ENTREVISTA | Pilar Fraile presenta este sábado su última novela, el deslumbrante thriller Las leyes de la caza

Tiene la mirada directa de Pilar Fraile la fuerza de su paisaje infantil: piedra de dimensiones monumentales y un río que se crece en sus crecidas, agua que corre desde la montaña inhóspita donde buscan los personajes de su última novela al niño perdido. Un escenario, el de su cercano Gredos junto al Tormes en el Puente Congosto, para recordar las leyes de la caza, civilización frente a la barbarie, historias soterradas en la crudeza del frío y la intemperie que se contrapone con esa civilización en la que la protagonista está inmersa. La tierra late en las páginas de una novela magníficamente editada por Candaya, lejana a todo maniqueísmo y toda condescendencia, porque la prosa de la autora salmantina es contundente, cruda, veraz y, al mismo tiempo, sincera y cautivadora. Un auténtico hallazgo de esta profesora, investigadora, columnista en medios tan importantes como El País y sobre todo, escritora con mayúsculas.

Charo Alonso: Mucha gente no sabe que eres salmantina, Pilar ¿Qué supone venir a presentar aquí tu nueva novela?

Pilar Fraile: Por un lado me da una alegría enorme. No es la primera vez que presento un libro en Salamanca, pero ha pasado bastante tiempo, demasiado tal vez. Por otra parte, me genera cierto nerviosismo enfrentarte a una ciudad que es tan propia y querida, en la que sigo teniendo amigos y familiares, pero de la que tuve que irme hace casi tres décadas por motivos laborales, con el desarraigo que eso conlleva.

Ch.A.: Este libro está recibiendo excelentes críticas y pertenece a una editorial muy especial ¿Contenta?

P.F.: Contenta se quedaría corto para describir este momento. Publicar en Candaya ya era un premio en sí mismo, hay pocas editoriales con un compromiso semejante con la literatura y los autores, pero la acogida que está teniendo el libro está siendo tan buena que da un poco de vértigo.

Ch.A.: Las leyes de la caza, nace de dos ideas que se trenzan, hasta Jana tiene nombre de dios de dos caras, que ha tenido un proceso de mucha reescritura ¿Puedes explicárnoslo?

P.F.: Sí, fui consciente de que “había novela” cuando una idea que ya llevaba tiempo barajando, que tenía que ver con una crecida en el Tormes, con trágicas consecuencias, y que presencié de niña, colisionó con la vida de una mujer de ciudad sumida en una crisis tremenda y que es completamente ajena al río y sus leyes. A partir de ese momento empecé a pensar acerca de la trama, el punto de vista para abordarla, las distintas voces, etc. Y ese proceso fue muy largo y costoso porque tomé decisiones que tuve que deshacer varias veces al sentir que no acababan de funcionar. Así que, como mencionas, la novela se reescribió un número “insano” de veces.

Ch.A.: En una de tus novelas anteriores, que por cierto, tengo muchas ganas de leer, hablas también de la vuelta a la tierra, desmitificándola un poco ¿Es una cierta continuación esta última obra tuya?

P.F.: Entiendo que el lector pueda observar una relación entre Las ventajas de la vida en el campo, (mi primera novela) y la actual. Yo no hablaría de continuación, porque los temas que se abordan son muy diferentes y no hay personajes en común, pero sí tienen cierto aire de familia. Diría, aunque esto es difícil verlo desde el punto de vista del autor, que todas mis obras tienen una filiación, ciertos puntos en común: la obsesión por lo comunitario, la observación de la crisis de costumbres, el fracaso de nuestros horizontes de expectativas, la desazón contemporánea… Incluso diría que mis relatos y libros de poemas tienen también ese “aire de familia”.

Ch.A.: Hablamos del campo pero vives en Madrid ¿Cómo recuperas la esencia de la tierra para mostrar esas imágenes tan vívidas del río, de la naturaleza que es un protagonista estelar de la historia?

P.F.: Bueno en realidad viví en Madrid ciudad más una década, pero hace quince años me trasladé a un pueblo bastante pequeño de la zona suroeste de la Comunidad de Madrid, casi limítrofe con la provincia de Ávila. Este traslado me permitió volver a la raíz con una operación como de vasos comunicantes. Por otro lado, mi infancia la pasé íntegra en un pueblo de Alto Tormes, zona a la vuelvo siempre que puedo, y eso no es algo que se olvide, si alargas suficientemente la mano, puedes tocarlo.

Ch.A.: Eres una filósofa que ahora enseña escritura creativa ¿Verdaderamente se puede aprender a escribir? ¿Cómo aprender a enseñar a escribir, Pilar?

P.F.: Claro que se puede aprender a escribir, no te imaginas la cantidad de tiempo que se ahorra un escritor en ciernes si conoce bien la técnica y los recursos que puede usar, si no lo creyera no hubiera hecho una tesis sobre el asunto. Lo que pasa es que en este país llevamos muchísimo retraso en la didáctica de la escritura creativa que se va paliando sobre todo con iniciativas privadas y, últimamente, con algunas institucionales, pero seguimos a años luz de lo que sería razonable, y es que cualquier persona de cualquier condición socioeconómica pueda tener acceso a una enseñanza de escritura creativa. Hay de hecho un decreto ya aprobado de Enseñanzas Artísticas que incluye grados de escritura, ¡por fin!, pero que aún no se ha implementado.

Ch.A.: Una escritura que practicas del todo: escribes narrativa, larga y breve, escribes poesía, ensayo ¿Cómo sabes por donde vas a caminar a la hora de escribir?

P.F.: Distinguir entre una obra poética y el resto es instantáneo, al menos para mí, la poesía es sobre todo una música, una prosodia, una especie de espacio aparte que se abre, no se parece en nada a un proyecto narrativo, por ejemplo. Entre la narrativa y el ensayo es también relativamente fácil discriminar, una idea que viene en forma narrativa viene encarnada, normalmente en un personaje y una escena o escenas concretas, si no hay personaje, no hay narración. Las ideas que sirven para la reflexión ensayística se presentan también con su propia forma, en modo debate, con su polémica e incluso sus referencias, aunque luego haya que investigar, lógicamente.

Ch.A.: ¿Y ahora qué? ¿Te gusta pasear los libros, acudir a presentaciones?

P.F.: Mis sentimientos respecto de este proceso son muy contradictorios, por una parte, lo que yo disfruto de verdad es la tranquilidad del hogar y la libertar creativa, profundizar en mis tramas, dejar respirar a mis personajes, tomar notas para un artículo… Pero, por otro lado, el diálogo con los lectores y con otros escritores, es muy grato y también se aprenden cosas acerca de la recepción de la obra, de distintos procesos creativos. Incluso, si la cosa se da bien, haces amigos, algo que también es muy de agradecer.

Ch.A.: Fuiste la primera mujer que ganó el Premio de la Crítica de Castilla y León tras 19 ediciones ¿Qué nos falta para seguir ocupando espacios, sobre todo, de privilegio?

P.F.: Aunque hemos avanzado en las últimas décadas aún queda mucho por hacer, las instituciones, y gran parte de la crítica, siguen siendo fundamentalmente masculinas, y creo que habrá que esperar al reemplazo de generación para que esto cambie, sinceramente. Y luego hay temas que, incluso aunque haya más presencia femenina, son complejos de solucionar, por ejemplo, las ideas previas que se tienen sobre lo que “deben escribir” los hombres y las mujeres, y lo difícil que es para unos y otros salirse de estas casillas, parece que esto ha cambiado pero aún queda mucha batalla que dar en este terreno.

Charo Alonso. Fotografías: Pedro Campoy.