El periodista gazatí ha relatado sus vivencias tras sobrevivir 21 meses en la Franja. Hammad asegura que la realidad "es mucho peor" que la que muestran los medios y describió la profunda "culpa del superviviente" que siente en España
La Facultad de Educación de la Universidad de Salamanca ha acogido esta mañana la jornada 'Palestina hoy: Educar en situación de emergencia', un espacio de reflexión que ha contado con un testimonio de excepción. Kayed Hammad, periodista e intérprete gazatí, ha compartido su experiencia tras haber logrado salir de la Franja de Gaza hace apenas cinco meses, después de haber permanecido 21 meses en el epicentro del conflicto.
La mesa redonda ha servido para analizar los retos que enfrenta la población palestina y las dificultades extremas para el acceso a la educación en contextos de crisis. Junto a Hammad, han participado Lorena Gamito, directora de Acción Humanitaria, Emergencias y Desarrollo en UNRWA España; y Jesús Moreno Arriba, profesor del Departamento de Geografía de la USAL. Asimismo, la sesión ha contado con la intervención telemática de Amal Abu-Warda Pérez, profesora de Relaciones Internacionales de la Universidad Complutense de Madrid.
Previamente, Hammad ha atendido a este medio de comunicación. "La vida ahí es un milagro, quedarse vivo es un milagro, y salir de ahí otro milagro", ha asegurado, quien atribuye su supervivencia a una cuestión de suerte o, como ha matizado con ironía, al hecho de que "bicho malo nunca muere".
Uno de los puntos más impactantes de sus declaraciones ha girado en torno a la diferencia entre la cobertura mediática y la vivencia directa sobre el terreno. Ante la pregunta de si las imágenes que llegan a Occidente reflejan la situación real, su respuesta ha sido tajante: "Es mucho peor".
Hammad ha descrito una realidad sensorial que escapa a los objetivos de las cámaras de televisión. "Cuando llegas a un lugar recién bombardeado, el olor de la carne asada, carne humana, o de carne podrida, o de heridos que no tienen tratamiento y se pudren sus heridas...", ha detallado. El intérprete ha hecho hincapié en escenas dantescas, como la de "gente que está aplastada entre dos techos", situaciones a las que ni siquiera los equipos de grabación pueden acceder físicamente.
Estas vivencias han dejado una huella imborrable en su memoria. "Eso está fijo en la memoria hasta la muerte, supongo", ha reconocido con resignación, admitiendo la imposibilidad de olvidar lo presenciado durante casi dos años de asedio.
A pesar de encontrarse físicamente en Salamanca para asistir a esta jornada, Kayed Hammad ha confesado que mentalmente sigue atrapado en Gaza. "Es muy difícil desconectarse de allí", ha explicado, señalando que mantiene contacto diario con sus familiares. "Tenemos el corazón y el cerebro repartidos", ha manifestado en referencia a sus hermanas, hermano y sobrinos que permanecen en la Franja junto a los "dos millones de personas" que considera su gente.
Esta dualidad le genera un profundo sentimiento de culpa en su vida cotidiana en España. La seguridad y el acceso a recursos básicos, que aquí se dan por sentados, se convierten en un recordatorio constante del sufrimiento de los suyos. "Aquí muchas veces yo me siento culpable. Cuando yo como tres veces al día, tengo agua siempre...", ha relatado visiblemente afectado.
Esta carga emocional condiciona incluso las conversaciones telefónicas con su familia. Hammad ha explicado que evita dar detalles sobre su bienestar para no herir la sensibilidad de quienes siguen bajo las bombas. "A mí me preguntan, ¿cómo estás aquí? Les digo bien, pero sin detalles", ha asegurado. El periodista opta por desviar la conversación y preguntarles qué han comido ellos, ocultando su propia realidad porque, tal y como ha concluido, al contrastar ambas situaciones "uno se siente muy mal".