El convoy que transportó a jefes de estado durante casi 100 años, es hoy escenario de una aventura única, en la que se mezclan esencia portuguesa y cosmopolitismo
En 2016 vio la luz un original proyecto turístico cuya raíz está en una historia emotiva y poderosa: el empeño de un padre en demostrar a su hija de diez años que es posible materializar los sueños.
El Tren Presidencial dormía plácidamente en el Museo Nacional Ferroviario de Entroncamento, una ciudad que es un nudo de comunicaciones en el centro de Portugal, cuando fue rescatado para este sofisticado proyecto por Gonçalo Castel-Branco, un emprendedor portugués en diversas empresas relacionadas con la comunicación, la publicidad y la organización de eventos.
Cuando Gonçalo Castel-Branco lo descubrió en el museo, -cuya visita es altamente recomendable-, quedó enamorado de este tren y de la historia de la que es portador; no paró hasta verlo nuevamente sobre raíles, ahora, remontando el Duero desde Oporto hasta la Quinta do Vesúvio, en Vila Nova de Foz Côa.
Gonçalo Castel-Branco relata para Salamanca al Día que la experiencia The Presidential no nació en aquel momento. Fue al regresar a casa esa noche, durante la cena, cuando intentaba compartir con su familia el entusiasmo que le había provocado conocer este tren, cuando les dijo: "tenemos que hacer algo relacionado con él", a lo que su hija mayor, que en 2014 tenía diez años, respondió "¡montemos en él un restaurante!"
Y así fue como nació esta especie de Orient Express lusitano. Una experiencia viajera de ocho horas de recorrido durante la cual seremos agasajados con todo tipo de delicias culinarias y vínicas, compartidas con unos compañeros de viaje internacionales, donde surgirán las más apasionantes conversaciones, y con la presencia constante de un gran seductor: el Duero.
The Presidential fue galardonado con el premio Mejor Evento Público del Mundo en 2017.
Desde la espectacular estación de São Bento, en Oporto, partimos al encuentro de una experiencia única, que nos llevará hasta la recóndita Quinta do Vesúvio, en el Duero Superior. La segunda parte del trayecto es un aliciente por sí misma; río arriba porque, como dice el anfitrión, "el Duero, cuanto más arriba, más bonito". En un paseo a través de la más panorámica vía férrea de Portugal y una de las rutas ferroviarias más bonitas de Europa, la línea del Duero, haremos este viaje sumergidos en un ambiente multicultural y plurinacional durante el cual no dejarán de sorprendernos, ésa parece ser la consigna del personal de El Presidencial.
Ésta es la historia de una jornada de viaje en el tren que trasportó a la monarquía portuguesa, a los presidentes de la República y a algún papa. Un tren con historia, y con muchas historias para contar. Salamanca Al Día viaja a bordo del tren más exclusivo de Portugal.
La salida está prevista a las 11:15 horas en la estación de São Bento. Los pasajeros llegamos más que puntuales, estamos ansiosos por vivirlo todo, ésta es una experiencia especialmente apta para viajeros con una alta capacidad de disfrute.
Ya los momentos previos a la subida al mítico Presidencial son especiales. La estación de ferrocarril de São Bento es una joya. Obra del arquitecto José Marques da Silva, tiene un marcado estilo francés. Se inauguró en 1916 y su mayor singularidad son los paneles de azulejos del vestíbulo, del pintor Jorge Colaço, con motivos alusivos al transporte, a la Historia de Portugal y a la vida portuguesa, pues pretendía ser una auténtica postal turística para el forastero, divulgadora de la riqueza etnográfica e histórica del país.
Reconocemos en estos azulejos un guiño a los ingleses, legendarios socios de Portugal en su política exterior y comercial. Uno de ellos representa la entrada en Oporto de Juan I de Portugal y su prometida, la británica Felipa de Lancaster, cuya unión en 1387 sería el origen de una longeva alianza diplomática que dura ya siete siglos.
