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Los ganaderos critican la falta de medios durante el gran incendio de Cipérez
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VISITA DE LA SUBDELEGADA DEL GOBIERNO A LA 'ZONA CERO'

Los ganaderos critican la falta de medios durante el gran incendio de Cipérez

Actualizado 28/10/2025 14:38

Rosa López ha mantenido un encuentro con el alcalde de la localdiad, Francisco Alonso, y con ganaderos afectados, los cuales han lanzado duras críticas a la gestión de la Junta de Castilla y León, a la que acusan de inacción tras el primer fuego

La subdelegada del Gobierno en Salamanca, Rosa López, ha visitado este viernes la 'zona cero' del devastador incendio que este verano calcinó casi 11.000 hectáreas en la provincia. Un recorrido por el paisaje aún herido para trasladar las ayudas aprobadas por el Ejecutivo central y, sobre todo, para escuchar de primera mano las inquietudes de quienes lo perdieron casi todo. Acompañada por el alcalde de Cipérez, Francisco Alonso, y varios ganaderos, la visita ha puesto de manifiesto la profunda cicatriz que el fuego ha dejado no solo en la tierra, sino también en el ánimo de sus gentes, donde la crítica a la gestión de la catástrofe se escucha con fuerza.

El encuentro ha tenido lugar en el epicentro de una tragedia que comenzó el 13 de agosto con un incendio provocado por un rayo y que, tras darse por controlado, se reprodujo de forma virulenta dos días después, el 15 de agosto, arrasando los términos municipales de Cipérez, Peralejos de Arriba, Espadaña, Villar de Peralonso, Tremedal de Tormes, Puertas y Villaseco de los Reyes. La subdelegada ha explicado el propósito de su visita: "Para trasladar las ayudas que se han aprobado estos días por parte del gobierno de España y, a la vez, recoger las inquietudes de los alcaldes y de los ganaderos de la zona". Estas ayudas, ha detallado, son de dos tipos: "unas ayudas específicas para los ganaderos y hay otras para los ayuntamientos, para restablecimiento de caminos o daños producidos por los incendios en las zonas propias de los ayuntamientos".

El alcalde de Cipérez, Francisco Alonso, ha confirmado que esta era la primera visita institucional a la zona, agradeciendo la gestión de la subdelegada para que el municipio fuera finalmente incluido en el listado de zonas afectadas. "Aquí el objetivo es que se haya incluido, porque ya la tardanza, más o menos, pues bueno, vamos a apartarla", ha manifestado el regidor. Alonso ha reconocido que la inclusión, que se demoró desde el 15 de agosto hasta su aprobación en el Consejo de Ministros de la semana pasada, ha sido fruto de la insistencia de varias administraciones. "Yo sé que la gestión que ha hecho la subdelegada, pues lo ha hecho muy bien. También de la Diputación y de la Junta me dicen que, efectivamente, ellos también han han hecho lo que está en sus manos hacer, con lo cual, pues bueno, entre uno y otro la cuestión está que se ha llegado a ese fin, que era el objetivo", ha señalado.

"Lo hicieron fatal, no se han dignado ni a venir"

Sin embargo, la voz más crítica y detallada ha sido la de Jesús Diamantino Holgado, el ganadero en cuya parcela comenzó el fuego. Su relato, cargado de frustración, dibuja una cronología de lo que considera una cadena de errores y falta de medios. "El primer día, pues fue una chispa, que fue un accidente", ha recordado. Aquel primer incendio, que quemó unas 180 hectáreas, "se sofocó bastante bien con los tractores". Pero la clave, según Holgado, fue la advertencia de los propios bomberos esa noche: "Ellos mismos dijeron, dice, 'esto mañana a las 3 de la tarde se vuelve a prender, porque con el calor y el viento que hace, se vuelve a prender'".

A pesar del aviso, la vigilancia falló. "El jueves no se prendió, yo estuve aquí el jueves todo el día y no se prendió, no vi a nadie de bomberos ni nada", ha asegurado. El viernes, la profecía se cumplió. "A las dos ya vi que se había prendido, me llamaron por teléfono de aquí, de Cipérez, compañeros, para decirme que se había vuelto a prender, y cuando vinimos, pues ya estaba bastante grande", ha lamentado. Para Holgado, la catástrofe era evitable: "Se podía haber controlado si hubiera habido medios, no hubiese llegado ni a Cipérez. Lo que pasa es que con el viento, casi las temperaturas que hacía fue bestial, y por 180 hectáreas se quemaron casi 11.000 hectáreas".

Su indignación se dirige directamente hacia la administración autonómica. "Me fastidia mucho decirlo, pero lo podíamos haber hecho bien, lo hicieron fatal la Junta, porque no se han dignado ni el presidente de la Junta en venir a ver el incendio, porque ha sido una catástrofe todo", ha sentenciado con dureza. El ganadero ha descrito un escenario desolador: "Se quemaron naves, se quemaron vacas, se quemó de todo, y se quemaron pueblos".

La limpieza del campo, un problema latente

Jesús Holgado también ha puesto el foco en otro problema de fondo: las trabas administrativas para mantener limpio el monte. "No nos dejan limpiar, las zarzas, los espinos, no nos lo dejan limpiar, y se lo dije al teniente de Seprona, digo, 'como no nos dejan hacer a la gente del campo lo que tenemos que hacer, que es limpiar los bajos de zarzas y espinos, dentro de cuatro días está otra vez igual'", ha advertido, temiendo que la historia pueda repetirse.

Sobre las ayudas, su visión es agridulce. Agradece la solidaridad entre compañeros, pero es escéptico con la burocracia. "Nos han dado 5.500 euros a cada ganadero de la Junta, y yo creo que, por lo menos, tenemos, en principio, para empezar a comprar paja", ha reconocido. Sin embargo, ha puesto en perspectiva la ayuda recibida: "A mí, personalmente, me han dado nueve paquetes de paja". Una ayuda que contrasta con la magnitud del desastre, donde muchos ganaderos lo perdieron todo y han subsistido gracias a "donaciones de gente que le ha dado paja o forraje".

La visita de la subdelegada ha servido para oficializar el apoyo del Gobierno, pero también para constatar que, bajo las cenizas del peor incendio de la historia de Salamanca, aún arde el dolor y la convicción de que la tragedia, como ha afirmado Holgado, se pudo evitar. "Esperemos que de los errores se aprendan", ha concluido, una frase que resuena como un eco en un paisaje que tardará años en recuperarse.