Una auxiliar de paliativos del Hospital de Los Montalvos triunfa como escritora

Hay vidas que contienen mundos aparentemente irreconciliables. La de Concepción Guinaldo es una de ellas. De día, es auxiliar de enfermería en la unidad de cuidados paliativos en el Hospital de Los Montalvos, un espacio donde la vida se mide en gestos, consuelo y despedidas. En su tiempo libre, se sumerge en la ficción para urdir tramas, crear suspense y asesinar personajes sin remordimientos. Esta dualidad, lejos de ser una contradicción, es el motor que impulsa su carrera literaria, que ahora cristaliza en "Rencillas", un trabajo con el que era elegida como finalista del II Premio Internacional de Novela Negra 'Taninos Asesinos' y que ahora publica Ediciones Real Noir.

Su trayectoria profesional en el ámbito sanitario no ha sido una casualidad, sino una elección meditada. "Yo tengo dos vocaciones", ha afirmado con rotundidad. Cuando obtuvo su plaza en Sacyl, su petición fue clara e inusual. "Yo pedí cuidados paliativos. En ese momento quien me dio la plaza me dijo, 'pues es que nadie quiere ir allí'. Digo, es que siempre he estudiado para la enfermedad terminal y para los cuidados paliativos". Esta dedicación al final de la vida, a atender "los sentimientos que son casi más importantes que el problema físico", ha moldeado profundamente su visión del mundo y, paradójicamente, su escritura.

La otra vocación, la literaria, le ha llegado por herencia familiar. Su abuela paterna, originaria de La Alberca, en la Sierra de Francia, era una poeta autodidacta que aprendió a leer y escribir con 65 años. Concepción, con apenas siete, ya le corregía los versos. "Yo no era consciente de que tenía ahí esa herencia genética", ha recordado. Esa semilla, cultivada en la intimidad durante años, germinó de forma inesperada cuando un relato suyo fue galardonado en un concurso nacional organizado por la Asociación de Alzheimer de Málaga. Ese reconocimiento fue el empujón definitivo para plantearse un reto mayor: escribir una novela.

Del cuidado a la vida al crimen en la ficción

La elección del género negro ha sido una consecuencia directa de su trabajo diario. Rodeada de una realidad donde se cuida hasta el último aliento, se preguntó cómo se sentiría al arrebatar vidas en el plano ficticio. La respuesta fue reveladora. "¿Qué tal me sentiría yo matando en la ficción? Y oye, divinamente. Porque es que matas y no pasa nada", ha confesado entre risas. Esta catarsis literaria le ha permitido explorar el lado más oscuro de la naturaleza humana desde la seguridad de la página en blanco.

Su primera novela, "Simetría", era una historia moderna, con una investigación policial apoyada en tecnología, pruebas de ADN y redes sociales. Sin embargo, para "Rencillas" ha decidido viajar en el tiempo. "¿Y si yo me voy al tiempo de atrás cuando no había ni siquiera teléfonos en las casas y en los pueblos?", se había planteado. El resultado es una obra ambientada en Herguijuela de la Sierra, el pueblo de la familia de Concepción, durante las décadas de los 60, 70 y 80, un escenario inspirado en el pueblo de su abuela.

Guinaldo ha querido dejar claro que no se trata de una novela histórica. "Ningún personaje de los que están incluidos en Rencillas ha existido. Los hechos no han existido, no han sido reales". No obstante, el contexto está meticulosamente investigado. Ha contrastado cada momento histórico, respetando las costumbres, la evolución social y el lenguaje de la época. Para facilitar la lectura, incluso ha incluido un vocabulario al final del libro con términos propios de la zona, un trabajo para el que se ha apoyado en el libro Herguijuela de la Sierra de la albercana Begoña Martín Martín, editado por la Diputación de Salamanca.

Un camino inesperado hacia la publicación

El viaje de "Rencillas" hasta las librerías ha sido tan novelesco como su trama. Tras finalizar el manuscrito, Guinaldo lo envió al premio del festival Octubre Negro de Madrid. No ganó, pero obtuvo un accésit en el certamen "Taninos Asesinos". La sorpresa llegó cuando la editorial asociada al premio, a pesar de no estar estipulado en las bases, le ofreció publicar la obra por su calidad. "Nosotros publicamos al ganador, pero es que la novela tuya es muy buena, y la vamos a publicar", le comunicaron.

Ese reconocimiento le abrió otras puertas. Recibió una oferta de la editorial Real Noir, perteneciente al Grupo Caudal, que encajaba mejor con sus expectativas. Esta editorial, dirigida por el escritor argentino Carlos Salem, está apostando por voces nuevas en el panorama nacional. La decisión de firmar con ellos ha sido un paso meditado que le ha brindado una gran oportunidad.

La noticia ha sido recibida con entusiasmo por su entorno, especialmente por sus compañeros de trabajo, quienes bromean con que abandone su puesto. Pero ella lo tiene claro. "Mi trabajo, mi vocación son los cuidados paliativos. Y la escritura es otra vocación, pero se compaginan perfectamente, yo no voy a dejar el trabajo para ponerme a escribir solamente". Para Guinaldo, su labor en el hospital es una fuente de perspectiva vital. "Cuando sales de allí, te das cuenta que realmente levantarte por la mañana y tomar un café es un privilegio. Hay que vivir intensamente el momento".

Mientras se prepara para la presentación de "Rencillas", ya tiene entre manos su próximo proyecto: una nueva entrega de la saga de inspectores que inició en su primera novela, demostrando que sus dos mundos, el del cuidado y el del crimen, seguirán alimentándose mutuamente.

Fotos de Vanesa Martins