Se acerca la Navidad y la fiesta de san Juan de la Cruz. Por estos acontecimientos que celebramos quiero exponer unas breves ideas de san Juan de la Cruz.
Cristo ha experimentado en su vida las consecuencias de la encarnación. Desde que nació hasta que murió, vivió en pobreza. Quiso “vivir en pobreza y morir en miseria” (2S 19.7), haciendo en todo la voluntad de su Padre” (D 165). La encarnación es el fundamento y síntesis de todos los demás misterios.
Toda la vida de Jesús fue una donación al Padre y se entregó como precio de nuestra liberación. Dios nos lo dio y nos lo dijo todo en él, dándonosle a todos nosotros como “Hermano, Compañero y Maestro, Precio y Premio” (2S 22,5). Cristo libertador, “por medio de su muerte y pasión” (C 23,2), terminó con la esclavitud, infundiendo en cada hombre un “corazón de hijo” (1S 4,5). Cristo nos revela el verdadero rostro del Padre. Él es la palabra única, plena y definitiva del Padre: “Una Palabra habló el Padre, que fue su Hijo” (D 104).
Tanta importancia da San Juan de la Cruz a la imitación de Cristo, que escribe a Ana de Jesús: “Desee hacerse en el padecer algo semejante a este gran Dios nuestro, humillado y crucificado, pues que esta vida, si no es para imitarle, no es buena” ( Ep 20). El es el único modelo de imitar, ya que quien imita a Cristo, nunca errará (D 161). Imitar a Cristo es conformarse con su vida, “la cual debe considerarse para imitar y haberse en todas las cosas como se hubiera él” (1S 13,3).
El móvil de todo el programa de Juan de la Cruz es el amor de Cristo. Las fórmulas de seguimiento cristocéntrico son: “Por amor de Jesucristo” (1S 13,4). El escoger, también ha de hacerse “por Cristo” (2s 7,5); el llevar adelante la obra comenzada impone voluntad y sacrificio “queriendo que les cuesta algo este Cristo” (Ep 16).
Seguir a Cristo es: poner los ojos en Dios por fe y esperanza (3S 12,1);
- poner los ojos en Dios y en agradarle (1N 3,2);
- mirar a su Hijo (2S 22,6);
- abrir los ojos ante el Esposo.
Cristo es la pupila de los ojos de Dios y es la pupila de los ojos de los hombres. Poner los ojos en Cristo, como único camino, es cegar, cerrar y apartar los ojos de todo lo demás.
El miércoles día 10 de diciembre daré una charla en a capilla del convento de los Carmelitas Descalzos, a las 19h, Zamora 59.
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