Adolfo Muñoz presentará en Salamanca su nueva y sorprendente novela La rectificación

Conocí a Adolfo Muñoz, como no podía ser menos, en medio de los anaqueles de una librería, cuando Portonaris era, en torno a Carlos Barroso, un espacio de referencia donde recalar la charla y la búsqueda fecunda de libros. Ahí estaba este traductor prodigioso –varios de los títulos de Harry Potter, ahí es nada, llevan su impronta creativa porque había “que crear palabras”- rodeado de títulos. Leonés dedicado a la novela, en 1998 publicó una muy buen recibida por la crítica Tengo palabras de fuego, el libro dedicado a la acción social Hormigón almado del 2003 y una particular guía de su actual lugar de residencia, La Granja, Adolfo Muñoz no se deja encasillar en ningún género y hasta en ningún esquema. A su primera novela le siguió un largo tiempo de silencio y tras 27 años, nos encontramos con la segunda que parte de un cuento de diez páginas y que bascula entre la historia, la distopía, la ciencia ficción y el ensayo.

La rectificación, publicada por la editorial “Isla del naúfrago”, es un acontecimiento que rompe con largos años de silencio y que supone una sorpresa para el lector. Un lector que viaja, desde 1993 hasta 1912 de la mano de la inteligente y viva protagonista, una muchacha bosnia llamada Ljubica que escribe un diario, auténtico paseo por la sociedad anterior a la Primera Guerra Mundial. Esa es la síntesis de la trama, pero va más allá, la novela, que se lee con facilidad y con aprovechamiento, porque es toda una lección de historia, repaso a los personajes que armaron los meses previos a la Gran Guerra, y un alegato contra la guerra. ¿Por qué estallan las guerras? ¿Pueden evitarse? La reflexión de Muñoz tiene forma de narración en la que no hay malos ni buenos, sino sorpresas que saltan la línea temporal para tratar de evitar el desastre, un desastre que se repetirá en Bosnia como sucedió en Serbia, avisperos de Europa.

Viviendo los días que vivimos, los días de Gaza, de Ucrania, de Sudán y de otras guerras en las que nadie repara, la reflexión de un muy hábil y atinado Adolfo Muñoz no sabe de geografía, sino de causas, en ocasiones fácilmente salvables, que provocan el desastre. Es la tormenta perfecta y no hemos aprendido nada, de ahí que el juego temporal le sirva al autor para sus reflexiones encarnadas en una protagonista capaz de buscar la solución aún a costa de abandonar lo que ama. Sarajevo no es un lugar, sino un símbolo, y también, un ejemplo de cómo olvidamos nombres, contiendas, destrucción y muerte porque la actualidad no perdona y el desastre migra hacia otras latitudes, dejando atrás una biblioteca quemada y una sociedad rota.

La rotura es lo que pretende coser la protagonista, hábil y muy atractiva para el lector por su inteligencia, humor y valentía, verdadero alter ego de un autor heterodoxo que se enfrenta al incómodo hecho de reflexionar narrativamente sobre las causas de una guerra. Y de una guerra tan actualmente olvidada como la Primera, que pareció replicarse a sí misma en los años de Bosnia. Años que nadie recuerda y que analiza pormenorizadamente Adolfo Muñoz, enseñándonos una lección de historia que, en pocas ocasiones, muy pocas, quizás lastre el desarrollo de la trama. Un inconveniente que, sin embargo, necesitamos, porque el olvido nos puede a la hora de enfrentarnos a este rincón perdido de la historia.

Historia con mayúsculas e historia dolorida. Porque es el autor un hombre comprometido y nada debe a las modas del momento. Como H. G. Wells, se sirve de los viajes den el tiempo para hacer de su protagonista una enviada a la manera de Terminator que no sabemos si fracasa en el intento desesperado de evitar la muerte de millones de personas, pero que sí nos pone en la tesitura, como lectores comprometidos, de reflexionar sobre el hecho de la guerra, cualquier guerra, tristes guerras, guerras todas iguales, dolorosas guerras. Y es este texto entonces, lleno de imágenes que valen más o tanto como mil palabras, una piedra de toque, una forma de hacer el manifiesto de Adolfo Muñoz quiere escribir, un rechazo frontal a la guerra y a quienes las provocan y de quienes son víctimas hasta sus hacedores como sucede con el espléndido personaje que matará o no al Archiduque Francisco Fernando, un idealista al que utiliza Muñoz para mostrar esta historia profundamente intrahistórica –a la manera unamuniana que no en vano el autor vivió en Salamanca- que es alegato contra la guerra y prosa convencida del valor de la denuncia a través de la novela. Todo un acontecimiento que deja atrás convencionalismos, acomodo y modas, porque este autor particular no se debe a nadie más que a sí mismo. Y eso es muy de agradecer y de aplaudir en los tiempos que corren.

La presentación de este libro tendrá lugar este martes, a las 19:30 horas, en la Librería Víctor Jara, calle Juan del Rey, 6, Salamanca.

Charo Alonso.Fotografía: Victorino García Calderón.