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Reencontrándome: Las caras de Bélmez, por Rubén Juy
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OPINIÓN

Reencontrándome: Las caras de Bélmez, por Rubén Juy

Actualizado 26/10/2014
Redacción Ciudad Rodrigo

No se me rasgan las vestiduras por afirmar con total rotundidad que me encanta este mundo, que disfruto pasando miedo

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Esta semana, mientras disfrutaba de un capítulo del mítico programa Cuarto Milenio, presentado por el gran Iker Jiménez, me puse en alerta ante la enorme cantidad de información que comenzaba a abarrotarse sin cuidado en mi mente escéptica.

Comentaban uno de los tantos y tantos "Expedientes X" de la historia de nuestro país, "Las Caras de Bélmez"

Para aquel que no haya oído hablar del tema nunca, se podría resumir como uno de los fenómenos "paranormales" más importantes del siglo XX para algunos, y como uno de los mayores fraudes de la historia para otros.

Allá por el 1971, en Bélmez de la Moraleda, provincia de Jaén, comenzaron a producirse unos fenómenos inexplicables para los investigadores de antes, increíbles para los de ahora.

En una pequeña casa de la aldea, empezaron a crearse imágenes de rostros humanos, grabados con esmero, sin que nadie se percatase de su autor ni del momento de su realización. Con los años las caras fueron cambiando de forma, de nitidez e incluso de expresión, sin que absolutamente nadie las hubiera manipulado.

El pánico cobró vida en el ambiente del humilde pueblo y el desconcierto aumentó hasta límites exagerados cuando al excavar debajo de la casa se encontraron huesos del siglo XIII, cuando el pueblo se formó aproximadamente dos siglos después.

Era necesario cortar el avance de aquello a lo que aún no sabíamos cómo denominar. Como auténticos seres humanos que somos, tememos lo desconocido; lo que parece que no sabemos aún es que, si tiramos piedras al cielo, regresarán con más fuerza contra nosotros.

Decenas de investigadores han apostado por mil y una razones que desacreditaban cualquier ápice "paranormal" que se escondiera en ese suelo, en el interior de esas caras, de esos ojos que parecían hablar, acusar, transmitirnos algo en definitiva.

Afortunadamente ninguna de aquellas especulaciones cuajó, y poco a poco cada teoría incrédula fue desmoronándose contra el suelo. Uno de los puntos claves y finales de la hecatombe fue cuando Iker Jiménez, junto con su exitoso programa Cuarto Milenio, incidieron de lleno sobre el caso.

Tras realizar diversas pruebas científicas sobre la calidad de la pintura, la manipulación de imágenes, de texturas... Llegaron a la conclusión de que hoy por hoy el caso puede incluirse en el cajón de los "Expedientes X" de la historia de nuestro país al no encontrar una solución coherente. En ese momento la idea del fraude se rompió y se regresó al punto de partida, al kilómetro cero de la operación.

Personalmente he de decir que desde entonces puedo considerarme un poquito más creyente. ¿La razón? Simplemente lo siento cuando, observando mi vello erizado, escucho cualquier testimonio sobre el caso. Incluso escribiendo estas líneas lo sé, es algo indescriptible.

Quizás esté contagiado por la magia del caso, por la enorme verdad o mentira que en él reside o simplemente haya revivido ese gusto en mi interior por todo lo inexplicable, por ese disfrutar de lo oscuro, por la adrenalina disparada mientras aprieto fuerte los ojos sin poder dejar de caminar hacia adelante.

No se me rasgan las vestiduras por afirmar con total rotundidad que me encanta este mundo, que disfruto pasando miedo.

Cuando miro esos rostros apagados o demasiado encendidos, suplicando, gritando, avisando de que están muy vivos, muy dispuestos a seguir haciéndonos dudar de incluso aquello que vemos.

Me encantaría viajar algún día a Bélmez, a esa pequeña casa, poder entrar en esa sala y disfrutar mientras mi adrenalina corretea intensamente por todo mi organismo.

No necesitaría ni ver las famosas imágenes, ni analizar absolutamente nada, solamente estando allí podría cerciorarme de si lo acontecido en ese suelo es cierto o por el contrario es un error más de la ciencia, en definitiva del ser humano.

¿Qué cómo podría estar seguro?

Eso es algo que me guardo para mí y que en un futuro les contaré; ahora es momento de reflexión, con ustedes mismos o con terceras personas, estén o no éstas presentes.

Mientras tanto las "Caras de Bélmez" siguen expectantes, custodiando un secreto que ellas ya conocen desde hace cuarenta y tres años.

¡Sean felices!

Rubén Juy Martín [@ruben_juy_9]

Estudiante

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