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La duración de la vida
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La duración de la vida

Actualizado 30/09/2025 07:59

Cuento de los hermanos Grimm, adaptado por Isaura Díaz de Figueiredo

Cuando Nuestro Señor, después de crear el mundo, se disponía a asignar a cada una de sus criaturas el tiempo de duración de su vida, se acercó el asno y le dijo:

—Señor, ¿cuántos años viviré?

—Treinta — respondió el Creador—. ¿Te parece bien?

—¡Ah, Señor! —dijo el asno —. Son muchos años. Considerad mi penoso destino: desde la mañana hasta la noche, transportando pesadas cargas, llevando sacos de grano al molino para que otros coman pan, mientras a mí se me azuza a latigazos y puntapiés. ¡Acortadme un poco la vida! Compadecido Nuestro Señor le redujo la cifra a doce años. El asno se retiró consolado, entonces se presenta el perro.

Dios le mira fijamente a los ojos y sin dudarlo

—¿Cuánto tiempo quieres vivir, chucho? Al asno le parecieron demasiados treinta años, a ti te parecerán suficientes

—Señor, dice lastimosamente el perro—. ¿Lo queréis así? No voy a protestar, pero recordar lo mucho que debo correr y mis pies se van a resentir. Además, cuando mi voz no suene fuerte y no pueda ladrar, los dientes se caigan y los deliciosos huesos ya no pueda morderlos que voy a hacer. ¿Mis amos me arrinconarán y malhumorado estaré todo el día gruñendo en un rincón?

El Señor comprendió que tenía razón, y le dijo: Vivirás doce años.

Luego llegó el mono saltarín.

—A ti seguramente te satisficieran treinta años, ¿verdad?— Tú no necesitas trabajar como el asno y el perro, y siempre estás de buen humor, saltando de un árbol a otro.

—¡Ay, Señor! — exclamó el macaco—. Eso parece, pero la realidad es muy distinta. Estoy condenado a gastar bromas y a hacer muecas para que la gente ría, y cuando me dan una manzana y la muerdo, resulta que está verde y he de seguir riendo. ¡A menudo tras una sonrisa se oculta un gran dolor! No resistiré treinta años.

Bueno, bueno, no quiero verte sufrir, vivirás diez años.

Después de terminada la larga cola que se había formado entre los animales, se presentó el hombre, contento, sano, fresco, y pidió al Señor que fijase su tiempo de vida.

—Vivirás treinta años—¿Tienes bastante?

—No Señor, eso resulta un suspiro. Es muy poco. Recordar que he de construir mi casa, plantar árboles, tener descendencia. Y disfrutar de la vida, ¿es entonces cuando he de morir? ¡Oh, Señor, por favor, concédeme más años!

—Te añadiré los dieciocho años del asno —dijo Dios.

—No, no basta — contestó triste el hombre.

—Pues tendrás también los doce del perro.

—Todavía siguen siendo pocos — insistió el hombre.

—Mira, hoy quiero ser generoso y te voy a conceder los doce del mono, pero ni uno más.

El hombre, bajó la cabeza y se marchó pensativo, pero insatisfecho.

He aquí por qué le vida del hombre duraría setenta años. Los treinta primeros son los suyos propios, y pasan rápidamente; está sano, alegre, trabaja con ardor y disfruta de la vida. Siguen luego los dieciocho del asno, en que debe llevar una carga sobre otra y recibir golpes en premio por sus leales servicios. Llegan después los doce años del perro: lo tenéis , gruñendo y sin dientes para mascar, sentado en un banco del parque, con la mirada perdida buscando los recuerdos de juventud. Y cuando este período termina, cierran su vida los diez años del mono: se le ablandan los sesos, se vuelve extravagante, hace toda clase de tonterías y es el hazmerreír de los chiquillos.

El cuento de Grimm, tiene dos enseñanzas:

Quizá porque los animales no saben que significa cumplir años, o porque no comprenden que es la muerte y cuando sus fuerzas fallan se arrinconan y la esperan con placidez.

Ayer he visto un programa que trataba sobre la casi inmortalidad del ser humano. Hacer que llegue a vivir hasta los 150 años, no habrá enfermedades, se curaran todas las dolencias en un periodo de diez años. ¿Y cuando tenga siglo y medio que hacen con él?

Me sonó a mal chiste, tenemos en los hospitales bebés, niños, adolescentes, jovenes y personas maduras que se nos mueren por un cáncer, por enfermedades congénitas, por… serían innombrables la cantidad de afecciones que nos rodean y no se encuentra solución para alargar ni un minuto sus vidas.

Ese científico, que así se presentó es para decirle muchas cosas, habla de eliminar el dolor, en eso estoy de acuerdo, pero se da cuenta que el ser humano iba seguir expuesto a accidentes, catástrofes imprevistas. Eliminar la muerte de la ecuación podría despojar a la vida de su significado y valor. Filósofos y psicólogos han argumentado desde hace tiempo que nuestra conciencia de la muerte le da a la vida intensidad. Si el hombre fuera inmortal, los sistemas sociales experimentarían transformaciones radicales terribles, como un cambio en la percepción del valor de la vida, un impacto masivo en la economía debido a la superpoblación y la escasez de recursos, y una profunda alteración en las estructuras familiares y laborales.

Quizá ese hombre solo desee darse publicidad y aparte de un vende libros, lo peor ” es un vende humos”

Por supuesto que, a medida que pasan los años, el hombre fue teniendo mejor calidad de vida, por consiguiente vive más años, pero de ahí a eliminar enfermedades y elongar la vida, ¿qué sentido puede tener?

Que llegado el momento de partir, lo hagamos en paz, eso, deseo para mí y para todos ustedes. La fuente de la eterna juventud, es una fábula que desde siempre ha buscado el hombre y nunca se encontró.

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