Con motivo del 50 aniversario de la Facultad de Educación de la UPSA, su decano, Fernando González, analiza la trayectoria del centro y los retos de la formación docente. En la entrevista, aborda el impacto de la inteligencia artificial, el debate sobre el 'Libro Blanco' y defiende un modelo educativo basado en el humanismo y la práctica.
La Facultad de Educación de la Universidad Pontificia de Salamanca (UPSA) conmemora este curso un hito histórico: su 50 aniversario. Medio siglo de vida académica que consolida a la institución como un referente nacional en la formación de maestros de Educación Infantil y Primaria, así como de profesionales en Ciencias de la Actividad Física y del Deporte (CAFyD). Desde sus orígenes maristas en la Escuela de Magisterio Luis Vives hasta la actualidad, por sus aulas han pasado miles de educadores que hoy sostienen la enseñanza en numerosos centros de todo el país.
La oferta académica de la Facultad ha evolucionado para adaptarse a las demandas sociales y profesionales, abarcando desde los grados de Maestro en sus modalidades presencial y semipresencial, hasta una amplia gama de posgrados. Entre ellos destacan el Máster en Formación del Profesorado, el de Pedagogía o títulos de formación permanente en áreas especializadas como el rendimiento en fútbol o la musicoterapia. Con la mirada puesta en la innovación, el centro combina el rigor académico con una fuerte vinculación práctica, integrando retos actuales como la digitalización y la atención a la diversidad.
Para abordar este momento conmemorativo y los desafíos que enfrenta la profesión docente, SALAMANCA RTV AL DÍA conversa con Fernando González, decano de la Facultad. González, quien asumió el cargo hace unos meses, reflexiona sobre la vocación de los estudiantes, la irrupción de la Inteligencia Artificial en las aulas y el debate abierto sobre el futuro de los planes de estudio en España.
P: Lleva al frente del Decanato unos meses, aunque su vinculación con la gestión de la Facultad viene de lejos. ¿Cómo está viviendo esta nueva etapa y qué prioridades se ha marcado para el actual curso académico?
R: La estoy viviendo con gratitud, responsabilidad y continuidad. Gratitud por la confianza depositada en mí y por el trabajo de quienes me han precedido; responsabilidad porque la Facultad de Educación de la UPSA ha formado a miles de maestros y maestras que hoy sostienen y apoyan la vida de muchos centros; y continuidad porque llego al Decanato después de años vinculado a la gestión académica y conozco y valoro la historia, los retos y el potencial de nuestra Facultad.
En cuanto a las prioridades, trabajar coordinada y asiduamente con las autoridades y equipos universitarios en las líneas estratégicas; situar más al estudiante, reforzando la atención personalizada, el acompañamiento académico y vocacional y el cuidado de sus trayectorias; también consolidar y valorar la calidad docente e investigadora del profesorado, promoviendo su promoción, investigación y trasferencia; de igual forma, impulsar los planes de estudio que se deriven de la nuevas normativas futuras. Queremos fortalecer la comunidad educativa de la Facultad y seguir construyendo una institución abierta, dialogante y comprometida con la innovación y las necesidades sociales.
P: Este curso es especialmente significativo por la celebración del 50 Aniversario de la Facultad. Más allá de la efeméride, ¿qué representa este hito y qué actividades o proyectos clave tienen previstos para conmemorar medio siglo de dedicación a la docencia?
R: Cumplir 50 años supone hacer memoria agradecida y, al mismo tiempo, renovar el compromiso con el futuro. Representa medio siglo acompañando la vocación de miles de maestros y maestras que se han formado en nuestras aulas desde 1975, destacando los orígenes maristas en la Escuela de Magisterio Luis Vives. Significa compartir con maestros y profesores ilusiones, retos, frecuentes cambios normativos e importantes transformaciones socioeducativas. Es también el reconocimiento del papel que la Facultad de Educación ha tenido y sigue teniendo en la historia reciente de Salamanca, de Castilla y León y del resto del país. Supone un agradecimiento especial a los centros educativos que colaboran directamente en la formación de los futuros maestros y maestras acogiéndoles en las prácticas escolares.
Queremos que el aniversario sea una oportunidad para pensar qué maestros necesita hoy la sociedad y cómo vamos a formarles. En este sentido, hemos realizado la apertura oficial del año del Aniversario en la sede central de la Universidad con presencia de las autoridades universitarias y del ámbito marista, quienes iniciaron esta historia formativa. Todos los actos académicos, encuentros, jornadas y sesiones de diferentes tipos, cuentan con la presencia de exalumnos que pasaron por las aulas de la Facultad y son hoy un referente profesional en sus entornos. También contaremos con expertos de diferentes áreas que apoyarán con su presencia, experiencias y formación. Los antiguos alumnos y docentes que han hecho posible esta historia, contarán con espacios para destacar sus experiencias significativas, proyectos de innovación y la importancia de la práctica escolar y de sus respectivas especialidades en el centro escolar.
