El resultado de las elecciones de Extremadura el pasado domingo 21 son un claro ejemplo del retroceso social y político que estamos viviendo no sólo en España sino en el resto del planeta. Es un ejemplo del crecimiento exponencial de la extrema derecha y que nos traslada a épocas que creíamos superadas.
El resultado de las elecciones al Parlamento extremeño del pasado 21 de diciembre ha dejado claro que la presidenta de esta Comunidad Autónoma, María Guardiola, se equivocó al adelantar la convocatoria electoral pensando que se iba a deshacer de la extrema derecha de VOX obteniendo mayoría absoluta. Pero no sólo se ha equivocado actualmente, sino que después de las elecciones autonómicas de 2023 en la que no obtuvo la victoria –quién la obtuvo fue el PSOE del fallecido Fernández Vara- manifestó que, en ningún caso, pactaría con formaciones políticas como VOX, que no creían en la existencia de la violencia de género, ni en la emergencia climática, ni en los objetivos de desarrollo sostenible, ni en quienes no reconocen la Memoria Histórica porque nunca consideraron al franquismo como una dictadura, sino que fue la Segunda República la causante de la Guerra Civil, siendo –según el pensamiento de la extrema derecha de VOX- precisamente Franco, quién con su “alzamiento nacional” salvó a España de comunistas, socialistas, anarquistas y separatistas, es decir, del “terror rojo” y de los defensores de la “anti España”.
Pensó, María Guardiola que nunca pactaría con VOX, pero, a renglón seguido formó entusiasmada con ellos gobierno regional, derogando, a petición de VOX, la legislación autonómica de Memoria Histórica, aprobando, en su lugar, una manifestación de las denominadas por la derecha del PP y la extrema derecha de VOX, “leyes de Concordia”, una normativa regional que blanquea el franquismo, que no lo califica como un régimen político dictatorial, que lo ocurrido el 17 y 18 de julio de 1936 no fue un golpe de Estado contra el régimen democrático constitucional republicano y que este régimen constitucional fue la causa de la Guerra Civil. No obstante, la señora Guardiola y después de aprobar esta ignominiosa legislación de concordia, manipuló el mensaje enviado a la opinión pública diciendo que convocaba elecciones para “librarse de VOX”. Si realmente quería librarse de la extrema derecha debió derogar esa ley de concordia –la izquierda le hubiera apoyado-, restaurar la normativa autonómica de Memoria Democrática y, entonces sí, convocar elecciones para quitarse de en medio a los ultras. No fue así y el electorado no sólo no atendió a su petición, sino que un amplio sector social de extremeños cabreados con la convocante y con la izquierda del PSOE que presentaba a un líder muy debilitado políticamente, se quedó en casa, aumentando considerablemente la abstención y propiciando un crecimiento exponencial de la ultraderecha de VOX.
Cierto es que el PSOE acudía quebrado a las elecciones porque su líder, Gallardo, había sido declarado “investigado” por la presunta comisión de delitos de malversación y tráfico de influencias por la contratación del hermano del presidente del gobierno, Pedro Sánchez, cuando Gallardo era presidente de la Diputación de Badajoz. Y esto es así porque ha habido organizaciones ultras, como “Hazte Oír” o seudo sindicatos, también ultras, como “Manos Limpias”, que han presentado querellas a destajo cuando los beneficiados de la gestión política son personas afines a la izquierda política y, en cambio, cuando lo son personas afines a la derecha política nunca interponen querellas. ¿Por qué no las han interpuesto contra el alcalde de Madrid, Martínez Almeida o la presidenta madrileña, Ayuso, su hermano, su novio y su jefe de gabinete, quienes también han podido cometer, presuntamente, delitos relacionados con la corrupción política y económica por el presunto enriquecimiento en la venta de mascarillas durante la pandemia, las muertes de 7291 ancianos en residencias de mayores de la Comunidad de Madrid o por presuntos fraudes a la Hacienda Pública?
