OPINIóN
Actualizado 02/02/2024 07:51:59
Ángel González Quesada

Hoy, día tres de febrero de dos mil veinticuatro, la ciudad de Salamanca descubre en la Ronda de Sancti Spiritus una placa en recuerdo y homenaje a los brigadistas internacionales que estuvieron presos en la ciudad durante la Guerra Civil y la postguerra. Organizado por la Asociación Salamanca Memoria y Justicia y con apoyo del Ayuntamiento, el homenaje se realiza en el lugar en que se ubicó el convento de las Comendadoras de Santiago, empleado como prisión hasta 1931 y que, a raíz de la Guerra Civil Española, fue reabierto como cárcel, lugar en que estuvieron prisioneros los brigadistas a los que se homenajea. La humilde contribución de quien esto firma al muy merecido tributo a los brigadistas, son las siguientes líneas que aspiran a ser un poema:

NOS MIRAN

Si una ciudad dibuja sus venas cardinales

y sus puntos de fuga en la memoria,

habremos de mirar desde todos los nortes

a todos los pasados.

Si hay prodigios y esquinas y lugares y citas

en esta ciudad que es centro y margen,

esta Salamanca de brillo olvidadizo,

donde negamos luz a lo que somos,

a pesar de la amnesia

tendremos que decir de los espejos:

por eso recordamos.

Hoy dejamos grabada la caricia profunda

el tributo mejor de la memoria

en estos muros secos que miraron un día

otras pupilas vivas:

las de los brigadistas que hoy nos miran

desde estos ventanales que ahora mismo nos llaman

nos reclaman…

Nuestra lealtad que vale un universo,

la nuestra la mejor la más fraterna

quiere inundar de rostros el corazón del tiempo

de quienes todavía

aquí están remuriendo hilo tras hilo…

así que recordamos:

brigadistas del sol y de la niebla,

vasijas que en la sed de nuestra noche

bautizabais el día

cuando lo oscuro nos colmaba de diablo y pesadilla;

a vosotros, puñados de lealtad y pan caliente

hombres de mil lugares y de una sola pieza,

aventados, capaces, inasibles y presos,

prisioneros como cada palabra

que quisiera hoy liberaros

a vosotros, brigadistas

del empeño de nuestra esperanza

que hoy todavía

vuestro aliento susurra en mitad de la cueva

de un corazón, el nuestro, que quiere desataros

de tanta deslealtad, de tanto olvido…

Si tal vez nunca os merecimos

vosotros merecéis nuestra memoria,

si os quedasteis sin manos por amasar el pan del porvenir,

sin ojos por curar nuestra ceguera, sin la vida

por este oxígeno que hoy mismo respiramos…;

también legasteis vuestro nombre

al vórtice posible de nuestra libertad,

y en un trazo de amor incandescente

fuisteis y sois volcanes vivos de consuelo.

Más allá de fusiles y trincheras

de obuses y de arengas, de uniformes,

banderas, entorchados, generales

y de imposibles autos de fe,

el valor de vivir por una causa nuestra

de morir por nuestros pecados

merece la lealtad interminable:

ésta que hoy intentamos

brigadistas...

Hoy convertimos la memoria en un gesto,

recordamos sin nombre vuestra imagen, y sin número

vuestra inmensidad.

Las Brigadas Internacionales, cuya mención acerca

al corazón el pulso del abrazo

aquí, en Salamanca, febreriza y oscura año tras año,

donde miraron ellos estos muros

cual miramos ahora sus cuerpos invisibles que nos miran

y en cada destello de la historia

en cada rayo de luz en cada esquina

brillará para siempre

esta sencilla dádiva del agradecimiento

que en este otro febrero

dona la ciudad a la memoria.

Y hoy dejamos aquí para los ojos

para que el tiempo crezca y no se acabe

para el ajuar de la memoria y el viaje de los años

para todos ellos que nos siguen mirando

esta inscripción más suya que de nosotros

esta tardía justicia, esta caricia apenas

que les nombra, brigadistas internacionales,

hombres de la libertad, lengua de lo que evocamos:

Salud, camaradas.

ÁNGEL GONZÁLEZ QUESADA. Salamanca, 3 de febrero de 2024.

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