Los ingleses tienen nombre propio en la historia de la región del Duero portugués, como promotores e importadores del vino de Oporto. Tal vez por eso, esta región resulta tan atractiva para los turistas británicos. Muchos de los pasajeros con los que viajaremos hoy en el Presidencial son anglosajones.
El Presidencial nos espera en la Vía 6. Con colores azules y rojos, su estampa llama la atención en los andenes. Descubrimos la esfera armilar en el vagón central, símbolo de la nación portuguesa. Y es que este tren fue construido en 1890 para los viajes de la familia real. En el primer viaje que realizó iba a bordo el rey Luís I, en el último, Salazar. En él viajó la reina Isabel II de Inglaterra durante su visita a Portugal en 1957 y también el papa Pablo VI. Sin embargo, el tren ha pasado a la historia del ferrocarril con el nombre de 'Presidencial', porque en Portugal la monarquía dio paso a la república en 1910, y fueron los presidentes de la República portuguesa y sus ejecutivos quienes más lo utilizaron.
Aunque había dejado de prestar servicio unos años antes, el último viaje oficial que realizó el Presidencial fue en 1970, transportando los restos mortales de António de Oliveira Salazar, quien fuera primer ministro de Portugal desde 1932 hasta 1968, en una dictadura similar a la española. Fue el último viaje del Presidencial y el último de Salazar y se desarrolló desde Lisboa hasta Santa Comba Dão, tierra natal del dictador, para ser enterrado en su pueblo, Vimieiro.
A partir de ahí el Presidencial ha vivido en el Museo Nacional Ferroviario de Entroncamento, un magnífico museo ferroviario y uno de los mejores espacios museísticos de Portugal. Entre 2009 y 2013 fue objeto de profundas obras de restauración para poder circular de nuevo por la red ferroviaria nacional. Salió nuevamente al mundo en octubre de 2016, por iniciativa de Gonçalo Castel-Branco, para recorrer el Duero en dos ediciones anuales de 5 fines de semana cada una, en primavera y en otoño, durante 20 viajes realizados a lo largo de 10 jornadas viajeras.
Todo un desafío para esta máquina a diesel de casi 130 años de edad, que cuando acaba la temporada vuelve a su refugio en el museo, donde recibe todos los mimos que un tren histórico merece. La jornada que relatamos hoy forma parte de la quinta temporada y se inserta en la edición Vendimias 2018.
"Para viajeros curiosos cualquier ventana sirve", José Saramago (Viagem a Portugal, 1990)
Este es un viaje sensorial y motivante por muchas razones, pero es, sobre todo, un viaje que pone en valor tres variables: los clásicos viajes en tren, la alta gastronomía y la idiosincrasia del Valle del Duero.
Subir al tren Presidencial es como entrar en una película de cine clásico. Las maderas nobles, los tonos verde agua de pasillos y compartimentos y la percepción de un perfume delicado, ideado por Castelbel para este tren, con aroma a uvas y frutos rojos, recreando el vino de Oporto. La música que escuchamos de fondo ha sido compuesta por la Casa de la Música de Oporto especialmente para acompañar esta experiencia y los libros que encontramos repartidos estratégicamente por algunos rincones y en el salón-bar han sido elegidos por la Fundación Serralves, inspirados en la esencia de este viaje.
Ocupamos el vagón de los periodistas. Este tren tiene 5 vagones, arrastrados por una locomotora diesel: el del Presidente, donde viajaba el gobierno; el vagón-restaurante, compuesto por tres carruajes en la parte central; y el de los periodistas, al final. Se dice que el convoy del presidente y el de los periodistas estaban tan distanciados para que éstos no pudiesen escuchar lo que en él se hablaba.
