El Espacio Cultural de Piedrahita acoge hasta el 23 de noviembre la II Exposición de Playmobil, organizada por tres coleccionistas entre ellos el albense Rubén González
Hay objetos que trascienden el tiempo, juguetes que se convierten en llaves capaces de abrir las puertas de la nostalgia y conectar a distintas generaciones a través del recuerdo y la imaginación. Los Playmobil son, sin duda, uno de esos tesoros. Figuras de 7,5 centímetros que han poblado los suelos de millones de hogares y que ahora protagonizan un viaje al pasado en Piedrahita. El Espacio Cultural de la localidad acoge la II Exposición de Playmobil, una muestra organizada por tres apasionados coleccionistas, entre ellos el albense Rubén González Cotobal, que han unido sus piezas para crear un universo en miniatura que apela directamente al niño que todos llevamos dentro.
Junto a Rubén González, participan en esta iniciativa Iván Díaz y Raúl González, otros dos entusiastas que han desempolvado sus colecciones para dar forma a una exposición que permanecerá abierta al público durante casi todo el mes de noviembre, hasta el próximo día 23. Se trata de una oportunidad única para que padres e hijos compartan un lenguaje común, el de los barcos piratas, las granjas y los servicios de emergencia, todo ello recreado con un nivel de detalle que solo la dedicación de un coleccionista puede alcanzar.
La muestra se articula en torno a cinco grandes dioramas, cada uno con una temática diferenciada que transporta al visitante a un escenario distinto. "Son el circo, la granja, emergencias, prehistoria y barcos, un barco pirata", ha explicado Rubén González. Cada escena es un mundo cerrado, una historia congelada en el tiempo donde decenas de figuras interactúan en paisajes cuidadosamente construidos, ofreciendo un espectáculo visual que invita a detenerse y observar cada pequeño detalle.

Para Rubén, como para tantos otros, la afición por estos juguetes tiene sus raíces en la niñez. "Desde que pedí a los Reyes con 9 años o menos", ha recordado. Es una pasión que, aunque pudo tener un paréntesis durante la adolescencia, nunca desapareció del todo. "Luego ya tienes ahí una edad que no, pero la afición la retomas otra vez", ha comentado. Ese resurgir le ha llevado a recuperar las piezas que sobrevivieron a las limpiezas maternas y a seguir ampliando su colección hasta el día de hoy.
De aquellos primeros años, todavía conserva algunas de las joyas más preciadas de su colección, piezas que tienen un valor sentimental incalculable. Cuando se le pregunta por las que guarda con más afecto, no duda: "La granja y el circo quizás, que son los que más llevan conmigo". Estos dos dioramas, presentes en la exposición, no son solo una muestra de su habilidad como coleccionista, sino también un testimonio tangible de su propia infancia, un legado que ha resistido el paso del tiempo y que ahora comparte con el público.
Como todo coleccionista, Rubén también tiene un sueño pendiente, una pieza que se le resistió en su momento y que hoy se ha convertido en un objeto de culto casi inalcanzable. "El tren del oeste, que eso encima ahora es carísimo", ha confesado. Ese anhelo no cumplido es una muestra de cómo estos juguetes han pasado de ser un entretenimiento infantil a convertirse en cotizadas piezas de coleccionismo, cuyo valor se ha multiplicado con los años.
La exposición de Piedrahita no está pensada solo para los aficionados o los nostálgicos. Según Rubén González, su atractivo es universal y funciona a dos niveles. Por un lado, para los adultos, es una máquina del tiempo. "A los mayores los va a trasladar a la infancia, como ya nos han dicho muchos cuando han estado viéndola este fin de semana pasado", ha asegurado. Es una oportunidad para reencontrarse con los juguetes que marcaron una época y compartir esas vivencias con las nuevas generaciones.
Por otro lado, para los más pequeños, la muestra es una fuente de inspiración. "A los pequeños les aviva la ilusión y el poder ver Playmobil que en su día quieren o querrán", ha añadido. Ver mundos tan complejos y detallados montados a gran escala estimula su creatividad y les muestra las infinitas posibilidades que ofrecen estas sencillas figuras. Es una experiencia que va más allá de la simple observación, convirtiéndose en un catalizador para la imaginación.
Además, la exposición reserva una sorpresa para los coleccionistas y para aquellos que quieran iniciarse en este mundo. "El fin de semana del 8 y 9 viene un puestecillo a vender Playmobil", ha adelantado Rubén. Este mercado temporal ofrecerá la posibilidad de adquirir piezas sueltas, figuras o cajas, convirtiendo la visita en una oportunidad para ampliar las colecciones personales.

Siendo natural de Alba de Tormes, la pregunta era inevitable: ¿veremos una exposición similar en su localidad natal? La respuesta de Rubén ha sido rotunda y llena de convicción. "Por supuesto, sí", ha afirmado sin dudarlo. No solo es un deseo personal, sino una idea que ya ha comenzado a moverse. "Además que ya se lo he dicho yo a la gente de aquí, digo, hay que hacerlo en Alba", ha revelado, dejando claro su compromiso por llevar su pasión a casa. La posibilidad de que los clics invadan la villa ducal en un futuro cercano es, por tanto, más que una simple ilusión.
Mientras ese proyecto toma forma, la cita ineludible es en Piedrahita. Una exposición que demuestra que algunos juguetes nunca mueren, simplemente se transforman: de compañeros de juegos en la alfombra a piezas de museo capaces de contar historias y, sobre todo, de hacernos recordar y soñar a partes iguales.