Con seis millones de batidas, las del trabajo ?que son las de la vida?, este país avanza como el caracol y la tortuga. Les contaré el cuento para quien no lo sepa: Estos animalitos tuvieron la fatalidad de chocar. Cuando el caracol acudió malherido al hospital, el médico le preguntó: "¿Pero qué ha pasado?". Y siendo como era uno de los animales más lentos del planeta, le contestó: "No sé, sucedió todo tan deprisa?".
Es lo mismo que le ha ocurrido a España, poco a poco, paso a paso, con corrupción, fracturas independentistas y quejas en todos los sectores, ocurrido en tan poco tiempo, hoy podemos afirmar lo del caracol: no se sabe cómo se pudo llegar a esta situación "pues ocurrió todo tan deprisa?" . A las heridas de la Reforma Laboral, intermitentemente le acompañaron la de subida de Impuestos, Educación, Justicia, IVA, Pensiones y demás, y con perspectivas mucho peores que las del caracol, que al fin y al cabo pudo llegar al hospital. Los españolitos, no; chocaban contra un muro tan aplastante, que los enfermos se acumulaban y Sanidad también estaba de Reforma.
Sin duda, la madre de todas ellas fue la RL, una Reforma sísmica que ha abierto brechas imposibles de cerrar. Con ella se han exterminado ?desde Pablo Iglesias hasta Marcelino Camacho? todos los derechos conseguidos a lo largo de un siglo de esfuerzos. Los trabajadores españoles, los hijos y nietos de aquellos que en Alemania o Suiza se ganaron la categoría de cinco estrellas, no se merecían este castigo. Realicemos una retrospectiva y veamos qué ha pasado y con qué descaro.
Si todo comenzó en el espacio internacional con Lehman's Brothers, inmediatamente se extendió al nacional, y unos financieros sin escrúpulos se abalanzaron sobre bancos y cajas camino de paraísos fiscales. Y para tapar el cráter que ocasionó dicha fuga ?nadie puede señalar que se hiciera para ayudar a ningún amigo? se indultó el dinero procedente de la trata de blancas, tráfico de drogas, comisiones de dinero público o ladrones de ONGs, todo ello dicho presuntamente, y, para su tranquilidad, a estos rufianes les dieron un sedante por el módico precio del 10%.
Pero todo ello, a pesar de su importancia, al lado del cráter que ocasionó la desbandada, cuantificado en 200.000 millones, lo de los rufianes fue un simple saquito de 2.000, que se evaporó inmediatamente. Por ello, ¿quién nos asegura que no volverá a ocurrir lo mismo con los billetes que para ayuda del país, o sea, de los financieros, llegó de Europa?
Si lo dicho no puede explicarse con una sentencia en la que los trabajadores sean los culpables, qué motiva la pena de que sean éstos quienes lo hayan pagado con la pérdida de todos sus derechos. A resultas, este es el único país civilizado donde nadie puede caer enfermo bajo sanción de pérdida de empleo. Es como despedir de manera compulsiva con excusas variopintas: se fuerza a cambios de horarios, reducciones de jornada, movilidad geográfica, ampliación de horas a los funcionarios, escabechinas en la Judicatura, etc., todo con el deseo de conseguir una huida hacia la nada. O hacia las tres heridas de Miguel: la de la vida, la de la muerte y la del amor. Así ha ocurrido hasta un número de seis millones. Curioso, tantos como judíos cayeron en la segunda gran guerra.
Ahora habita el dolor, Miguel, ésta es la cuarta herida, que la padece una generación que lo está perdiendo todo y por perder han perdido hasta su propia vivienda. En el último telediario que he visto ?no se aconseja que veamos más de uno al día, so pena de quedar insensibles?, una joven trabajadora, por querer cuidar de sus platos, sartenes y trapitos el día de su desalojo, a la vuelta al trabajo se encontró con la carta de despido. ¿Cómo le llamamos a esto?
¿Dónde quedó lo de conciliación familiar y empleo, ayudas para guarderías o apoyos a familias numerosas? ¿Para qué esto último? Sí, lo sabemos: ¿Para qué van a querer que las mujeres tengan hijos? ¿No tuvimos aquí en el "boom" de la construcción cinco millones de inmigrantes cuando los necesitamos? Pues nada, si hacen falta, África o Latinoamérica está llena de pobres, se traen de nuevo y así compran pisos, pagan unos añitos, dejan las llaves al macharse, se van sin un céntimo y aquí no pasa nada.