrantes del siglo XXI, pero eso sí, ya no tenemos miedo a perder el empleo.
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