La resolución, publicada en el BOCYL, reconoce esta práctica como una manifestación cultural viva ligada a la ganadería de reses bravas. El expediente destaca el papel fundamental del campo charro de Salamanca, que alberga 152 ganaderías, y su conexión con festejos como el Carnaval del Toro de Ciudad Rodrigo.
La Junta de Castilla y León ha iniciado el procedimiento para declarar la doma vaquera como Bien de Interés Cultural (BIC) de carácter inmaterial en la Comunidad. La decisión se ha hecho oficial a través de una resolución de la Dirección General de Patrimonio Cultural, con fecha de 17 de diciembre de 2025, publicada este viernes en el Boletín Oficial de Castilla y León (BOCYL).
El expediente, firmado por el Director General de Patrimonio Cultural, Juan Carlos Prieto Vielba, reconoce esta práctica como una manifestación cultural viva de indudable relevancia. Se define como un conjunto de saberes y prácticas de valor etnológico, vinculados en su origen a la ganadería de reses bravas y transmitidos de generación en generación, que ponen de manifiesto la interacción entre cultura y territorio, especialmente en el medio rural.
Los orígenes de la doma vaquera se remontan a la época musulmana con la denominada «monta a la jineta», una técnica de caballería que permitía conducir el caballo con una sola mano. Esta disciplina fue documentada en el siglo XVI por el burgalés Hernán Ruiz de Villegas en su «Tratado de cavallería a la gineta». Su evolución está directamente ligada a la fijación de las reglas de las corridas de toros a partir del siglo XVIII, cuando surgieron tareas específicas para manejar y seleccionar el ganado bravo en el campo.
La tradición ganadera de Castilla y León ha sido clave en su desarrollo. El documento destaca la influencia de fincas monásticas en la zona de Sahagún (León), donde aún pervive la ganadería de Valdellán. Asimismo, se menciona que la ganadería brava más antigua de España, Raso de Portillo, fue fundada en 1880 en Boecillo (Valladolid). Actualmente, el gran epicentro de la crianza del toro bravo se sitúa en el campo charro de Salamanca, que alberga 152 ganaderías, junto a otras provincias con presencia como Ávila y Valladolid.
La doma vaquera está también íntimamente relacionada con los encierros tradicionales, una de las expresiones festivas más extendidas en la Comunidad. El expediente cita como ejemplos el Carnaval del Toro de Ciudad Rodrigo, La Saca de las Fiestas de San Juan de Soria o los Encierros de Cuéllar, donde los caballistas juegan un papel fundamental en la conducción de los toros.
Además de su vertiente tradicional, la doma vaquera tiene una importante dimensión deportiva regulada por la Real Federación Hípica Española. Existen tres disciplinas principales: la Doma Vaquera de Competición, con ejercicios en pista; las Faenas y Doma de Campo, originadas en el antiguo acoso y derribo; y la Equitación de Trabajo, que integra diversas pruebas de manejo de ganado y velocidad.
Salamanca ha jugado un papel histórico en la consolidación de esta disciplina deportiva. El primer Campeonato de España de Acoso y Derribo se celebró en la provincia en 1970, con victoria de Miguel Bernardo de Quirós. Desde entonces, la Comunidad, y en particular el concurso de Ciudad Rodrigo, se ha consolidado como un escenario de referencia para esta práctica.
El expediente también describe los bienes materiales asociados, como la indumentaria. Aunque históricamente en las dehesas salmantinas se usaba el traje charro, en la actualidad se ha generalizado el traje corto andaluz en las competiciones. También son característicos los arreos del caballo, como la montura vaquera con estribos grandes que garantizan la estabilidad del jinete.
La transmisión de este conocimiento se realiza principalmente por la experiencia directa en el medio rural, aunque también se imparte formación en escuelas de equitación. La comunidad portadora es amplia e incluye a ganaderos, jinetes, pastores, veterinarios y artesanos como guarnicioneros y herreros.
Con la incoación de este expediente, la administración busca tutelar la salvaguarda de los valores que justifican la declaración, respetando la evolución natural de esta tradición. En caso de que durante la tramitación se determine que no reúne los requisitos para ser BIC, se contempla su posible inclusión en el Inventario de Bienes del Patrimonio Cultural de Castilla y León.