Con la ocasión de una conferencia sobre Antonio de Cabezón este jueves 18, en el Salón de actos de la nueva sede del Ateneo de Salamanca, me surgen las siguientes reflexiones sobre el hecho no explicado de por qué un músico que llegó a ser una cumbre del siglo XVI europeo, dentro de la Capilla de Felipe II y que humanamente fue una lección viva de cómo se puede conseguir una vida intensa y llena de realizaciones, a pesar de una ceguera adquirida en la infancia, Antonio de Cabezón goza de poco conocimiento y aprecio dentro de la cultura española.
Una primera aproximación a este hecho del aparente olvido de una de nuestras más valiosas figuras en Música, es que si bien la gran mayoría de sus obras ha llegado a nosotros gracias a la labor de su hijo Hernando, nos ha llegado demasiado poco de su rica vida personal, de su compleja y creativa personalidad, de su apasionante vida de viajero, presente en todos los grandes acontecimientos políticos del Imperio español,. Y aunque la obra de un creador la conozcamos, es necesario un mínimo de conocimiento de quién fue ese creador para “sostener” con el paso del tiempo su creación artística. El musicólogo alemán M. Santiago Kastner construyó un gran primer paso en el conocimiento de Cabezón con su publicación Antonio y Hernando de Cabezón: es una investigación exhaustiva sobre el entorno geográfico, histórico y musicológico que rodeó la vida de Cabezón; es mucha la documentación que me ha permitido, posteriormente, continuar la labor biográfica sobre Cabezón.
Fue la sólida traducción al español del libro de Kastner publicada y prologada por el gran intérprete organista Antonio Baciero, la que nos ha posibilitado este conocimiento de los hechos históricos y ambientales que enmarcaron su vida.
La obra de ambos, Kastner y Baciero, me ha permitido realizar mi aproximación psicobiográfica a este Cabezón, ejemplo de tantos valores y valentía.
El hecho anecdótico y suficientemente significativo de la pasividad que han mostrado las Instituciones oficiales sobre cultura de la ciudad de Ávila, ( ciudad en la que Antonio de Cabezón vivió con su familia la etapa más larga de su vida) parece explicar claramente esta pasividad: primero el pionero Santiago Kastner lo comentó en su libro, en segundo lugar Antonio Baciero nos informa en su Prólogo con respeto, pero con pena, de esta falta de colaboración de Ávila en dar a conocer a su valioso artista y finalmente un servidor ha sufrido también el no inexplicable de las instituciones abulenses a publicar su biografía. La base de esta triple negativa la tenemos que encontrar en la falta de conocimiento de su vida y obra.
No la falta de interés artístico musical y humano, que tan generosamente supo apreciar y cuidar nuestro rey Felipe II.
La empresa Diario de Salamanca S.L, No nos hacemos responsables de ninguna de las informaciones, opiniones y conceptos que se emitan o publiquen, por los columnistas que en su sección de opinión realizan su intervención, así como de la imagen que los mismos envían.
Serán única y exclusivamente responsable el columnista que haga uso de nuestros servicios y enlaces.
La publicación por SALAMANCARTVALDIA de los artículos de opinión no implica la existencia de relación alguna entre nuestra empresa y columnista, como tampoco la aceptación y aprobación por nuestra parte de los contenidos, siendo su el interviniente el único responsable de los mismos.
En este sentido, si tiene conocimiento efectivo de la ilicitud de las opiniones o imágenes utilizadas por alguno de ellos, agradeceremos que nos lo comunique inmediatamente para que procedamos a deshabilitar el enlace de acceso a la misma.