Todo hombre pasa por la experiencia de la muerte, sobre todo la experiencia de los seres queridos, en la que el individuo anticipa su propia muerte. Las personas no se mueren, se nos mueren.
Rezar por los difuntos cristianos, familiares y amigos viene de lejos, ya lo hacían los judíos en el Antiguo Testamento. Los primeros cristianos veneraban a sus difuntos, posiblemente no de forma muy diferente a los judíos, de forma piadosa, ya que los cuerpos pertenecen a Dios y un día han de resucitar. Tan pronto como un cristiano había exhalado el último aliento, sus parientes más cercanos, le cerraban los ojos y la boca con sus propias manos y después se lavaba el cuerpo. Así consta en los sacramentarios hasta el siglo X. Posteriormente se embalsamaba el cuerpo y se cubría con aromas y perfumes. Tertuliano en su Apologética, afirma que el incienso con que los paganos veneraban a sus dioses, se lo gastaban los cristianos en la sepultura de sus hermanos. Se envolvía el cadáver en una sábana o faja de lino, y por encima de ricas ropas y vestidos, sobre todo los mártires. Más tarde aparecerá la costumbre de enterrar a Obispos y sacerdotes con sus ornamentos sagrados. Por último, el cuerpo se colocaba en un ataúd rodeado de luces. Las plañideras romanas, se sustituyeron por el rezo de cantos y salmos, se rociaba el ataúd con agua bendita, recordando su bautismo y se pronunciaban unas palabras de elogio del difunto.
Si la piedad con los familiares y amigos difuntos, se remonta a los propios orígenes cristianos, dedicarle un día después de los Santos es reciente. Esta fiesta seguida se debe a san Odilón, abab de Cluny, que la estableció en el año 998. La costumbre de que cada sacerdote celebrara tres misas, lo introducen los dominicos en Valencia en el siglo XV y desde el siglo XVIII se aceptó en la liturgia romana. No se fijan unas lecturas concretas en el misal, se ponen al servicio de la comunidad todas las que están en el apartado de exequias en el leccionario.
Todo hombre pasa por la experiencia de la muerte, sobre todo la experiencia de los seres queridos, en la que el individuo anticipa su propia muerte. Las personas no se mueren, se nos mueren. La muerte, no tiene aspectos positivos, aunque Heidegger afirmara que en el anticipar la propia muerte, anticipamos nuestra totalidad, no hay nada de glorioso en ello. La pregunta por su totalidad, por ese "plus" que no es, que no ha llegado, nos abre a la temporalidad de la existencia, pero desplaza al individuo de su ser en el mundo. La muerte es inevitable, cuando empiezas a vivir, ya estamos lo suficientemente mayores para morir. Así la muerte no es sólo un fenómeno biológico, también ontológico, un modo de ser y poder ser. El hombre no sólo está atormentado por el dolor y la extinción, sino por el miedo a no ser.
El miedo a la muerte, es lo que más curva y doblega al individuo, lo mete en sí mismo y sólo tiene su propia referencia. Los místicos nos enseñan que la referencia a Dios es lo que nos hace olvidarnos y liberarnos de nosotros mismos. El que tiene sólo su propia referencia, hace tiempo que se ha olvidado de Dios. Nuestro exterior es nuestro referente, un buen concierto de música, una buena caminata con amigos, el amor de la esposa o los hijos, y, como no la referencia a Dios que libera y hace libre.
Todo nos oculta la muerte, los poderes, la sociedad que exalta salud, juventud y la belleza, la enfermedad se esconde, lo cementerios se sacan de las ciudades. Todo empieza por perder los recuerdos y olvidar. Cuando pregunté a mis abuelos por sus padres, recordaban claramente el día y la hora que murieron, compartieron unos dulces con los que les acompañaron en el pesar y fueron a comer juntos amigos y familiares. Es muy importarte recordar la muerte, no para abatirnos sino para embellecer la vida y vivir cada momento con mayor conciencia y lucidez. En la mística de la muerte, Dorothee Solle nos recuerda esta historia:
En la noche en que Somoza fue derrocado y tuvo que abandonar el país en Costa Rica el país vecino se celebró una fiesta, y sus calles y parques se llenaron de júbilo. Sólo en el hospital debían permanecer médicos y enfermeras porque habían muerto cuatro personas, miraban desde la ventana al parque hasta que uno de ellos llamó a sus amigos y les pidió que le ayudaran a bajar a los muertos al parque para sumarlos a la fiesta. De esta forma ni los muertos impidieron a los vivos celebrar su alegría ni los vivos dejaron a los muertos abandonados allí estaban juntos cuando Nicaragua se liberó los muertos y los vivos.
Adelántate a toda despedida, como si la hubieras dejado
atrás, como el invierno que se está marchando.
Pues bajo los inviernos hay uno tan infinitamente invierno
que, si lo pasas, tu corazón resistirá.
Sé siempre muerto en Eurídice, cantando sube,
ensalzando regresa a la pura relación.
Aquí, entre los que se desvanecen, en el reino de lo que declina,
sé una copa sonora que con sólo sonar se rompió.
Sé, y sabe al mismo tiempo la condición del no-ser,
el infinito fondo de tu íntima vibración
para que la lleves al cabo del todo, esta única vez.
A las reservas de la Naturaleza en plenitud, a las usadas
como a las sordas y mudas, a las indecibles sumas,
añádete jubiloso y aniquila el número.
Rainer Maria Rilke, Soneto 13- II
La empresa Diario de Salamanca S.L, No nos hacemos responsables de ninguna de las informaciones, opiniones y conceptos que se emitan o publiquen, por los columnistas que en su sección de opinión realizan su intervención, así como de la imagen que los mismos envían.
Serán única y exclusivamente responsable el columnista que haga uso de nuestros servicios y enlaces.
La publicación por SALAMANCARTVALDIA de los artículos de opinión no implica la existencia de relación alguna entre nuestra empresa y columnista, como tampoco la aceptación y aprobación por nuestra parte de los contenidos, siendo su el interviniente el único responsable de los mismos.
En este sentido, si tiene conocimiento efectivo de la ilicitud de las opiniones o imágenes utilizadas por alguno de ellos, agradeceremos que nos lo comunique inmediatamente para que procedamos a deshabilitar el enlace de acceso a la misma.