Pablo de Unamuno recuerda el concepto de libertad en la obra de Miguel de Unamuno

Los miércoles de Santo Tomás, de la mano del reverendo Rubén Legidos y de los periodistas y artista Lira Félix, Elena Vecilla y Miguel García, se convierten en una más de las propuestas culturales de una ciudad que conjura el frío con el encuentro. Y si es alrededor de la conferencia impartida por Pablo de Unamuno, mucho más. Su persona concita la admiración, el afecto y es su cercanía y bonhomía sabia la que mejor puede acercarnos a la persona de su abuelo. Un abuelo al que nunca conoció y sin embargo, siempre ha representado con humildad y admiración. Y no puede ser más emocionante dejar que su voz se alce en medio de la parroquia anglicana de la que fue pastor el amigo de Don Miguel –Pablo de Unamuno se dirige indistintamente a su abuelo por su nombre o con un contundente “mi abuelo”- nunca suficientemente recordado, Atilano Coco.

Y viene Pablo de Unamuno a hablarnos de la libertad, esa que leía el jovencísimo bilbaíno en la nutrida biblioteca de su padre, la que descubrió también en sus años de estudiante en Madrid y que tanto evocó en esas palabras ya manidas del acto del 36: Venceréis, pero no convenceréis. La libertad fue uno de los temas más recurrentes en la escritura unamuniana y recuerda su nieto, la evoca en un texto escrito cuando tenía 22 años definiéndola como “La esencia del ser humano”. Una esencia que debía garantizar el estado y a la que se llegaba a través de la cultura.

Nunca perteneció Unamuno, recuerda su nieto, a grupo, partido o quiso que le etiquetasen. La libertad la vivía como vivía su compromiso con la gente que sufría injusticias. Para él, la tolerancia, la libertad, la verdad, no eran meros conceptos, y evoca Pablo de Unamuno el apoyo del rector a las gentes del campo, las de Boada, que perdieron sus tierras comunales. Un apoyo que, posiblemente, le costó la primera pérdida del rectorado, pero alguien que había escrito en un poema “Baja del cielo, libertad sagrada” no podía sino comprometerse. Y ese compromiso le costó el enfrentamiento con el rey Alfonso XIII, con Primo de Rivera, con Martínez Anido, con Millán Astray, con Francisco Franco. De contradicción y de pelea, Unamuno escribe artículos que defienden su ideario liberal “Ni indulto ni amnistía, sino justicia”, y parte al exilio pronunciando también una frase ya mítica: “Volveré, no con mi libertad, que nada vale, sino con la vuestra”.

Recuerda Pablo Unamuno a este “abuelo singular” como poeta, poeta de lo íntimo, poeta de esa libertad que tanto quiso. Le recuerda escribiendo en ese exilio donde “le pueblan las soledades” y elige versos que lee con la emoción de quien sabe bien que a este intelectual enorme, a este monumento de la escritura le quedan los pocos meses que vive retenido en su casa tras el acto del paraninfo donde vuelve a defender la libertad. Esa libertad, querido Sancho, que le quitaron aunque no consiguieron acallar su pluma. Una pluma que escribe poemas. Una pluma libre. Y en medio de esta parroquia que fue la de su amigo Atilano Coco, Unamuno habla de libertad, de tolerancia y de justicia.

Charo Alonso. Fotografías, Rubén Legidos.