Pasear por sus estrechos pasillos, abrir una ventana y mirar, -sí, en este tren se puede bajar la ventanilla y tomar el aire, pues dada su edad no tiene aire acondicionado, ¡feliz necesidad!-. Comprobar que la sofisticación también se mantiene en los baños, a través de productos de aseo exclusivos, sentarnos finalmente en nuestro compartimento y comenzar a conocer a los compañeros que el destino de este viaje ha elegido para nosotros.
El tren se pone en marcha, suavemente abandonamos la estación de São Bento y vamos dejando atrás Oporto, su fisonomía, sus puentes, nos vamos adentrando en un territorio más rural, pero hemos perdido de vista el Duero.
Enseguida nos sorprenden con el primer detalle del viaje, una copa de espumoso de la DOC Bairrada, Água Viva Extra Brut 2015, para acompañar la conversación.
Vamos encontrando las tierras llanas de la parte final del Duero, todo es apacible, pero esperamos con ansiedad divisar a través de la ventana ese paisaje del Duero que tanto lo identifica, en el que viajaremos enclavados entre montañas y de la mano de un río, con la visión de bancales y más bancales de viñedos, sintiéndonos pasajeros de otro tiempo, mientras nos asomamos a esta ventana colgada sobre el Duero.
"Cualquier ventana sirve para volar", Alice Vieira (Se perguntarem por mim digam que voei, 1997)
Este es un viaje para conocer, un viaje en tren donde no podremos dejar de mirar por la ventana. Han pasado veinte minutos desde la partida cuando encontramos de nuevo el Duero. Ya no nos abandonará en lo que resta de viaje.
El espejo de agua, el paisaje agreste y rocoso, los valles cultivados de vid, los túneles, los embalses, los barcos. Un paisaje que el viajero podría estar contemplando durante horas a través de la ventana.
El promotor de esta experiencia pasa por los compartimentos saludando a todos los viajeros con los que él y su equipo compartirán esta estimulante jornada. Gonçalo Castel-Branco es el anfitrión perfecto, cordial, atento, pero nunca demasiado encima de sus invitados.
Ya pasó el mediodía y nos animan a acercarnos al vagón restaurante. Este espacio es una maravilla por sí mismo; las paredes forradas de madera y el suelo tapizado de moqueta. Las mesas están impecablemente vestidas, la mantelería blanca de la mejor calidad y la vajilla, de la firma Vista Alegre, un icono portugués.
Hay tres vagones preparados para los comensales: el vagón Restaurante, el Salón de los Ministros y el Salón del Jefe del Estado. El menú aún es un secreto.
Oímos a una joven pareja hablando en francés, pero en italiano cuando se dirige a sus compañeros de mesa. En otra de las mesas se oye hablar en inglés y en otra más allá en portugués. Nuestros compañeros de mesa son una pareja hindú que vive en Alemania y está pasando unos días en el norte de Portugal, atraídos por el encanto decadente de Oporto, -nombrada 'Mejor Destino Turístico 2017'- y por la fama del turismo enológico y paisajístico en el Valle del Duero.
Hoy viajamos en el Presidencial 54 afortunados pasajeros de 8 nacionalidades diferentes: Australia, Estados Unidos, Reino Unido, Brasil, Portugal, India, Francia y España.
Un fantástico Dry White Port es servido de aperitivo. Todos los vinos que nos servirán durante este apasionante viaje son de la casa Niepoort, fundada en 1842 por el holandés Franciscus Marius Niepoort y presente en las denominaciones de origen portuguesas Bairrada, Dão y Douro. Sus vinos son parte fundamental en esta experiencia. De hecho, parece que los vinos fuesen la primera decisión y los platos que nos servirán con ellos, su complemento perfecto.
Llega el momento de desvelar una de las mayores sorpresas de este viaje: el menú, compuesto por cuatro platos y una degustación de postres. Ésta es una experiencia gastronómica, además de un viaje en tren. Nuestro chef es Miguel Laffan, que desde 2011 es el jefe de cocina de L´AND Vineyard´s, proyecto con el que ha conseguido la primera estrella Michelin en la región lusa del Alentejo. Laffan reinterpreta los platos donde se hallan las raíces de la cultura gastronómica portuguesa, que el chef considera una de las más interesantes del mundo, debido a su historia, sus productos y la reunión de las diferentes cocinas regionales.
