CIUDAD RODRIGO | Los chavales mirobrigenses han creado grandes lazos de amistad con los alumnos del IES Francisco Ayala de Madrid
Durante esa semana, los 22 alumnos y 2 profesores del IES Tierra participantes en la actividad estuvieron 'aislados del mundo', sin móvil ni televisión, siendo su única compañía la de 25 alumnos del IES Francisco Ayala de Carabanchel (Madrid), con los que han establecido en apenas 6 días unos fortísimos lazos de amistad, según se desprende del relato de su convivencia que hicieron en la mañana del lunes para Ciudad Rodrigo Al Día.
Como primera clave para establecer esos lazos estuvo que, al llegar al pueblo el domingo 9, fueron obligados a mezclarse en las habitaciones, a diferencia de lo ocurrido cuando otro grupo del IES Tierra acudió hace un par de cursos a una experiencia similar a Granadilla (Cáceres), donde pudieron distribuirse como quisieron.Así, a la hora de la vida en Umbralejo, los 47 chavales participantes fueron repartidos por 3 casas: una sólo de chicos, otra de chicas, y una mixta. En cada una de ellas había 3 habitaciones, con 4 personas en cada una, 2 de cada instituto, lo que 'obligó' a todos ellos a empezar a interactuar de forma inmediata.
Los grupos congeniaron rápidamente pese a las amplias diferencias entre ambos: mientras que un grupo de chavales procedía de 'la ciudad', el otro era 'de un pueblo', lo que a la hora del desarrollo de las actividades fue relevante ya que los chicos mirobrigenses estaban más familiarizados con lo que puede ser la vida en un lugar como Umbralejo, y con algunas de las tareas agrícolas o ganaderas de los que se componía el programa.
El día a día
Esas tareas mencionadas formaban parte de la primera parte del día a día en Umbralejo, los denominados 'tajos'. Divididos en 4 grupos que fueron rotando, los chavales probaron cuatro tipos de trabajo diferentes: agricultura, ganadería, albañilería y mantenimiento. De esta parte, los alumnos del IES Tierra se han quedado con un grato recuerdo de dos de los monitores, Juan Carlos y Chema.
La segunda parte de las actividades eran diversos talleres. Si los 'tajos' eran obligatorios ?todos los alumnos debían pasar por todos a lo largo de la semana-, a la hora de los talleres pudieron escoger entre alfarería, cerámica, encuadernación, un taller de constelaciones estelares, otro de masajes, o uno de primeros auxilios.
Tanto en los tajos como en los talleres estaban mezclados los chavales de los dos institutos participantes. La única actividad que desarrollaban por separado era el trabajo en el proyecto en que se había cimentado la concesión a los IES de la posibilidad de acudir hasta Umbralejo (también se valoraba el haber acudido o no en años anteriores a un Pueblo Abandonado, y que la localidad de origen esté en una zona 'desfavorecida').
En el caso del IES Tierra de Ciudad Rodrigo, el profesor responsable de la actividad, Rafael Álvarez, había diseñado un proyecto de carácter económico, en el cual uno de los chavales ejercía el papel de dueño de varios locales y varios materiales.
El resto de participantes, divididos en 4 grupos, debía intentar crear su propia empresa, alquilando un local y comprando material, con un presupuesto de 30.000?. En primer lugar debían diseñar un estudio de mercado para saber si tenía o no demanda la idea, apostando cada grupo por una actividad comercial. Posteriormente, fue turno para estudiar si el proyecto sería viable, calculando si los gastos que tendría la empresa permitirían arrojar beneficios.
El formato de día a día con tajos, talleres y el proyecto de centro se llevó a cabo lunes, martes, jueves y viernes, quedando reservado el miércoles para hacer una caminata senderista de 12 kilómetros (6 de ida y 6 de vuelta). Los responsables del programa fueron explicando por el camino diferentes aspectos del paisaje ?vieron por ejemplo una buitrera-, aunque los chavales mirobrigenses ya tenían 'lecciones aprendidas' a la hora de identificar por ejemplo una encina, un roble, o setas venenosas. En ese aspecto, "tiramos de los alumnos de Madrid", según apunta uno de los alumnos mirobrigenses.
Durante esa ruta también se vieron afectados por el mal tiempo, quizás una de los principales inconvenientes de la semana: "ha habido lluvia y frío, pero íbamos preparados y se ha combatido". De hecho, pese a las malas condiciones, un punto clave de referencia a la hora de la convivencia era una zona circular al aire libre donde se encendía una hoguera. Tanto tiempo pasaron allí los alumnos durante estos días que, según ellos mismos relatan, han vuelto con toda la ropa "oliendo a humo".
Además de esas estancias en torno a la hoguera, los chavales tuvieron que entretenerse, al no haber móviles ni televisión, al estilo de hace décadas, desgastando las barras del futbolín o las palas para jugar al ping-pong. Otro entretenimiento, ya más 'moderno', fue un karaoke.
