El sacerdote diocesano, Leoncio Redero, natural de Huerta y el presbítero de mayor edad de la Diócesis de Salamanca, ha fallecido este martes este martes, en Paraguay a los 98 años. Allí desarrollaba su labor como misionero, donde ha permanecido activo hasta sus últimos días.
Nacido el 9 de febrero de 1927, ingresó en el Seminario Diocesano con tan solo 11 años y fue ordenado sacerdote el 9 de julio de 1950 por Monseñor Francisco Barbado Viejo. Tras sus primeros destinos pastorales en Salamanca —entre ellos, coadjutor en Pizarrales— comenzó a perfilarse con claridad su vocación misionera, inspirada por la figura de San Francisco Javier y alentada por la encíclica Fidei donum de Pío XII, que abrió a los presbíteros diocesanos la posibilidad de servir en territorios de misión.
Su primera etapa en América Latina comenzó en 1954, cuando fue enviado a Paraguay. Durante una década desempeñó su labor como formador, profesor y rector del Seminario Menor de Villarrica del Espíritu Santo. Aquella experiencia marcó profundamente su trayectoria pastoral.
Su labor en la diócesis
A su regreso a España ejerció el ministerio en distintas parroquias de la diócesis —Florida de Liébana, El Pino de Tormes, Villarino de los Aires, Larrodrigo, Anaya de Alba, Herrezuelo o Valdecarros— y asumió diversas responsabilidades, como consiliario diocesano de la JARC o miembro del Consejo Presbiteral.
Su vuelta a Paraguay se produjo a finales de los años 90. Ante la necesidad pastoral de la comunidad, Leoncio solicitó permiso a su obispo y regresó a misión con 72 años, haciéndose cargo de la parroquia Virgen del Carmen, en Asunción. Allí se ganó el aprecio de sus feligreses por su cercanía y constancia pastoral, manteniendo siempre un estilo sencillo y profundamente entregado.
En sus últimos años colaboró en la Capellanía Virgen de la Asunción, en La Asunción, donde residía y continuaba su servicio en la medida de sus fuerzas. En un testimonio grabado en la campaña del Domund, a los 96 años, el padre Leoncio compartía con serenidad a la comunidad diocesana de Salamanca su vivencia de esta última etapa: “Mi tarea misionera ahora es simplemente esperar y rezar. Rezar y esperar”. Manifestaba también su preocupación por la falta de vocaciones en España y su deseo de que la Iglesia continuara generando nuevos misioneros.
Fuente: Diócesis de Salamanca