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Del barro de la DANA a jurar bandera en Salamanca: la gratitud de una médica de Picanya a los soldados charros
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TESTIMONIO

Del barro de la DANA a jurar bandera en Salamanca: la gratitud de una médica de Picanya a los soldados charros

Actualizado 29/10/2025 07:55

Un año después de la DANA que devastó Picanya (Valencia), la coordinadora del centro de salud, María Marín, juró bandera en Villamayor (Salamanca). Su gesto sella el profundo agradecimiento al Regimiento de Ingenieros Nº 11, que instaló un puente vital para el pueblo y forjó un vínculo imborrable con sus vecinos.

Unas palabras inesperadas de un general y las lágrimas incontenibles de una mujer vestida de civil han desvelado una de las historias más emotivas que unen a Salamanca con la tragedia de la DANA que asoló el levante español hace justo un año. La protagonista es María Marín, médica y coordinadora del centro de salud de Picanya (Valencia), quien el pasado 5 de octubre viajó desde la localidad valenciana hasta Villamayor con un único propósito: jurar bandera como un profundo acto de gratitud hacia los soldados del Regimiento de Especialidades de Ingenieros Número 11, sus "vecinos" salmantinos desde que el desastre partió su pueblo en dos.

Todo comenzó en octubre de 2024, cuando la riada provocada por la DANA dejó Picanya incomunicada. El barranco del Poyo se desbordó y, de los cinco puentes que conectaban la localidad, solo uno quedó en pie. En medio del caos, llegaron los militares del Cuartel General Arroquia de Salamanca para instalar en tiempo récord un puente Bailey, una infraestructura vital que, a día de hoy, sigue permitiendo el paso de peatones, bicicletas y patinetes mientras continúan las lentas obras de reconstrucción.

La base de operaciones improvisada para los ingenieros fue, precisamente, el centro de salud que coordina María Marín, situado junto al barranco y también devastado por el lodo. Su llegada fue el germen de una relación que ha trascendido lo profesional para convertirse en un vínculo casi familiar, forjado entre la adversidad y la ayuda mutua.

Un centro de salud como hogar improvisado

"Una mañana aparecieron unos militares en el centro preguntando por la coordinadora", relata María Marín. Su petición fue sencilla: un lugar donde dejar sus pertenencias y usar los servicios mientras comenzaban la titánica labor de levantar el puente. La respuesta de la doctora fue inmediata y rotunda. "Hombre, esto está destrozado, pero, desde luego, lo que hay es de todos, faltaría más", les dijo.

Del barro de la DANA a jurar bandera en Salamanca: la gratitud de una médica de Picanya a los soldados charros | Imagen 1

A partir de ese momento, el centro de salud de Picanya se convirtió en un hogar compartido. El personal sanitario, a pesar de sus propias dificultades, se organizó para atender a los soldados. "Bajábamos una máquina de café que nos donaron, y si teníamos magdalenas les poníamos unas poquitas por la noche por si tenían frío y hambre", recuerda la coordinadora. Los vecinos se sumaron a la cadena de solidaridad, y los valencianos cuyos campos habían sobrevividido dejaban naranjas para las tropas salmantinas.

La ayuda fue recíproca. Sin ascensor y con las instalaciones dañadas, los sanitarios encontraron en los militares un apoyo fundamental. "Si alguna vez necesitamos de ellos porque alguien se había mareado o no podíamos moverle les pedíamos por favor que nos echasen una mano para moverlos". Jamás pusieron una mala cara, siempre nos ayudaron absolutamente a todo. Fueron profesionales en lo suyo y luego buenas personas con el resto de vecinos", asegura la doctora.

El vínculo sellado con barro en los uniformes

La gratitud del pueblo de Picanya no tardó en manifestarse de forma espontánea. Una mañana, los soldados encontraron en el puente una pancarta improvisada. Alguien, con el propio barro de la riada, había escrito "Gracias Salamanca" junto a un corazón. Ese pedazo de historia, según le confirmaron a María en su visita, se encuentra ahora en el cuartel de Salamanca como un tesoro que recuerda su misión.

Este gesto inspiró a la propia coordinadora. El día que los militares se marchaban, dejó una de sus filipinas manchada de barro con un "gracias" y un corazón. Ellos respondieron dedicándole palabras de cariño en la prenda, asegurando que Salamanca era, desde entonces, también su casa. Meses después, el personal del centro de salud firmó otro uniforme y se lo entregó a los ingenieros en una de sus visitas mensuales de mantenimiento. Ahora, una prenda de Picanya decora el cuartel salmantino, enmarcada, y una de Salamanca, el despacho de María.

Del barro de la DANA a jurar bandera en Salamanca: la gratitud de una médica de Picanya a los soldados charros | Imagen 2

Con el tiempo, los soldados se han convertido en una presencia familiar en el pueblo. "La gente los quiere y todos los meses, cuando ve alguno por aquí enseguida les dicen 'sois los de Salamanca, los del puente', porque asocian soldados, Salamanca y puente", explica María. "Para nosotros forman parte también del pueblo porque nos han ayudado mucho".

Un juramento para cerrar el círculo

Movida por ese sentimiento, María se enteró de la jura de bandera civil en Villamayor y no lo dudó. Se inscribió a través de la web del Ministerio de Defensa, buscando que su gesto fuera un agradecimiento personal y discreto. "Jurar bandera es un acto cívico y de compromiso en defender los intereses colectivos. Y en mi caso, era también un acto de agradecimiento a las Fuerzas Armadas, pero, en concreto, al Regimiento de Especialidades Número 11 de Salamanca", afirma.

Sin embargo, su plan de anonimato se vio frustrado. Una funcionaria del cuartel, al repasar la lista de inscritos, se extrañó al ver a alguien de Picanya y le preguntó por el motivo de su largo viaje. Al conocer la historia, se la transmitió a los superiores y a los propios soldados, quienes sorprendieron a María el día antes de la jura para tomar algo con ella y disfrutar de la gastronomía en Salamanca. Lejos de lamentar la pérdida de anonimato, la doctora lo valora como algo positivo: "Es alegría, es emoción y es algo agradable. Después de lo que pasamos hace un año, lo que pasó es algo bueno", afirma, restándole importancia.

"La persona que más acompañada pasé a jurar bandera"

El momento de la ceremonia fue el culmen de un año de emociones. Mientras desfilaba para besar la bandera, sintió las miradas de los soldados que estuvieron en su pueblo. "Me sentí acompañada por los que estuvieron en Picanya, porque los veía y yo conozco las caras. Ellos me acompañaban con sus miradas. Entonces, yo creo que fui la persona que más acompañada pasó en ese momento a jurar bandera", relata emocionada.

La sorpresa final llegó con el discurso del mando militar. "La guinda del pastel fueron las palabras tan amables que el general de brigada Julio Rello Varas dirigió hacia mí, inesperadas totalmente. Ahí ya no me pude aguantar, me puse a llorar como una magdalena", reconoce. Unas palabras que han sacado a la luz una historia de solidaridad que convierte a los soldados de Salamanca en vecinos de Picanya y, ahora, a una médica valenciana en una salmantina de corazón.

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FOTOGRAFÍAS CEDIDAS POR MARÍA MARÍN