LAS ARRIBES
Actualizado 05/06/2023 11:47:14
Miguel Corral

Religiosidad y diversión, así es como perciben el Corpus los hijos de la Gudina, unas celebraciones que traspasan el umbral de la fiesta para convertirse en el sentimiento de un pueblo

Hoy el Corpus reclama a todos el apoyo para quienes lucharon por él y a los que le debe su origen, porque se entregaron a él sin pedir nada a cambio, a quienes lo único que les movió fue la alegría del deber cumplido con el Santísimo.

Sin duda, estos Corpus son especiales para quienes a lo largo de los años han sido testigos de su evolución, unas fiestas que en las tres últimas décadas cabalgan entre la religiosidad y lo lúdico, dando un giro importante hacia esta última faceta, descuidando en buena parte los últimos años sus verdaderos orígenes.

Ahora le toca a los Corpus, unas fiestas que tanto ha recibido de ellos y de tantos otros que se fueron, entregarse a quienes han formado parte de su historia; los Corpus le deben un reconocimiento a su dedicación, a su empeño y entrega, a preocupaciones y desvelos, y como no, a su lucha en aquel 1998 para que Vitigudino mantuviese el Corpus en su Jueves de siempre.

La Cofradía Sacramental Villa de Vitigudino ha sido el origen de estas fiestas y sobre la que se ha vertebrado el Corpus desde hace casi 170 años, figura clave en la historia de Vitigudino y principal impulsor de estas fiestas, pero ahora no pasa por su mejor momento. Después del grave error de la Iglesia de apartar de la mayordomía a dos de sus cofrades “por vivir en pecado” en los tiempos que corren, la Cofradía no se ha recuperado de aquel ‘mazazo’ y su futuro cada año es más incierto, una decisión que ahora están pagando los que nunca dudaron de que su deber estaba junto al Santísimo.

Así, los principales defensores del Corpus lanzan hoy un SOS por la Cofradía Sacramental villa de Vitigudino para evitar que el Santísimo pierda su auténtica esencia, la que dio origen a las fiestas que hoy todos conocen, algo que los Corpus se lo deben porque los Corpus son los Corpus, no son una fiesta más, son el sentimiento de un pueblo que ha perdurado durante 170 años y que ahora se está viendo arrinconado.

El Corpus y los Corpus

Ya doblan las campanas de la iglesia y las mayordomas aguardan a la puerta la llegada de los cofrades. La inocencia se viste de blanco y el aroma a tomillo los conduce a los altares. Del cielo caen pétalos de rosas, rayos que iluminan el Santísimo, mientras la esperanza, se tiñe de emocionadas lágrimas.

El color se abre paso por rincones y calles, desde Santa Ana a San Roque, con parada en el chaflán de la calle Inés Luna para saludar al personal; los cascos de los caballos comienzan a atronar, y la emoción se palpa tras el eco de una bomba que irrumpe sobre el murmullo de los balcones.

Cabalgan jinetes empujando a la manada de camino a El Punto, una carrera tan fugaz como pasó el tiempo para los que dejaron su estela en los balcones saludando al Santísimo a su paso. Capotes y trapos revolotean por calles y en la centenaria plaza durante encierros y capeas, esparciendo por el aire el aroma taurino de los Corpus.

La fiesta sigue en la calle, de La Viña al Amnesia, del Retiro al Trastero pasando por el Sidney o del Rincón de Willy al Centro, todo se torna en amistad y alboroto para recibir al forastero. Pero el Corpus no olvida a los suyos, su llamada se impone a las distancias, y la añoranza será capaz de sortear cualquier barrera. Los hijos de la Gudina comenzarán a percibir ese sentimiento, esa magia que atrapó su corazón el día en que el aroma a tomillo y los pétalos de rosas rozaron sus inocentes mejillas bajo la luz del Santísimo.

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