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"El populismo y la falta de respeto al pluralismo político han deteriorado enormemente la Constitución"
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Agustín S. de Vega, profesor Titular de Derecho Constitucional de la USAL

"El populismo y la falta de respeto al pluralismo político han deteriorado enormemente la Constitución"

Actualizado 01/12/2025 10:19

Con motivo del 47 aniversario de la Constitución española, el presidente del Consejo Consultivo de Castilla y León analiza su vigencia, advierte sobre el deterioro causado por el populismo y la falta de consenso político, y defiende la democracia como el mejor sistema para la dignidad humana.

El salmantino Agustín S. de Vega, profesor Titular de Derecho Constitucional de la Universidad de Salamanca, lleva cerca de siete años al frente del Consejo Consultivo de Castilla y León. Esta entidad, fundamental en el entramado autonómico, tiene como fin principal velar por la legalidad de la actuación administrativa en su tarea cotidiana de prestar servicio a los castellanos y leoneses.

Desde su doble faceta de experto constitucionalista y responsable institucional, De Vega reflexiona sobre la situación política actual, la vigencia de la Constitución y el papel garante de la institución que preside.

La labor garante del Consejo Consultivo

P. ¿Qué labor desempeña exactamente el Consejo Consultivo de Castilla y León?

R. El Consejo Consultivo es el "superior órgano consultivo" de la Administración de la Comunidad y de la Junta. Con independencia y en un ámbito estrictamente jurídico, presta servicio a ésta y a los ciudadanos y entidades públicas más próximas a ellos: los municipios. También facultativamente al presidente de la Junta y de las Cortes y a las universidades públicas de Castilla y León.

En tres ámbitos: el de la legalidad y control previo de las propuestas normativas de la Junta (anteproyectos de ley y proyectos reglamentarios); el de la defensa de los derechos de los ciudadanos ante el funcionamiento de los servicios públicos (sanidad, servicios sociales, educativos, etc.); y además, como Tribunal Administrativo de Recursos Contractuales resuelve los recursos que en materia de contratación pública se presentan contra las administraciones (autonómica y local) de Castilla y León en cuanto órganos de contratación.

P. Sin embargo, no tiene capacidad ejecutiva. ¿Eso resta efectividad a las resoluciones que se presenten sobre cuestiones problemáticas?

R. Así es la función consultiva. Como Consultivo nuestros dictámenes no son vinculantes, pero son cumplidos en un 95 % de los casos, porque al Consejo se le reconoce una especial auctoritas en el ámbito jurídico. Pero no sustituye la voluntad de la Administración, que es la institución a la que corresponde finalmente decidir. Cuando actúa como Tribunal administrativo, sin embargo, nuestras resoluciones son vinculantes y tienen similitudes evidentes con los fallos judiciales.

P. Pónganos algunos ejemplos de resoluciones que hayan afectado a los ciudadanos.

R. En realidad, todas ellas; porque la intervención del Consejo Consultivo ante reclamaciones sobre derechos afectados por el funcionamiento de los servicios públicos, son los casos más numerosos que dictaminamos. En el momento en que el ciudadano presenta una reclamación de responsabilidad patrimonial contra la Administración, se activa la preceptividad del dictamen. Nuestra labor consiste en constatar si tal funcionamiento les ha causado un daño efectivo, y, si ello es así, que la cuantía indemnizatoria a favor del ciudadano se ajuste a derecho y compense tal daño.

Con relativa frecuencia el Consejo, a la vista de los hechos y circunstancias del caso, se separa del criterio mantenido por la Administración, siempre en defensa de la legalidad y de los derechos ciudadanos. Por ello, el procedimiento y la argumentación de los dictámenes son similares al de las sentencias judiciales.

Análisis de la Constitución en su 47 aniversario

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P. Usted también es profesor de Derecho Constitucional de la USAL. ¿Sigue ejerciendo la docencia?, ¿echa de menos ese contacto diario con los estudiantes?

R. El cargo de presidente del Consejo Consultivo de Castilla y León es incompatible con la docencia en la Universidad. Exige dedicación exclusiva. Y ciertamente me aleja del contacto con los estudiantes, de su juventud, frescura de ideas y cercanía a los problemas diarios; y eso se echa de menos.

