Se sortearon 23 lotes con las distintas partes del animal
La localidad de Villar de la Yegua volvió a rendir homenaje este sábado a uno de sus rituales más arraigados: la matanza del cerdo. Una celebración que la Diputación de Salamanca impulsa desde hace años y que, en esta edición, volvió a contar con la estrecha colaboración del Ayuntamiento y la participación cómplice de los vecinos.
La Plaza Mayor, corazón del pueblo, se transformó desde primeras horas en un auténtico taller al aire libre. Allí, junto a una fogata generosa que servía para calentar el agua y freír los torreznos —dorados, crujientes, perfumados de humo—, fueron tomando forma las tareas que marca la tradición. El ambiente se aderezó con vino caliente y un aguardiente recio, tan propio de estas tierras, mientras los sones de gaita y tamboril de Diego González acompañaban los trabajos con un pulso festivo que remite a otros tiempos.
Para reforzar la organización del evento, el municipio puso a la venta papeletas destinadas a un sorteo de 23 lotes con las distintas partes del animal. Se ofrecían dos modalidades: la papeleta de 10 euros, que daba derecho no solo a participar en el sorteo sino también a disfrutar del desayuno, el almuerzo y la comida de la jornada; y la de 2,50 euros, concebida exclusivamente para optar a los lotes.
Como manda la costumbre, el consistorio designó a los matanceros de honor, un gesto simbólico que cada año reconoce la memoria y el oficio de quienes mantienen viva esta tradición. En esta ocasión, la distinción recayó en dos vecinos de la localidad, Agustín San José y Antonia Benito, cuyo nombramiento encarna el agradecimiento colectivo hacia quienes han contribuido a preservar este patrimonio cultural inmaterial que identifica a la comarca.