El suceso tenía lugar en una parcela en las proximidades del casco urbano del pueblo, lo que ha vuelto a sembrar de preocupación a los ganaderos cuando creían haber acabado con el problema
Cuando los ganaderos de la comarca de Vitigudino y más concretamente los de Hinojosa de Duero se las prometían muy felices porque ayer lunes los agentes de Medio Ambiente abatían una loba como autora de una infinidad de ataques en la zona dfel Abadengo desde mediados de agosto pasado, otro ejemplar el lobo ibérico volvía a hacer acto de presencia en Hinojosa la madrugada pasada.
En esta ocasión el damnificado era J.M.F., propietario de una explotación de ovino en esta localidad del Parque Natural Arribes del Duero y que a primeras horas de la mañana comprobaba cómo cuatro de sus ovejas yacían inertes en la parcela situada en las proximidades del casco urbano de Hinojosa de Duero, una de ellas casi devorada por completo.
Aunque por el momento el ataque no ha podido ser certificado por los agentes de Medio Ambiente, ante la imposibilidad de estar este martes en Hinojosa, para el ganadero y otros compañeros de profesión de la localidad, "no hay ninguna duda, además, como ha llovido esta noche, se ven las pisadas bien profundas en la tierra", aseguraba Bienvenido Caballero, experto ya en este tipo de sucesos.
Después de este nuevo ataque, toca de nuevo permanecer en alerta, encerrar el ganado en las naves por las noches y perder dinero con más pienso, además de salud, al menos hasta que la Dirección General de Medio Natural apruebe abatir un segundo ejemplar de lobo en la comarca de Vitigudino, lo que quedará para el próximo año, por fortuna para los ganaderos, a la vuelta de la esquina.
Cabe recordar que las patrullas del lobo de Medio Ambiente tenían autorización para abatir este año dos ejemplares de lobo, uno en la comarca de Vitigudino y otro en la comarca de Ciudad Rodrigo, y que la primera se ejecutaba ayer lunes con la captura de una loba en Hinojosa.
A las dificultades que entraña vivir en los pueblos, y más cuando estos se encuentran a 100 kilómetros de la ciudad, se suman circunstancias a las que sus habitantes, la mayoría ganaderos, no deberían hacer frente en una zona donde el lobo es y ha sido, al menos en el último siglo, un animal extraño en estas tierras; un lugar donde ?además? se encuentra protegido a pesar de los cuantiosos daños que ocasiona, y quizá más importantes que los materiales sean los psicológicos por el permanente estrés que provoca al ganadero al pensar qué se encontrará a la mañana siguiente cuando acuda a la parcela.