La obra Art Deco, creada por el artista protestante Jean Goulden, fue entregada por su nieto, el conde François de Grancey, quien comunicó su decisión al rey Felipe VI para evitar que la pieza cayera en manos de "mercaderes de arte".
El patrimonio de Alba de Tormes se ha enriquecido con una pieza de un valor artístico e histórico excepcional. Un esmalte de grandes proporciones que representa a santa Teresa de Jesús, creado en estilo Art Deco por el artista protestante Louis Paul Jean Goulden, ya se encuentra en el museo CARMUS de la villa ducal. La obra ha sido donada por el nieto del artista, François de Grancey, miembro de la familia de los condes de Grancey, quien ha supervisado personalmente su traslado desde París.
Considerado el esmalte más grande del mundo realizado con esta técnica y la obra de mayor tamaño del artista francés, la pieza ha sido instalada en la sala de pintura del museo. En un acto de gran simbolismo, fue bendecida por el obispo de Salamanca durante la solemnidad de la festividad de santa Teresa de Jesús, sellando así su nuevo hogar junto al sepulcro de la mística abulense.
La donación se gestó tras una visita de François de Grancey a Alba de Tormes, donde conoció el museo CARMUS y formalizó los trámites con su director, Miguel Ángel González. El artista, Jean Goulden (1878-1946), fue un reconocido médico y decorador francés que, entre 1920 y 1940, revitalizó la compleja técnica del esmalte “Chantlevé”, originaria de la Edad Media y popularizada en Limoges durante el Renacimiento.
A pesar de su fe protestante, Goulden creó esta admirable representación de la santa católica, una obra que permaneció oculta durante décadas y cuya existencia era prácticamente desconocida hasta que su nieto la adquirió.

La profunda significación de este acto queda reflejada en la carta que el propio François de Grancey dirigió a Su Majestad el rey Felipe VI para comunicarle la donación. En la misiva, Grancey, quien se encuentra afectado por una ceguera casi total, narra la asombrosa historia de la pieza.
Relata cómo su tío le propuso comprar un esmalte a una anciana, amiga del artista, que deseaba venderlo discretamente. "Al desenvolverlo, recibí un choque emocional, al constatar, siendo un gran cristiano, que se trataba de un admirable retrato de santa Teresa de Jesús", explica en la carta. Su tío, también protestante, le confesó el motivo por el que la obra nunca fue expuesta: "he aquí por qué esa dama protestante no quiso jamás exponerlo, temiendo ser avergonzada por toda la sociedad protestante de Reims".
Consciente del "valor económico extremadamente alto" de las obras de su abuelo en el mercado actual, Grancey tomó una decisión junto a sus hijas, Alejandra y Natacha: "No quise que ese excepcional cuadro-esmalte, que es ciertamente el mayor en el mundo, fuera un día vendido por los mercaderes de arte u otros transaccionistas".
En su carta, expresa su "mucha admiración y respeto por España, ya que es de las pocas monarquías católicas que quedan en el mundo". Por ello, formaliza la donación "al Reino de España, a Sus Majestades, a la Iglesia española, a la Orden del Carmelo Descalzo y a los fieles españoles cristianos y católicos", deseando que la obra repose cerca de la tumba de la Santa en el museo CARMUS.

La figura del donante, François de Grancey, es tan notable como la obra que ha legado. Su vida ha estado marcada por el servicio militar, la fe y el humanitarismo. A continuación, se detallan algunos de los hitos de su biografía:
Es hijo del General Jacques de Grancey, héroe de la Primera y Segunda Guerra Mundial y jefe de la Resistencia. Su padre fue detenido y torturado por la Gestapo y fue el único superviviente de su comando en el campo de concentración de Neuengam. Tras la guerra, alcanzó el máximo honor militar como Gobernador de los Inválidos en París, y su cuerpo reposa en la cripta de los Mariscales de Francia, cerca de la tumba de Napoleón I.
François de Grancey también destaca la gran amistad de su padre con el embajador de España, el Excmo. Sr. don Manuel Thomás de Carranza y de Luque, marqués de la Sala de Partinico, un vínculo que refuerza su profunda admiración por España, ahora materializada en esta generosa e histórica donación a Alba de Tormes.