Su presidente, Javier Boyero, analiza la buena situación de precios para el productor, pero advierte sobre los grandes retos del sector: la falta de relevo generacional y la competencia de mercados como Mercosur.
La Marca de Garantía Ternera Charra se encuentra en un momento histórico. La entidad, referente de la calidad cárnica en la provincia de Salamanca, conmemora su cuarto de siglo de vida en un contexto de mercado complejo, definido por la escasez de oferta y la volatilidad de los precios. Javier Boyero, presidente de la asociación, ha realizado un balance exhaustivo de esta trayectoria, que comenzó oficialmente con la concesión de la marca en agosto del año 2000 y su puesta en marcha operativa en enero de 2001.
Lo que comenzó como un proyecto incierto, partiendo según sus propias palabras "de menos cero" y en una época donde no todo el sector remaba a favor, se ha transformado en una estructura sólida y reconocida. La evolución de las cifras avala esta gestión: de gestionar entre 1.000 y 2.000 vacas en sus inicios, la marca certifica hoy alrededor de 22.000 cabezas de ganado. Sin embargo, Boyero insiste en que la filosofía nunca ha sido la expansión desmedida.
"Lo importante no es crecer por crecer, es importante crecer, pero es más importante consolidar los crecimientos", asegura el presidente, destacando una estrategia de crecimiento sostenible que evita los picos de sierra en la producción y busca la estabilidad tanto económica como social para los ganaderos asociados.
El análisis de la situación actual del mercado revela una paradoja. Tras el estallido de la guerra en Ucrania, el sector sufrió un disparo de los costes de producción que, inicialmente, no se repercutió en el precio de venta, dejando a las explotaciones con una rentabilidad ínfima. Sin embargo, el escenario ha dado un vuelco significativo en el último año.
Actualmente, los costes de los insumos, especialmente los piensos y cereales, se han moderado hasta niveles "muy asequibles para el ganadero", aunque Boyero matiza que esta bajada está perjudicando gravemente al agricultor. Paralelamente, la escasez de animales a nivel nacional e internacional ha disparado el precio de la carne en origen.
"Para el ganadero nos está viniendo estupendo. Estamos consiguiendo compensar las pérdidas de años anteriores e incluso tener beneficios", reconoce Boyero con franqueza. No obstante, advierte de la otra cara de la moneda: el sufrimiento de carniceros y consumidores finales. La inflación general y el estancamiento de los salarios han provocado que el poder adquisitivo de las familias no avance al mismo ritmo que los precios de los alimentos, tensando la cadena de valor.

La falta de producto en el mercado no es coyuntural, sino estructural. Boyero identifica dos causas principales que están mermando la cabaña ganadera:
En el horizonte de las preocupaciones del sector se encuentra el acuerdo comercial con Mercosur y la entrada de carne procedente de países como Brasil, Argentina o Uruguay. La postura de Ternera Charra es clara: no se teme al libre mercado, siempre que las reglas del juego sean idénticas para todos.
Boyero denuncia la disparidad de criterios. Mientras que los ganaderos europeos y españoles cumplen con normativas sanitarias y de control exhaustivas, las grandes producciones sudamericanas compiten con modelos productivos diferentes. "En precio pueden competir, en calidad no", afirma, advirtiendo que si el precio en Europa sigue "desbocado", la entrada de producto extracomunitario sin los mismos controles de garantía podría aumentar, desplazando a la producción local de calidad.

La penetración de Ternera Charra en el mercado nacional es notable. Según los datos aportados por la presidencia, la distribución aproximada de la producción se reparte de la siguiente manera:
De cara al plan estratégico con horizonte 2028, la asociación apuesta por la diferenciación. En un mercado globalizado, "las carnes a granel tienen que desaparecer o competirán con mercados más baratos". La supervivencia pasa por ofrecer lo que otros no pueden: garantía y control.
La marca cuenta con sistemas de "cebaderos de integración" que permiten estabilizar la oferta, comprando animales a socios que no pueden cebarlos y cerrando acuerdos comerciales a largo plazo. Este sistema no solo asegura el suministro, sino que dota de estabilidad económica a la asociación, que opera sin ánimo de lucro.
Para el consumidor salmantino, el mensaje es directo. Más allá de la terneza o el color, propios de animales jóvenes y bien criados, lo que Ternera Charra vende es seguridad alimentaria. "Si hay un problema, nosotros somos capaces de detectar dónde, cómo y de qué manera ha llegado ese producto", concluye Boyero, poniendo en valor un sistema de control que actúa como barrera para evitar que cualquier anomalía llegue a la mesa del consumidor.