Hoy, día tres de febrero de dos mil veinticuatro, la ciudad de Salamanca descubre en la Ronda de Sancti Spiritus una placa en recuerdo y homenaje a los brigadistas internacionales que estuvieron presos en la ciudad durante la Guerra Civil y la postguerra. Organizado por la Asociación Salamanca Memoria y Justicia y con apoyo del Ayuntamiento, el homenaje se realiza en el lugar en que se ubicó el convento de las Comendadoras de Santiago, empleado como prisión hasta 1931 y que, a raíz de la Guerra Civil Española, fue reabierto como cárcel, lugar en que estuvieron prisioneros los brigadistas a los que se homenajea. La humilde contribución de quien esto firma al muy merecido tributo a los brigadistas, son las siguientes líneas que aspiran a ser un poema:
NOS MIRAN
Si una ciudad dibuja sus venas cardinales
y sus puntos de fuga en la memoria,
habremos de mirar desde todos los nortes
a todos los pasados.
Si hay prodigios y esquinas y lugares y citas
en esta ciudad que es centro y margen,
esta Salamanca de brillo olvidadizo,
donde negamos luz a lo que somos,
a pesar de la amnesia
tendremos que decir de los espejos:
por eso recordamos.
Hoy dejamos grabada la caricia profunda
el tributo mejor de la memoria
en estos muros secos que miraron un día
otras pupilas vivas:
las de los brigadistas que hoy nos miran
desde estos ventanales que ahora mismo nos llaman
nos reclaman…
Nuestra lealtad que vale un universo,
la nuestra la mejor la más fraterna
quiere inundar de rostros el corazón del tiempo
de quienes todavía
aquí están remuriendo hilo tras hilo…
así que recordamos:
brigadistas del sol y de la niebla,
vasijas que en la sed de nuestra noche
bautizabais el día
cuando lo oscuro nos colmaba de diablo y pesadilla;
a vosotros, puñados de lealtad y pan caliente
hombres de mil lugares y de una sola pieza,
aventados, capaces, inasibles y presos,
prisioneros como cada palabra
que quisiera hoy liberaros
a vosotros, brigadistas
del empeño de nuestra esperanza
que hoy todavía
vuestro aliento susurra en mitad de la cueva
de un corazón, el nuestro, que quiere desataros
de tanta deslealtad, de tanto olvido…
Si tal vez nunca os merecimos
vosotros merecéis nuestra memoria,
si os quedasteis sin manos por amasar el pan del porvenir,
sin ojos por curar nuestra ceguera, sin la vida
por este oxígeno que hoy mismo respiramos…;
también legasteis vuestro nombre
al vórtice posible de nuestra libertad,
y en un trazo de amor incandescente
fuisteis y sois volcanes vivos de consuelo.
Más allá de fusiles y trincheras
de obuses y de arengas, de uniformes,
banderas, entorchados, generales
y de imposibles autos de fe,
el valor de vivir por una causa nuestra
de morir por nuestros pecados
merece la lealtad interminable:
ésta que hoy intentamos
brigadistas...
Hoy convertimos la memoria en un gesto,
recordamos sin nombre vuestra imagen, y sin número
vuestra inmensidad.
Las Brigadas Internacionales, cuya mención acerca
al corazón el pulso del abrazo
aquí, en Salamanca, febreriza y oscura año tras año,
donde miraron ellos estos muros
cual miramos ahora sus cuerpos invisibles que nos miran
y en cada destello de la historia
en cada rayo de luz en cada esquina
brillará para siempre
esta sencilla dádiva del agradecimiento
que en este otro febrero
dona la ciudad a la memoria.
Y hoy dejamos aquí para los ojos
para que el tiempo crezca y no se acabe
para el ajuar de la memoria y el viaje de los años
para todos ellos que nos siguen mirando
esta inscripción más suya que de nosotros
esta tardía justicia, esta caricia apenas
que les nombra, brigadistas internacionales,
hombres de la libertad, lengua de lo que evocamos:
Salud, camaradas.
ÁNGEL GONZÁLEZ QUESADA. Salamanca, 3 de febrero de 2024.