Uno mira esa fotografía en la que cinco hombres sentados alrededor de la mesa de un restaurante parecen relajados y de buen humor en los momentos previos a disfrutar de una cena amigable. Uno sabe que muy cerca, en otra u otras mesas, un puñado de agentes de seguridad, armados y en nómina oficial, vigila y espera el final del evento para escoltar a cada uno de los comensales. Uno lleva viviendo en este país ya unas cuantas décadas y, como sabe quiénes son esos hombres, y tiene memoria de algunas de sus trascendentales decisiones para su país, un escalofrío le recorre la espalda al verlos en semejante actitud amigable.
Uno ha leído en la prensa que la reunión es únicamente un encuentro de amigos y, como uno está desengañado de muchas cosas, especialmente de las notas oficiales de prensa y de las declaraciones de normalidad ante cualquier rareza, uno, como tantos de sus compatriotas, sabe que esa reunión obedece a causas que ni nos van a contar ni ninguno de ellos va a comentar. Pero uno también ha vivido la historia del último período democrático en este país, ha sufrido-sobrellevado-soportado-ilusionado-defraudado los gobiernos que encabezaron cuatro de esos hombres y el largo reinado del quinto. Por eso, uno sabe que estos no dan puntada sin hilo y que profundidad, lo que es profundidad, racionalidad, inteligencia y complejidad en sus decisiones, mucha no tienen; así que uno empieza a sospechar, conociendo, como conoce, cuáles son los intereses 'superiores' de las fuerzas políticas, económicas y sociales a quienes representan estos hombres, y uno imagina que ante los enormes cambios políticos que se están produciendo en el país y sobre todo en la mente de los ciudadanos, y los que acaecerán, cuya orientación ninguno de estos cinco suscribiría ni apoyaría en absoluto, uno tiende a tener casi la certeza, y no hay que ser muy listo para eso, de que en esa cena se han acordado estrategias políticas que nunca conoceremos, esbozado compromisos económicos e institucionales de los que siempre estaremos al margen y diseñado actuaciones partidistas 'por nuestro propio bien' o juramentado actitudes informativas que se traducirán en titulares cualquier día. Y a uno, que nunca ha creído en los padres de la patria, ni en caudillos de ningún tipo, ni en líderes carismáticos ni guías del pueblo, ni en unas ni grandes ni libres montañas nevadas ni banderas al viento y que, además, abomina del secretismo en política, del desprecio al pueblo, del oscurantismo y de la soberbia chulesca de las clases dirigentes; y como uno sigue creyendo firmemente en la autoridad del pueblo para gestionar su futuro libremente con luz, taquígrafos, parlamentos libres, prensa objetiva, elecciones igualitarias e instituciones independientes, uno mira de nuevo la fotografía y a uno vuelve a invadirle la tristeza.