P. El 6 de diciembre la Constitución de España cumplirá 47 años. ¿Cree que goza de buena salud?

R. En general, sí. Es una Constitución homologable a la de los países democráticos; incluso permite espacios políticos que otras no admiten o soslayan. La Constitución nos ha dado el mayor periodo de paz democrática de toda la historia de España; que ya es larga.

Lo que no da buena salud a la Constitución es el uso que se hace de ella por parte de algunos ámbitos de la política. El populismo, la falta de respeto al sistema democrático o al pluralismo político, la han deteriorado enormemente en estos últimos años.

P. ¿Es muy complicado cambiar algo de la Carta Magna?

R. Algunos Títulos o partes de la Constitución sí son difíciles de modificar: los grandes principios constitucionales, los derechos fundamentales o la Corona. El resto es relativamente sencillo. De hecho se ha reformado en tres ocasiones (1992, 2011 y 2024), con una mayoría cualificada (de 3/5 del Congreso y del Senado), y sin la participación directa de los ciudadanos en tales reformas.

P. En su opinión, ¿qué es lo mejor y lo peor de nuestra Constitución?

R. Seguramente lo mejor sea el amplio reconocimiento de los derechos, el modelo representativo y parlamentario (la Monarquía parlamentaria) y la idea de la distribución territorial del poder político, que han dado grandes éxitos a la Constitución como modelo de convivencia democrática. Pero quizá la falta de engranajes previstos en favor de la unidad del Estado sea uno de los defectos más palpables. El diseño del Senado como cámara de representación territorial y la escasa claridad del Título VIII han supuesto un verdadero "quebradero de cabeza" constitucional. Merecen una reforma.

Clima político y consenso

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P. ¿No le parece que el panorama político actual está muy lejos del espíritu de consenso que hubo durante la transición española?

R. Está muy lejos. De todos modos, aquel consenso sirvió para poner en marcha el edificio constitucional. El acuerdo se sustanció para un cambio de forma de Estado (democrático) y de forma de gobierno (parlamentaria). El cambio fue colosal. Pilotado por una generación de políticos muy cualificados y generosos, que tuvieron como motor al Rey Juan Carlos, con nombres por todos conocidos: Torcuato, Suárez, Felipe, Carrillo, los "siete padres de la Constitución" y un largo etcétera. Un verdadero "proceso revolucionario", como ha dicho el Rey Felipe estos días.

Seguramente no volvamos a revivirlo con aquella intensidad de emociones. Pero los ciudadanos sí tenemos derecho —y deberíamos exigirlo— a más mesura política, dignidad, calma e intento de acuerdo sobre las cuestiones fundamentales del Estado, que hoy no existe.

P. ¿Ve reversible esta situación?

R. En la medida en que alguno de los grandes partidos caiga en la idea de no llegar a acuerdos deliberadamente, como estrategia y método político (que es la antítesis del gobierno parlamentario), ello resultará imposible. Es necesaria la vuelta al mutuo respeto político, desterrar el cinismo y también el desacuerdo sistemático, y retornar al respeto de las reglas escritas y no escritas de la democracia. Si no es así, resultará difícil recomponer el espectáculo en que se ha convertido la política española. Y ello afecta directamente a la comprensión cabal de la Constitución democrática. Parece mentira que algunos no tengan más presente la historia.

P. Además, la situación se complica con el auge de los extremismos entre parte de los jóvenes, una tendencia creciente en Europa. ¿Qué explicación encuentra al respecto?

R. Es una pregunta compleja, en la que se concitan cuestiones políticas, económicas, sociales y culturales. En todo caso, a quienes tengan admiración por los sistemas autocráticos (sean de derechas o de izquierdas) les diría, con la experiencia acumulada que dan los años, que, aun con sus posibles defectos, la democracia es el mejor sistema político, sin duda alguna; y que fuera de la democracia "hace mucho frío". Que lo razonable es intentar mejorarla, no destruir sus fundamentos; porque no hay ningún otro sistema político que se acomode mejor a la dignidad del ser humano.

P. Siempre nos quedará la baza de la educación. Usted es docente en la USAL, ¿confía en el poder transformador de la enseñanza?

R. Por supuesto. Una educación objetiva, plural, sin apriorismos críticos y de calidad en su contenido, basada en la libertad e igualdad en el conocimiento, es el mejor antídoto contra la ignorancia, y el gran aliciente para el desarrollo de la personalidad.

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Fotos de David Sañudo