Viernes, 05 de diciembre de 2025
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Las columnas de Hércules se tambalean
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Las columnas de Hércules se tambalean

Actualizado 19/10/2025 21:37

Cuando nuestros antepasados creían que más al oeste del estrecho de Gibraltar sólo había un callejón sin salida y la oscuridad, los romanos llamaron a esa puerta el “Non plus ultra” (Nada más allá). Colón demostró que sí existía mundo más allá y, a partir de ese momento, las dos columnas de Hércules salidas de la mitología griega pasaron a llevar el lema PLUS ULTRA. Fue en el reinado de Carlos I cuando se incluyeron en el escudo de España. Ya podíamos presumir de que esas dos columnas descansaban físicamente en suelo español : una en Gibraltar y la otra en Ceuta.

Vayamos con la asentada al sur de Europa. Se levantó sobre un montículo que dominaba todo el estrecho, al que los griegos bautizaron con el nombre de monte Calpe (nada que ver con el Calpe alicantino).Con ocasión de la invasión musulmana, el lugar pasó a llamarse Gibraltar. Al final de la Guerra de Sucesión Española, acabamos pagando los platos rotos tras la firma del Tratado de Utrecht. Perdimos Gibraltar, entre otros territorios y, aunque se pactaron tres condiciones -limitación de los terrenos cedidos, imposibilidad de comunicación entre las dos partes y retorno a España en caso de que Gran Bretaña alterara las condiciones pactadas-, los ingleses se han saltado las tres mientras se tomaban el té de las cinco ¿Qué ha sucedido para llegar a la situación actual?

En primer lugar, debemos reconocer que, por la continuada ineptitud de nuestros gobernantes, España ha ido descendiendo de categoría. Ya no es la potencia con presencia en medio mundo. Las naciones pujantes tenían ganas de acabar con el dominio español y, ante cualquier conflicto, todo el mundo quería librarse de él. En segundo lugar, tampoco hemos sabido aprovechar los vientos favorables. Con la aparición de las Naciones Unidas (ya se sabe: reunión de pastores….), numerosas resoluciones invitaban a las dos partes a negociar la descolonización de algo que nunca debió ser calificado como colonia. Gran Bretaña, mientras formó parte de la UE, tenía suficiente peso como para mirar para otro lado: circulan por la izquierda, desprecian el sistema métrico decimal, tienen moneda propia y nos miran por encima del hombro.

La salida de Gran Bretaña de la UE dejaba a Gibraltar en una situación muy comprometida, pero el gobierno español volvió a desaprovechar una gran ocasión para apretar mucho más las tuercas a lo que era un reivindicado municipio español de menos de 40.000 habitantes que siempre se han ufanado de no querer saber nada con la nación a la que histórica, política y geográficamente debe pertenecer. Y no sólo eso, sino que se ha dedicado a amparar los interese de los “llanitos” concediéndoles de forma bobalicona el estatuto de ciudadanos del espacio Schenguen, algo a lo que no tienen derecho.

Para estar al corriente del problema, es preciso pisar lo que se conoce como Campo de Gibraltar. El turismo y el juego han creado un escandaloso desnivel del poder adquisitivo a uno y otro lado de la verja. Esto hace que los habitantes españoles de la zona vean en la ciudad de Gibraltar, en primer lugar, una abundante y bien retribuida mano de obra; en segundo lugar, a falta de otros medios, la forma cómoda de ganarse la vida metiéndose en el mundo del contrabando y la droga. Además del peligroso “pasillo del Guadalquivir”, ciudades como Algeciras y La línea de la Concepción son verdaderos reductos difíciles de controlar por las Fuerza de Seguridad. Los intentos que se han llevado a cabo cerrando la verja, no han surtido el efecto deseado porque España no ha sido capaz de mantener el tan cacareado polo de desarrollo que ocupara a toda esa población flotante. Cundo la gente vive de actividades delictivas, resulta imposible reconvertirla si no se le dan medios. A todo esto, los gibraltareños, que como ingleses de adopción no tienen un pelo de tontos, saben que siempre juegan en casa y, lo peor de todos , es que presumen de ello. En ese dialecto tan gaditano que los caracteriza, suelen contonearse diciendo: “Nosotros zomo ingleze de to la via” Recientemente ya no se esconden de celebrar el gran desfile de la Libertad de la Ciudad de Gibraltar que supone un nuevo aldabonazo para dejar clara, entre negociación y negociación, su pertenencia a la corona británica. La columna que comenzó a tambalearse, Gran Bretaña se encarga se fijarla bien al terreno, mientras España no la toca.

Vamos con la columna situada en el punto más septentrional de África. Quiénes desconocen la Historia de España -y algunos que la conocen, pero no les gusta- suelen comentar lo extraño que resulta ver cómo España reclama la soberanía sobre Gibraltar manteniendo en su poder ciudades como Ceuta, Melilla. No hay peor ciego que el que no quiere ver. El actual reino de Marruecos ha pasado por tres etapas bien diferenciadas: desde la prehistoria hasta la llegada del Islam -siglo VII-, desde la llegada del Islam hasta el siglo XIX y época actual -siglos XX y XXI. En la primera etapa, el territorio ocupaba todo el norte de África desde el Atlántico hasta Egipto y estuvo habitado por bereberes, fenicios, cartagineses y romanos. En la segunda, fueron invadidos por los árabes y los bereberes marroquíes se convirtieron al Islam, con el líder Tarik que invadió la Península Ibérica. Almorávides, almohades, benimerines y alauitas han poblado el territorio. El sultanato de Marruecos mantuvo su disgregación en el siglo XIX, pero a principios del XX, las potencias europeas los dividieron en protectorados, correspondiéndole a España una franja mediterránea y otra al sur. con capital en Tetuán, así como el control internacional de la ciudad de Tánger. Cuando Marruecos alcanzó su independencia (1975), aprovechando los momentos difíciles que atravesaba España, con la “Marcha Verde” -y el Vº Bº de EE. UU.- invadió el territorio del Sáhara Occidental -cuya soberanía debía sobrevenir del oportuno referéndum- y no cesa de reclamar directa o subrepticiamente las ciudades de Ceuta y Melilla, que ya eran españolas antes de que el Marruecos actual existiera en el mapa-

Vista la ladina forma que tiene Marruecos para abordar los temas de política exterior, su fuerte alianza con EE UU, su indudable avance económico, su nada despreciable dotación armamentística y la creciente oposición que sufre, España no debe dormirse en los laureles. Desconocemos los detalles que envuelven las misteriosas relaciones Marruecos/Sánchez, pero la columna que descansa en la otra orilla del estrecho debe ser revisada muy puntualmente, antes de que se derrumbe.

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