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Rafael Farina, la voz de Salamanca que se hizo leyenda del flamenco
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DÍA INTERNACIONAL DEL FLAMENCO

Rafael Farina, la voz de Salamanca que se hizo leyenda del flamenco

Actualizado 11/11/2025 10:34

Con motivo del Día Internacional del Flamenco, recordamos la figura de Rafael Farina, el legendario cantaor nacido en Martinamor (Salamanca). Repasamos su trayectoria desde sus humildes inicios hasta su consagración como maestro del fandango y la copla, un legado que pervive a casi tres décadas de su fallecimiento.

Este domingo, 16 de noviembre, el mundo celebra el arte del flamenco, una fecha que en Salamanca resuena con el nombre de Rafael Antonio Salazar Motos, inmortalizado como Rafael Farina. A punto de cumplirse tres décadas de su fallecimiento, su eco como el último gran cantaor que ha dado la provincia sigue intacto, un legado de quejío y sentimiento que trascendió los tablaos para convertirse en historia.

Nacido en Martinamor el 2 de junio de 1923, Farina no solo fue un maestro indiscutible del fandango, sino también el patriarca de una estirpe de artistas que incluye a su sobrino, Diego el Cigala, y a su nieta, la cantante melódica Tamara. Es precisamente ella quien, en una conversación exclusiva con SALAMANCArtv AL DÍA, ha compartido anécdotas y recuerdos que desvelan el carácter del hombre detrás del mito, ofreciendo un retrato íntimo y cercano del genio.

La historia de Farina es la de un talento puro forjado en la humildad. Su voz, que un día pidió la voluntad en los bares del Barrio Chino de Salamanca, acabó conquistando los escenarios más prestigiosos de España y América, dejando una huella imborrable en la memoria colectiva con temas como "Vino amargo" o su icónica declaración de amor a la tierra que le vio nacer, "Mi Salamanca".

Su figura representa la esencia de un arte universal con profundas raíces locales. Un artista cuya tumba en el cementerio de Salamanca sigue siendo una de las más visitadas, prueba de que el cariño y la admiración por el cantaor perduran con la misma fuerza que su cante.

Rafael Farina, la voz de Salamanca que se hizo leyenda del flamenco | Imagen 1

De un pajar en Martinamor al Barrio Chino

La vida de Rafael Farina comenzó marcada por la trashumancia de su familia, humildes tratantes de ganado. Según relata el escritor Pedro María Azofra en su libro "Mi Salamanca", el futuro artista vino al mundo en un cobertizo sin uso conocido como "el pajar de los pobres" en Martinamor, donde paraban los gitanos nómadas en sus viajes de feria en feria.

Desde muy niño, su arte ya se abría paso en las calles de Salamanca. Con tan solo seis años, acompañado por su hermano mayor, el "Calderas de Salamanca", recorría los bares del Barrio Chino cantando para ganarse la vida. Fue en este entorno, entre las casas de citas de Tahonas Viejas, donde encontró la protección de La Margot, una mujer que, según Azofra, "quitó mucha hambre y alivió calamidades en los años más duros de la posguerra". Ella lo acogió, lo vistió y le enseñó los rudimentos para desenvolverse como artista.

La consagración de una estrella: escenarios y cine

El punto de inflexión en su carrera llegó en 1949, cuando su participación en un homenaje al cantaor Juanito Mojama en Madrid llamó la atención del mundo flamenco. Su particular estilo de interpretar los fandangos le abrió las puertas de la compañía de Concha Piquer, con la que realizó giras por toda España y América. Aunque era un cantaor puro, la Piquer le animó a interpretar canciones melódicas aflamencadas con orquesta, un formato que le reportó un éxito arrollador.

En 1956 logró estrenar su propio espectáculo y en 1968 compartió escenario con Lola Flores en "Arte Español". Su popularidad lo llevó también a la gran pantalla, donde participó en un total de siete películas:

  • Café cantante (1951)
  • Aventura para dos (1958)
  • La copla andaluza (1959)
  • Café de chinitas (1960)
  • Puente de coplas (1965)
  • El milagro del cante (1967)
  • Canciones de nuestra vida (1975)

Rafael Farina, la voz de Salamanca que se hizo leyenda del flamenco | Imagen 2

El legado de Farina: un estilo único y un tesoro de coplas

Rafael Farina es considerado uno de los grandes maestros del fandango. Su dominio de varios palos flamencos y su capacidad para aflamencar canciones populares le permitieron crear un estilo propio, la llamada "copla flamenca".

Grabó cerca de medio millar de canciones, muchas de las cuales se convirtieron en éxitos inmortales. Entre las más conocidas de su repertorio destacan:

  • Mi Salamanca
  • Vino amargo
  • Las Campanas de Linares
  • Mi perro amigo
  • Aurora
  • Por Dios que me vuelvo loco
  • Caminito del olvido
  • Que doblen las campanas

El último adiós en su Salamanca querida

Las décadas de los 50 y 60 lo encumbraron como una de las mayores figuras del cante. Su generosidad en el escenario era tal que según las crónicas de la época llegó a salir a hombros de sus admiradores en tres ocasiones, como si de un torero se tratase. Una de sus últimas actuaciones tuvo lugar precisamente en su ciudad, el 12 de septiembre de 1995, tras haber sido pregonero de las Ferias y Fiestas de ese mismo año.

Rafael Farina falleció en Madrid el 21 de noviembre de 1995 a los 72 años, a consecuencia de un infarto de miocardio tras una operación a corazón abierto. Su muerte causó una profunda conmoción en Salamanca, la tierra a la que tanto cantó y donde reposan sus restos, en un camposanto que sigue recibiendo la visita de quienes no olvidan al genio de Martinamor.

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