Cada fin de semana de la edición Vendimias 2018 contará con un prestigioso chef para elaborar los exclusivos menús que se servirán a bordo; entre todos suman varias estrellas Michelin. Además de Miguel Laffan, en esta temporada están invitados al Presidencial Tiago Bonito, João Oliveira, Ana Moura, Manuel Maldonado y el francés Vincent Parges.
Los platos se nos revelan como una creación artística inspirada en recetas portuguesas tan tradicionales como el 'Porco à Alentejana', homenaje del chef a su infancia, o el 'Arroz de Caldeirada de Choco'. La suculenta comida conversa con las delicatesen vínicas, como un Alvarinho Wanna Bi 2016 (Vinhos Verdes), un Redoma Reserva 2015 (Douro) o un Batuta 2015 (Douro). Los postres son una auténtica vuelta a las golosinas de nuestra niñez, en versión mejorada gourmet y con la compañía del más delicado vino de Oporto, como un Niepoort Cosecha 2007 Tinto.
La comida es importante, pero el vino se revela como cualidad esencial de este tren gourmet; excelente, perfecto en su línea.
Sigamos conociendo Portugal y el Duero desde la ventana de este tren.
"Conocer es un viaje", Miguel Torga
Los felices pasajeros vuelven a su compartimento unos momentos, en las conversaciones predominan los comentarios sobre la sorprendente experiencia gastronómica vivida. Y no será la única.
A primera hora de la tarde, el convoy Presidencial se detiene en el apeadero de la Quinta do Vesúvio. La mítica finca de Antónia Ferreira, la Ferreirinha, tiene apeadero propio en la línea férrea del Duero, que va de Oporto a Pocinho (Vila Nova de Foz Côa), y cuyos raíles utiliza el Presidencial. Un tren vintage en una finca que elabora vinos Porto Vintage.
Descendemos el camino hasta la entrada a la finca, sumergiéndonos en el valle donde crecen las viñas. A la derecha, la casa, sus edificios anejos y el río. A la izquierda, el monte que a Doña Antónia le recordaba el Monte Vesubio, evocando su viaje de luna de miel por Italia y que le llevó a bautizar con ese nombre a esta finca, mítica en la historia vitivinícola del Duero y en la historia de vida de su dueña.
Recibimos las solventes explicaciones de Gonçalo Castel-Branco, -nuestro cicerone hoy en esta casa-, a pie de viña, que pertenece en la actualidad a la familia Symington, una familia con raíces escocesas e inglesas, que vive en el Duero Superior desde hace cinco generaciones y cuyo nombre está unido a las más prestigiosas marcas de vino de Oporto.
A la sombra, entre dos altas palmeras, en la terraza de la casa donde viviera Doña Antónia, 'la viuda del Duero', tiempo aún para un Graham´s, o una refrescante limonada que mitigue el calor de esta tarde sin prisa de otoño. A disposición de los viajeros del Presidencial, también una selección de puros nicaragüenses. Y el paisaje del Duero como la pantalla de un cine de verano.
Estamos casi sumergidos en el río. Hasta el gran tronco del sauce llorón llega en diminutas olas que se amplían cuando pasa alguna lancha a motor. Pero nada rompe el silencio del Duero.
Dejamos a un lado la capilla y continuamos por la ribera hasta la bodega. Las robustas pipas de la Quinta do Vesúvio nos reciben. Un poco más allá, los lagares de piedra. El mosto de la pisa de ayer está reposando en ellos. Una vez más, las explicaciones de Gonçalo Castel-Branco nos sacan de dudas, suficientemente extensas, prudentemente concisas. Nuestro cicerone se retira oportunamente para dejarnos probar el mosto que nos ofrecen, que ya apunta maneras de Porto Premium.
