, 14 de diciembre de 2025
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¿Tienen derechos los animales?
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¿Tienen derechos los animales?

Actualizado 12/12/2025 08:50

Los humanos no somos los mejores amigos de los perros, ni de los gatos, los loros, las tortugas, los hámsters, los periquitos, los peces, las serpientes, etc., porque los hemos convertidos en mascotas.

El pasado día 10 se celebró el Día Internacional de los Derechos Humanos, aunque se habló poco de ello, una jornada que desde 1997 coincide con el Día Internacional de los Derechos de los Animales. Curioso coincidencia.

Los animales, como nosotros, también tienen una Declaración Universal de Derechos, Derechos que podríamos resumir en cuatro básicos: derecho a la vida, a la libertad, a no ser sometidos situaciones que causen dolor y a no ser considerados una propiedad. También curioso porque son muy parecidos a los nuestros

En septiembre del pasado 2023 publique una colaboración bajo el título ¿Perros? No gracias (por cierto, la más leída de aquel año) que en estos días he recordado al ver la serie Animal distribuida por Netflix sobre un veterinario de la Galicia rural sin dinero se ve obligado a trabajar en una enorme tienda-boutique para mascotas de todo tipo que está a cargo de su sobrina.

Es una comedia, pero ya sabemos desde los griegos que lo cómico bien utilizado resulta muy didáctico. En el argumento es constante la contraposición entre el profesional rural que ama y respeta a los animales y la gran empresa que simplemente los utiliza para obtener beneficios económicos satisfaciendo los caprichos de los dueños. Si para veterinario el bienestar de los animales es lo primero, para la empresa la prioridad son las compras que realicen los clientes.

Antes de seguir una pregunta que me inquieta ¿un perro es una mascota? Porque si no lo es ¿por qué vende todo lo relacionado con ellos en las tiendas de mascotas? Y si lo es ¿por qué ese interés de muchos en defender que son algo más? Y si aceptamos ese “algo más” ¿qué más son?

No me gustan las mascotas[1] en general, no me gusta todo ese sin fin de seres vivos a los que los más pijos llaman eufemísticamente “animales de compañía” porque creo que nuestra compañía cada vez les perjudica más. Los tiempos en que los perros, los gatos, los mulos o los caballos colaboraban con nosotros realizando tareas importantes y tradicionales como guardar los terrenos, las casas de labor o los ganados, eliminar los ratones o ayudar a labrar la tierra y transportar mercancías, en una relación de respeto y beneficio mutuo, ya han terminado hace algunas décadas, apenas queda nada. A la inmensa mayoría los hemos transformado en mascotas y las mascotas sólo sirven para satisfacción particular de ciertas personas y su exhibición pública.

Sí. hay perros que ayudan a invidentes y discapacitados, pero a costa de una educación espartana y la anulación de todos sus instintos naturales. Sí, hay perros que detectan drogas y cadáveres, pero a costa de hacerlos cocainómanos o necrófilos. Si, hay ratones y primates que colaboran en la investigación sobre medicamentos, vacunas o los viajes espaciales, pero en la mayoría de los casos a costa de sus propias vidas.

En su libro ¿Por qué amamos a los perros, comemos cerdo y usamos vacas? la psicóloga de la Universidad de Harvard Melanie Joy nos plantea la siguiente pregunta ¿Por qué amamos tanto a nuestros animales de compañía, animales a los que llamamos “mascotas”, y obtenemos un valor humano tan profundo de nuestras relaciones con ellos, pero luego nos damos la vuelta y llamamos a otros animales “cena”, y en virtud de esa distinción semántica nos sentimos con derecho a tratar a esos animales con cualquier tipo de crueldad, siempre y cuando baje el precio de kilo en el mercado?

El filósofo prusiano Immanuel Kant afirmaba que se puede juzgar el corazón de un hombre por cómo trata a los animales y el escritor, ensayista y poeta checo Milan Kundera nos hacía fijarnos en el curioso detalle de que los animales no fueron expulsados del paraíso.

Sé que hay matices incluso excepciones, pero yo nunca antepondré el bienestar de un animal al de un ser humano, aunque creo que es defendible aceptar sus, llamémosles sólo para entendernos, “derechos”. Claro que los humanos no somos mucho de respetar derechos sobre todo si son los de otros, somos más de reclamar las nuestros. Si a la vista está que no respetamos los que solemnemente nos concedimos a nosotros mismos en aquella lejana Declaración de diciembre de 1948 ¿cómo vamos a respetar los de los animales? La diferencia está en que nosotros al menos podemos reclamarlo, aunque lo hacemos poco, pero ellos no.

¿Ustedes creen que un animal disfruta de su derecho a la vida cuando se les inyectan productos experimentales o cuando se les somete a procesos de alto riesgo para probar la resistencia de ciertos materiales? ¿Ustedes creen que un animal goza de su derecho a la libertad cuando está encerrado la mayor parte del día, cuando le llevamos atados con correas, le coloquen bozales o cuando sólo puede mear, cagar y follar, cuando a su amo o a su ama le viene bien? ¿Ustedes dirían que un animal conserva su derecho a no es sometido a situaciones de dolor cuando se le inserta un chip en alguna parte de su cuerpo para tenerle localizado, cuando se le esteriliza o se le castra, cuando se le cortan las orejas o el rabo para que luzcan mejor en una exposición o cuando se le cortan las uñas para que no nos dañe? ¿Ustedes creen que estamos respetamos su derecho a no los consideramos de una propiedad cuando les compramos y vendemos, cuando les cortamos el pelo como no apetece, cuando les ponemos lazos, guantes, zapatitos o camisetas, aunque sean de AC/DC?

Yo, sinceramente, no lo creo. Ellos sólo lo soportan porque ya no tienen otro remedio, porque les hemos desarraigado de sus habitas naturales hace siglos, porque les hemos desprovisto de sus instintos más primarios y domesticado para que nos obedezcan ¿qué diferencia hay con tener un esclavo?

Y toda esa sumisión la confundimos con cariño únicamente para tranquilizar nuestras conciencias, pero los animales no tienen afectos porque eso es un estado enomcioal, y caso de que los tuvieran desde luego no serían hacia los seres humanos porque con amigos como nosotros ¿quién necesita enemigos?

[1] Yo diferencio entre animales y mascotas.

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