El 50 Aniversario será un tiempo para visibilizar historias de trayectorias de graduados, experiencias de aula, iniciativas solidarias, educativas e innovadoras que motiven al alumnado actual. Los interesados y participantes podrán seguirnos en las redes sociales y en la web upsa.es

P: La Facultad de Educación de la UPSA es un referente y miles de maestros en activo se sienten orgullosos de haberse formado aquí. Desde su perspectiva, ¿cuál es el "sello UPSA"?
R: Cuando hablamos del “sello UPSA” en Educación menciono tres rasgos: una formación profundamente humanista, que concibe la educación como acompañamiento integral de la persona. No formamos solo profesionales competentes, sino educadores capaces de mirar a sus alumnos con respeto, cercanía y sentido de la dignidad. El segundo rasgo es la combinación de rigor académico y fuerte vinculación con la práctica. Nuestros estudiantes viven la teoría como una herramienta para interpretar y transformar lo que ocurre en las aulas reales. La presencia de centros de prácticas y la colaboración con sus equipos docentes son clave en este sentido. Y el tercero es la identidad propia de la UPSA, traducida en un estilo educativo centrado en la atención personal, el acompañamiento y la formación en valores. Nuestros titulados queremos que se destaquen en esas mismas características.
P: ¿Qué valores o competencias diferenciales aporta un maestro formado en sus aulas a la sociedad actual?
R: En el plano personal, los futuros educadores son profesionales con una sólida base ética, capaces de tomar decisiones responsables y participativas, trabajar en equipo, gestionar conflictos y sostener proyectos y procesos educativos. La resiliencia, la capacidad de escucha y la sensibilidad inclusiva son competencias básicas actuales. En el plano profesional, cuidamos la competencia didáctica: saber diseñar, implementar y evaluar programaciones didácticas y situaciones de aprendizaje significativas, inclusivas y motivadoras, centradas en la atención a la diversidad, el enfoque competencial, el uso crítico de recursos digitales y la capacidad de leer el contexto donde se trabaja. Y en el plano social, aspiramos a que nuestros docentes sean agentes de cambio en la comunidad como profesionales comprometidos con la equidad, la justicia social, la convivencia y la construcción de una ciudadanía democrática e intercultural.
P: La profesión de maestro es eminentemente vocacional. Sin embargo, los docentes se enfrentan hoy a retos enormes: comportamientos disruptivos, el uso de móviles, bullying... ¿Perciben que esta vocación inicial de sus estudiantes se mantiene intacta o notan cierta preocupación ante la realidad que les espera en las aulas?
R: Seguimos encontrando una fuerte vocación en muchos de nuestros estudiantes, con el deseo de dedicar su vida a la educación con experiencias vitales significativas. Al mismo tiempo, son conscientes de la complejidad que tiene gestionar la convivencia, las emociones, el impacto de las redes sociales o el desgaste profesional. Nuestro papel consiste en ayudarles a integrar la dimensión vocacional, reflexionando sobre la práctica, el análisis de casos escolares, la formación en competencias, la prevención del acoso y la gestión de la diversidad en el aula. Tenemos que responder a las nuevas necesidades socioeducativas, fomentando la transversalidad. Intentamos que la educación siga siendo un lugar privilegiado para acompañar procesos, generar oportunidades y construir futuro. Y eso merece la pena, aunque requiera mucho esfuerzo y formación.
P: El debate sobre el futuro de la formación de maestros está sobre la mesa con el borrador del 'Libro Blanco'. ¿Qué opinión le merece la propuesta de una prueba de acceso específica, la ampliación del grado a cinco años y la inclusión de un año de especialización similar al MIR educativo?
R: Los Libros Blancos acaban de ser aprobados por la CODE (Conferencia de Decanas y Decanos) con la implicación de sus centros. La elaboración de los mismos durante dos años y medio ha supuesto un debate necesario y oportuno. La formación de maestros merece ser pensada con profundidad, buscando las respuestas formativas mejores para la sociedad actual. A partir de estos Libros, de otras propuestas de expertos e implicados y del propio Ministerio, saldrán las normativas que orienten y regulen los nuevos planes de estudios, que respondan a las actuales necesidades. Lo que quiere decir que la propuesta de dichos Libros Blancos no es la única y los resultados pueden ser diversos e imprevisibles. Por ello, habrá que esperar para ver la concreción de las nuevas órdenes ECI y las novedades que aportan. La Educación Infantil, la Educación Primaria, Pedagogía, Educación Social y el Máster de Formación del Profesorado han sido los Libros Blancos aprobados y esperan las nuevas normativas. Toca esperar para ver y valorar las normas, después de la reflexión profunda desarrollada para mejorar la formación inicial del profesorado desde las facultades de educación.
P: Más allá de los cambios normativos, la pedagogía está en constante evolución. ¿Cómo preparan a los futuros maestros para que utilicen eficazmente las nuevas metodologías y qué papel juegan herramientas como la Inteligencia Artificial en sus planes de estudio?
R: Intentamos que nuestros estudiantes vivan en primera persona las metodologías que luego se les invita a aplicar en sus aulas. No basta con explicar el aprendizaje cooperativo, el aprendizaje basado en proyectos o el aprendizaje-servicio; es necesario que experimenten cómo se planifican, qué dificultades surgen, cómo se evalúan y qué impacto tienen en la motivación y en los resultados de aprendizaje.
