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Nano Serrano, una vida entera dedicada a la guitarra: "La música es como una droga para mí"
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ENTREVISTA

Nano Serrano, una vida entera dedicada a la guitarra: "La música es como una droga para mí"

Actualizado 22/11/2025 20:51

El guitarrista salmantino Nano Serrano repasa su trayectoria con motivo del Día de la Música. En una entrevista, rememora su aprendizaje autodidacta, su pasión por el flamenco inspirada por Paco de Lucía y su proyecto de fusión 'Charros y gitanos'.

Con motivo de la celebración del Día de la Música en honor a Santa Cecilia este sábado 22 de noviembre, el músico salmantino Nano Serrano repasa una vida entera dedicada a las seis cuerdas. Para él, la música no es una elección, sino una condición innata que le ha movido desde la infancia, un camino forjado de manera autodidacta ante la ausencia de maestros de flamenco en la Salamanca de su juventud.

Nacido en 1955, Nano Serrano describe su conexión con la música como una fuerza casi fisiológica. "Yo la sentí desde que tenía dos o tres años", confiesa. Era una reacción que iba más allá del simple disfrute, una sensación que define con una metáfora contundente: "La música me dopaba, estimulaba en mí algún tipo de dopamina interna, y entonces, me daba una satisfacción tan agradable... Que qué bonita droga, desde luego".

Su primer encuentro formal con un instrumento tuvo lugar en el colegio de los Escolapios alrededor de 1963, cuando le adjudicaron una bandurria en la rondalla. La experiencia, sin embargo, fue ardua. "Aquello era muy duro", recuerda sobre un instrumento de cuerdas dobles y metálicas que le "destrozaba" la mano izquierda. Aquel contacto inicial le dejó "un poco escaldado", pero la semilla ya estaba plantada.

El momento decisivo llegó tras dejar los estudios y empezar a trabajar con 13 o 14 años. Fue entonces cuando la guitarra entró en su vida, primero a través de los ritmos más asequibles de la rumba. Pronto, sin embargo, llegaría la revelación que marcaría su camino para siempre. "Escuché a Camarón de la Isla y a Paco de Lucía, y eso ya me llevó al flamenco jondo", rememora. El descubrimiento del maestro de Algeciras fue un punto de inflexión: "Fue ya el no va más. El decir, bueno, lo que se puede hacer con una guitarra, esto no lo había visto yo ni de lejos".

Un aprendizaje autodidacta en los festivales de Zamora

En una Salamanca sin maestros de flamenco a los que acudir, Nano Serrano tuvo que forjar su propio camino. "Mi labor casi toda fue autodidacta", afirma. Consciente de sus limitaciones, se dedicó a buscar las fuentes de las que poder beber. "Me preocupé mucho de ir a ver, porque, por lo menos viendo se te abre el mundo. Cuando ves una cosa, pues ya dices, 'ah, mira, pues esto se hace así'".

Su particular universidad fueron los festivales de flamenco de Zamora, que comenzaron a celebrarse en torno a 1972 durante las fiestas de San Pedro. Allí, en un tiempo en que el género no gozaba de la popularidad actual, pudo ver en directo a leyendas como Paco de Lucía y Camarón de la Isla. Serrano contextualiza la compleja percepción social del flamenco en aquella época: "Unos por un lado lo achacaban a Franco y no eran franquistas, y los que eran franquistas, pues lo achacaban a los gitanos".

De los tablaos de Salamanca a los escenarios de Europa

Su debut en un escenario llegó pronto, con apenas 16 años, cuando un cantaor le llamó para que le acompañara en una matinal de artistas en el ya desaparecido Teatro Bretón de Salamanca. Aquel fue el inicio de una carrera que le llevó a sumergirse en la vibrante escena local, tocando con el "plantel de gitanos que cantaban flamenco aquí en Salamanca", una estirpe de artistas vinculada al antiguo Barrio Chino.

Una escena que, lamenta, ha desaparecido por completo. "A día de hoy, es una desgracia, pero ahora no queda ni uno", señala. A lo largo de su trayectoria, ha acompañado a figuras como Rancapino, "un íntimo de Camarón", o a dos de los hermanos de Rafael Farina. Su música también le ha llevado fuera de España, con trabajos en Suiza, Francia y Holanda, siempre a un nivel que él mismo califica de "popular".

'Charros y gitanos', la fusión de dos mundos

Uno de sus proyectos más personales y singulares es el que desarrolla actualmente con el grupo 'Charros y gitanos'. En esta formación explora la unión de dos mundos aparentemente distantes pero con raíces comunes. "Fui un poco el pionero en fusionar la música flamenca con la folklórica porque vi que los ritmos casaban", explica.

Serrano defiende que esta conexión no es casual, sino que tiene un fundamento histórico profundo. "Se sabe que muchos temas del flamenco han salido del folclore popular. Luego los aflamencaron los gitanos o la gente que los interpretaba, pero la fuente es esa. La música come de la música", subraya para definir este proceso de retroalimentación cultural.

Una vida plena con una cuenta pendiente: el maestro

Aunque ha vivido toda su vida de su arte, reconoce que no siempre ha sido fácil y que en ocasiones ha tenido que "alternar con otros trabajos porque no llegaba para alimentar a la familia". También dedicó una etapa a la enseñanza, movido por su propia experiencia: "Ya que yo no tuve profesor, pues dije, bueno, pues a quien esté interesado le enseño".

Ahora, a sus 70 años y ya jubilado, sigue activo de forma puntual, centrado en el espectáculo de 'Charros y gitanos' y en proyectos de flamenco que le interesan especialmente. Guarda en la memoria actuaciones "muy bonitas" en el Palacio de Congresos, y aunque ha llegado a tocar en la Plaza Mayor con grupos de folclore, admite que le queda una espina clavada: "Con flamenco me hubiera gustado hacer algo en la plaza y nunca lo hemos llegado a hacer".

Al echar la vista atrás, el balance es inequívocamente positivo. "He trabajado de lo que me ha gustado, de lo que yo he sentido", afirma con satisfacción. La música le ha permitido conocer a "gente muy buena y muy válida en muchos aspectos de la vida". Sin embargo, en su reflexión final emerge una única cuenta pendiente, una ausencia que ha marcado su camino.

"Si volviera a nacer, lo que sí intentaría sería haber buscado un maestro", concluye. No como un atajo, sino como una guía. "Un maestro no deja de ser un maestro y es una ayuda cuando estás perdido para saber que vas en el camino derecho. Eso sí que lo he echado yo un poco en falta cuando ha pasado el tiempo, una persona que me hubiera dictado por dónde ir mejor".