La conversación mundana vuelve a surgir a la puerta de la bodega, pero la tarde ya alcanzó su cénit y es momento de volver al Presidencial para regresar a Oporto. Mientras hemos estado visitando la Quinta do Vesúvio el Presidencial ha sido conducido hasta la cercana estación de Pocinho, donde ha esperado por nosotros y desde donde vuelve ya a nuestro encuentro.
En el viaje de vuelta los pasajeros descansan en sus compartimentos o se acercan al salón-bar, donde está teniendo lugar un apacible concierto de piano, mientras saborean un Té Camelia de la Casa do Chá de Leça da Palmeira, un té verde suave para acompañar la contemplación del final de la tarde desde la ventana.
De nuevo, somos invitados a ocupar las mesas del vagón restaurante. Nos van a ofrecer una merienda fría a base de dulces, compotas, embutidos, quesos y panes, al más puro estilo inglés pero con los mejores productos portugueses regionales, como el jamón pata negra de la Salchichería Estremocense, el Queso de Azeitão, Scones con mermelada y mantequilla, Pan Gleba o Pasteles de Feijão.
Las vendedoras de caramelos de Régua irrumpen en el Presidencial promocionando sus rebuçados y dejan algunos paquetes por las mesas; una sorpresa más de este viaje, tan internacional como local. Y no hay música más evocadora de Portugal que la que nace de la guitarra portuguesa, por eso, un guitarrista se sienta, como un pasajero más, rasgando algunos temas para los viajeros, que ya intuyen la proximidad del fin del viaje. Un viaje que comenzó con la ansiedad que provoca la curiosidad y acaba también con la ansiedad tranquila que deja la aceptación de que todo tiene un final.
Esta experiencia gastronómica sobre raíles cuesta 500 euros por persona, pero vale mucho más de lo cuesta, tanto para el pasajero, como para el equipo organizador, para el cual supone todo un desafío. "El Presidencial no es rentable, ya tenemos muchos proyectos que nos dan dinero, el Presidencial es otra cosa", dice su creador, Gonçalo Castel-Branco.
El Duero no tiene precio. El Duero acoge, permite, pero no se vende a ningún bolsillo, impone el respeto que merece. Enclavado entre rocas, se relaja en fértiles valles, pero nunca abandona su aislamiento, la profundidad de su misterioso silencio.
Hay dos opciones más amplias para realizar este viaje. Una de ellas implica hacer noche en el Duero Superior, en una exclusiva finca agrícola, con descenso por el Duero al día siguiente y continuación de la experiencia culinaria, regresando el segundo día en el Presidencial a Oporto; ésta experiencia cuesta 2.000 euros. Y existe, además, la posibilidad de un viaje de 3 días, combinando la exclusividad del Presidencial con el dinamismo cultural de Oporto y la ruralidad de las quintas del valle del Duero, que cuesta 4.000 euros.
Es muy costoso poner sobre raíles este icónico tren histórico. Nos confirma Gonçalo Castel-Branco que solamente el gasto en seguros es muy alto. Este proyecto no sería posible sin la colaboración de la Fundación del Museo Nacional Ferroviario, -actual propietario del Presidencial-, Comboios de Portugal (CP), la EMEF (Empresa de Manutenção de Equipamento Ferroviário) e Infraestructuras de Portugal (IP).
Entre los proyectos de Gonçalo Castel-Branco a corto plazo, el realizar algo parecido, igualmente por la vía férrea del Duero, pero con un convoy más moderno. Ya está en fase de ejecución.
Gonçalo Castel-Branco, la pulsión creativa de un hombre de acción
Este empresario portugués tuvo el orgullo de ganar el año pasado el premio al Mejor Evento Público con este proyecto ideado por él, sin embargo, su polivalencia hace que no se ciña solo al ámbito turístico, sino que se dedica a crear y concretar todo tipo de retos relacionados con la organización de eventos y la publicidad. Así, ha trabajado para el festival Rock in Rio, para televisión, para cine, incluso, ha puesto todos los conocimientos adquiridos durante estos años al servicio de los equipos de comunicación de algún líder político.