Los 'expertos' en Pueblos Abandonados
Dentro de ese grupo de alumnos del IES Tierra que ha viajado hasta Umbralejo, hubo varios que estuvieron en la anterior experiencia del instituto mirobrigense en un pueblo abandonado, en Granadilla (Cáceres), hace dos años. A la hora de comparar ambas experiencias, "hay sus pros y sus contras".
Por ejemplo, de la estancia en Granadilla de hace dos cursos, se quedan con los monitores ("al ser extremeños tenían más gracejo"), o con el nivel de las actividades: "estaba más organizado".
A nivel de los pueblos, "tienen encantos diferentes". Según rememoran, el paisaje de Granadilla era "más bonito, mientras que Umbralejo aparece de la nada". Por el contrario, éste último lugar está "mucho más cuidado", como pudieron comprobar en detalle con un recorrido etnográfico por el lugar: "es un micropueblo muy bien acondicionado". En ese recorrido también conocieron las costumbres que tenían los habitantes de Umbralejo, que fueron obligados a irse de allí en 1972.Volviendo a la comparativa de las dos experiencias en Pueblos Abandonados, la convivencia en Umbralejo con los alumnos del IES Francisco Ayala de Madrid gana con creces a la que hubo en Granadilla: "ha sido excelente, como hermanos". Este hecho se vio favorecido porque ambos grupos eran de Bachillerato, mientras que cuando fueron a Granadilla convivieron con alumnos de FP y PCPI.
Uno de los aspectos más destacados de los alumnos procedentes de Madrid con los que convivieron los chicos mirobrigenses fue su multiculturalidad. En el grupo había chavales nacidos, o con orígenes, en Armenia, Austria, Colombia, Venezuela o Italia. Asimismo, al grupo del IES Tierra también le llamó la atención que dos de las chicas del grupo madrileño ya sean madres estando en Bachillerato.
La despedida
Tras una semana de intensa convivencia, la despedida de los alumnos mirobrigenses y madrileños fue larga y dura. El adiós comenzó en la noche del viernes con una fiesta 'oficial' ?que se realiza siempre en el programa-, que prepararon los propios chavales. Durante la misma hubo varias actuaciones, juegos, y mucho baile.
Al haber varios alumnos del IES madrileño con origen americano, "nos enseñaron bailes latinos". Mientras, los alumnos mirobrigenses aportaron juegos que ya realizaron en Granadilla, y otros cuyo origen está en los Scouts Kennedy de Ciudad Rodrigo.
La fiesta acabó a cierta hora, pero los chavales quisieron alargar las últimas horas de estancia en Umbralejo, colándose incluso por las ventanas en otras habitaciones para seguir juntos.
En la mañana del sábado, tras el desayuno tocó el duro momento de la separación, en la que hubo alguna otra lágrima. Ambos grupos habían quedado en reencontrarse, pero éste fue incluso más rápido de lo previsto.El hecho es que los alumnos mirobrigenses regresaron a Ciudad Rodrigo pasando por Madrid, donde pararon en el Centro Comercial Xanadú a comer y a hacer compras. Pues bien, hasta allí se acercaron buena parte de los alumnos madrileños para estar con ellos: "llegaron a sus casas, se pusieron ropa que no oliera a humo, y estuvieron con nosotros hasta que nos montamos en el autobús".
Según relatan los alumnos del IES Tierra, ya está previsto que haya algún reencuentro en Navidad, y por supuesto están más que invitados a acercarse a Ciudad Rodrigo durante el próximo Carnaval.
De momento, como recuerdo, uno de los chicos de Madrid se llevó una camiseta firmada por todos los alumnos del IES Tierra, quiénes definen a sus compañeros de aventura como "muy grandes, muy buena gente", mandando muchos saludos a todos ellos, "en especial a Rodrigo Soto".
Los alumnos mirobrigenses explican que el sentimiento es mutuo, pudiéndose encontrar en los estados de Tuenti o de Whatsapp de los alumnos madrileños frases del estilo "cómo una semana puede influir tanto con los de Ciudad Rodrigo".
Inmensas ganas de repetir
Si en algo coinciden todos los participantes en la experiencia es que estarían encantados de repetir. Por ello, animan a todos los que en el futuro puedan tener la oportunidad de apuntarse a un viaje de este tipo a que lo hagan.
Según apunta el profesor responsable de la actividad, Rafa Álvarez ?al que sus alumnos agradecen enormemente el haber creado el proyecto que les ha permitido ir- no ha sido fácil encontrar alumnos que se quisieran desplazar. De hecho, podían ir hasta 25 alumnos, pero sólo hubo 22 interesados entre 1º y 2º de Bachillerato. En este caso, la cuestión económica no es ninguna excusa: salvo las compras finales en el Xanadú, casi una semana fuera de casa tuvo un coste para los alumnos mirobrigenses de únicamente 70?.
Una vez regresaron en la noche del sábado a Miróbriga, fue turno para volver a la rutina diaria y reencontrarse con las 'comodidades' habituales, como el móvil, "que no hemos echado de menos". Como resume uno de los alumnos, "aunque en algunos aspectos es una semana perdida, lo ganas infinitamente en otros", como por ejemplo el haber hecho nuevos 'hermanos'.