Evidentemente no y tampoco de oficio los tribunales de justicia inician procesos penales contra cargos públicos de la derecha extrema del PP y la extrema derecha de VOX. Eso, bajo mi humilde opinión, es también otra clara manifestación de lawfare, utilizando la justicia para obtener réditos políticos.
Volviendo al resultado electoral en Extremadura, me resulta sorprendente que una región que posee una de las rentas y riquezas más bajas de España, que cuenta con un elevado número de personas que son jornaleros sin tierra y que históricamente han sufrido el sometimiento y el escarnio de los caciques y señoritos, hayan apoyado electoralmente a quienes siempre han defendido a sus “opresores”. Me resisto a creer que los extremeños quieran volver al oscuro pasado de terratenientes, caciques y opresores que tan bien caracterizó el gran Miguel Delibes en “Los Santos Inocentes”. Me resisto a creer que los extremeños quieran volver a aquella “Tierra sin pan” que tan bien divulgó Luis Buñuel en aquél famoso documental que había elaborado de la zona más deprimida de España en el primer tercio del pasado siglo, las Hurdes. Me resisto a creer que los extremeños quieran que se deroguen las políticas públicas que caracterizan al Estado del Bienestar, es decir, que se privaticen los servicios públicos esenciales de sanidad, educación y servicios sociales y que se recorten las pensiones, algo que ya ha hecho Milei en Argentina. Me resisto a creer, por otro lado, que los extremeños no quieran reconocer que en los últimos años los gobiernos socialistas de Pedro Sánchez han incrementado dignamente las pensiones de jubilación, incrementos que no han sido apoyados por las formaciones políticas que han resultado vencedoras de las elecciones extremeñas: PP y VOX
Me resisto a creer, por otro lado, que los extremeños quieran volver a los años de la dura represión de las personas más humildes, de los jornaleros pobres sin tierra y sin pan, de las ejecuciones que dirigía el coronel Juan Yagüe, alias “el carnicero de Badajoz” matando indiscriminadamente los días 14 y 15 de agosto de 1936 a unos 4.000 pacenses en la vieja plaza de toros de Badajoz, es decir, al 10 % de la población de la ciudad extremeña. Me resisto a creer que los extremeños tengan tan mala memoria, puesto que muchos de los ascendientes de los actuales ciudadanos extremeños, fueron fusilados por el régimen franquista y sepultados en indignas fosas comunes, en las que, por desgracia, continúan olvidados miles de personas aún vilmente torturadas previamente a las ejecuciones. Y los que ejecutaban, los que fusilaban, fueron los ascendientes políticos de quienes hoy abrazan las tesis reaccionarias y ultramontanas de VOX. Y que nadie diga, a este respecto, que el resultado electoral ha sido así porque los ciudadanos han querido castigar al PSOE por los presuntos casos de corrupción. Si hubiera sido así, también habrían castigado –y más duramente aún- al PP porque es la formación política que más corruptos tiene por metro cuadrado y que ya han sido condenados. También habrían castigado duramente a VOX porque, como sabemos, hay datos que hacen presumir que los jóvenes ultras de “la Revuelta” han desviado fondos que iban a ir a los daños causados por la DANA de Valencia, destinándolos a otros “menesteres” diferentes. Si así fuere, la formación política que hubiera ganado las elecciones porque es el que más limpio está de corrupción, hubiera sido el de Unidas por Extremadura.
En definitiva, los resultados de las elecciones extremeñas dan miedo, porque pueden devolvernos a tiempos pretéritos del nazismo de Hitler que provocó la Segunda Guerra Mundial y la masacre inmisericorde de millones de personas y de los fascismos italiano y español afortunadamente superados y son una clara manifestación de la manipulación de la realidad y de los mensajes de odio que diariamente predican los líderes de la derecha extrema del PP y de la extrema derecha de VOX.
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