Le interrogamos acerca de esta faceta relacionada con la comunicación política y admite que, en Portugal, ha trabajado para el PSD y, fuera de Portugal, para el centro-izquierda. ¿Cuál es, por tanto, su brújula? "Nunca me implicaría en el proyecto de un político que podría llegar a construir un mundo que no es el que quiero para mis hijas", responde Castel-Branco.
Sabe liderar un equipo en el que cada pieza domina a la perfección lo que ha de hacer. Cuenta con una simpatía endógena. Al igual que este tren, Gonçalo Castel-Branco sabe contar historias.
"The Presidential nació para demostrar a mi hija que los sueños y las ideas se materializan". Gonçalo Castel-Branco también afirma que "este es un proyecto de familia" y que "nuestra oficina es el salón de casa; nuestra mesa de trabajo, la mesa del comedor".
Gonçalo Castel-Branco disfruta ideando proyectos como quien diseña juguetes, gozando tanto del proceso como del resultado. Cuenta con la humildad de quien reconoce "he tenido mucha suerte". Parece sentirse tan cómodo en el mundo de las ideas como en el de la organización. Es un hombre de emoción y de acción.
Gonçalo Castel-Branco se nos muestra como un 'conseguidor', porque logra cosas, literalmente, fantásticas, demostrando que todo es realizable mientras no se demuestre lo contrario.
El personal del Presidencial
Para un conjunto de 54 viajeros trabaja un equipo de 35 personas a bordo, entre cocineros, camareros, personal auxiliar y de limpieza.
El personal de cocina y de mesa está seleccionado de entre los mejores alumnos de las escuelas de hostelería de Oporto, así como otros profesionales del área que son invitados a participar en los viajes del Presidencial. Para todos ellos, constituye un orgullo formar parte del equipo The Presidential; su motivación se percibe cuando los vemos fotografiándose al completo junto al tren antes de la partida en Oporto. La satisfacción aparece en su rostro al final, cuando son personalmente felicitados por los pasajeros en el andén de la estación de São Bento.
Todo lo que nos es servido no se cocina al completo en el Presidencial, ya que al ser un tren histórico y con altas exigencias en cuanto a su conservación y seguridad, no dispone de gas ni electricidad, solo hay pequeños generadores. Aquí no se realizan cocinados largos, sino sólo la parte final. La actual cocina se ubica en lo que era el antiguo vagón de maletas y correos.
"He aquí la buena filosofía: todo es viaje", José Saramago (Viagem a Portugal, 1990)
Nos llevamos con nosotros muchos descubrimientos a lo largo de estos 190 kilómetros de ida y otros tantos de vuelta. Algunos de estos recuerdos los plasmaremos en el libro de viaje que nos han regalado, firmado por 'nuestro chef', Miguel Laffan.
Este viaje es un homenaje a las gentes del Duero, al propio río, y a la ciudad a la que otorga tanta personalidad, Oporto.
Una experiencia intensa, una comida armoniosa disfrutada con los cinco sentidos, vivamente. Este es un tren de casi 130 años que no puede estar más vivo. The Presidential es una aventura gastronómica, enológica y ferroviaria inolvidable, creada desde Portugal para el mundo. Los viajeros del mundo se enamorarán aquí de Portugal.
Gonçalo Castel-Branco y las gentes del Duero nos han enseñado una cosa: es preciso pasar a la acción para que los sueños se cumplan y las ideas se materialicen. Lección aprendida.
Al final de este viaje sensorial por el túnel del tiempo, habremos conocido personas e historias inspiradoras, que evocaremos de vez en cuando en nuestra memoria como clips de película. Y habremos conectado para siempre con el Duero.