Por eso, el aula universitaria se convierte en muchas ocasiones en un laboratorio donde se diseñan secuencias didácticas, se trabaja por proyectos, se incorporan rúbricas y herramientas de evaluación formativa, se analizan evidencias de aprendizaje y se reflexiona sobre la inclusión, la atención a la diversidad y el diseño universal para el aprendizaje (DUA).
En cuanto a la Inteligencia Artificial, creo que la estamos integrando de manera progresiva y crítica. La Universidad nos ha marcado unos lineamientos y nosotros tratamos de orientar a nuestro alumnado como futuros maestros, hacia el conocimiento de las posibilidades que ofrecen algunas herramientas de IA —para diseñar materiales, personalizar actividades, apoyar la evaluación, etc.— pero también sus límites y riesgos éticos. Trabajamos la competencia digital docente, la protección de datos, el pensamiento crítico ante la información y el uso responsable de estas herramientas. La clave es que la tecnología esté al servicio de una buena pedagogía, y no al revés. En este sentido, ya hemos realizado cuatro jornadas formativas de IA y Educación tanto para el profesorado como para el alumnado y seguiremos en el mismo proceso, sobre todo para conocer y responder a las rápidas novedades que se producen.

P: Como institución arraigada en Salamanca, ¿de qué manera contribuye la Facultad al tejido educativo y social de la ciudad y de Castilla y León?
R: La contribución se da en varios niveles. Muchos de los maestros y maestras que trabajan en los centros educativos de Salamanca y provincia, de Castilla y León y en otras Comunidades y contextos se han formado en esta Facultad, y eso crea un vínculo muy fuerte. Cuando visitamos los centros por cuestiones de prácticas escolares, por proyectos compartidos y por otras circunstancias, encontramos maestras y maestros felices y agradecidos con la Facultad, la formación recibida y lo personalizan sobre todo en los profesores que llevamos más tiempo y que les tuvimos como alumnos en las aulas. Nuestros estudiantes participan en dichos centros en iniciativas de refuerzo educativo, proyectos de convivencia, programas de educación en valores y acciones de voluntariado que tienen un impacto directo en la comunidad. Finalmente, la Facultad aporta también conocimiento especializado: investigación aplicada, asesoramiento, formación permanente del profesorado, participación en redes y proyectos con la administración educativa y con otras instituciones. Queremos ser un interlocutor fiable y cercano para todos aquellos que trabajan por una educación de calidad en la ciudad, la provincia y en la región.
P: ¿Existen sinergias con colegios locales, instituciones o programas de prácticas que refuercen ese vínculo con el entorno más cercano?
R: Sí, mantenemos una amplia red de convenios de prácticas con centros educativos de titularidad pública, concertada y privada de la ciudad, de la provincia y del resto de Comunidades Autónomas de donde procede nuestro alumnado y donde realizan sus prácticas escolares, enriqueciendo a sus propios contextos de referencia. Esa red va mucho más allá de la mera acogida de estudiantes: en muchos casos se generan proyectos compartidos de innovación, investigación o formación.
Asimismo, colaboramos con instituciones y entidades que trabajan en ámbitos como la inclusión social, la discapacidad, la infancia en situación de vulnerabilidad, la población gitana, la educación no formal o la animación sociocultural. Todo ello, permite a nuestros estudiantes conocer realidades diversas, sensibilizarse ante estas situaciones y ampliar su mirada sobre lo que significa educar hoy.
Nos interesa especialmente que los centros educativos se sientan parte de la Facultad y que la Facultad se sienta parte de los centros. Cuando el vínculo es estrecho, todos ganamos: los alumnos universitarios, los colegios, las familias y, sobre todo, los niños y niñas que se benefician de una mejor respuesta educativa.
P: Para finalizar, mirando más allá del aniversario y del curso actual, ¿cuáles son los principales proyectos estratégicos o las grandes aspiraciones que tiene para la Facultad de Educación en los próximos años?
R: Mirando al futuro, me gustaría que la Facultad de Educación se afianzara como un referente en la formación inicial y continua del profesorado, en la investigación aplicada, la innovación educativa, y la formación de calidad que responda a las nuevas necesidades con nuevos perfiles de docentes. Queremos seguir fortaleciendo la investigación en didáctica, currículo, organización escolar, inclusión y educación en valores; consolidar equipos y líneas de trabajo que dialoguen con las prioridades de los centros y de la administración; y potenciar la transferencia de ese conocimiento en forma de materiales, asesoramiento y proyectos compartidos.
Queremos también avanzar en internacionalización —a través de alianzas con otras universidades, programas de movilidad y proyectos conjuntos—, reforzar la dimensión intercultural de nuestra oferta y seguir cuidando la identidad humanista y cristiana propia de la UPSA con una formación académicamente exigente, humanamente cercana y socialmente comprometida. Seguir formando buenos maestros, maestras y profesores, capaces de sostener espacios educativos de aprendizaje, inclusión y de esperanza para las nuevas generaciones.
FOTOS: David Sañudo