Viernes, 05 de diciembre de 2025
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Un suma y sigue
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Un suma y sigue

Actualizado 06/10/2025 09:43

Las barbaridades contra el pueblo de Gaza no tienen límite, son un suma y sigue, y una vez más las amenazas se han cumplido.

Detención de la flotilla solidaria a Gaza

En el seno del mar, donde la inmensidad no reconoce fronteras, ha ocurrido un acto que hiere la conciencia universal: la detención ilegal de la flotilla de voluntarios en aguas internacionales, llevada a cabo por Israel. Estos barcos no eran de guerra, eran barcos de paz, de vida, de esperanza. Estos barcos no transportaban bombas, ni granadas, ni siquiera pistolas de agua para los niños, porque los niños que viven una guerra se convierten en adultos automáticamente y pierden las ganas de jugar a matar aunque sea de mentira como en las películas, transportaban alimentos, medicinas, ropa y humanidad, mucha humanidad.

Cada caja, cada saco, cada botella de agua que iba en sus bodegas contenía la memoria de una ley más antigua que cualquier frontera: la del apoyo a las víctimas, la del auxilio al que sufre, la del cuidado al más vulnerable, la de la defensa a los inocentes. La flotilla no era solo una misión humanitaria, era, sobre todo, un gesto espiritual, un recordatorio de que la compasión es la mayor fuerza transformadora de nuestro tiempo. Cuando hombres y mujeres se lanzan al mar para llevar pan y alivio a un pueblo sitiado, se convierten en guardianes de un mandamiento invisible:

“Ama al prójimo como a ti mismo”. El mar es el espejo de la conciencia infinita. Ninguna nación, ningún ejército, puede reclamar como suyo lo que pertenece a toda la humanidad y al Espíritu. Profanar esas aguas con actos de violencia contra quienes solo llevan vida es contradecir no solo el derecho internacional, sino también las leyes cósmicas que sostienen el equilibrio del mundo.

Detener la solidaridad es pretender sofocar la voz del amor, pero esa voz nunca puede ser silenciada. Las manos que apresan voluntarios, tarde o temprano, serán confrontadas por la justicia del tiempo y de la historia, pues todo lo que se hace contra la compasión se vuelve peso en el alma, mientras que todo lo que se hace en favor de la vida permanece como semilla sagrada en la memoria de los pueblos. Gaza no es un punto lejano en un mapa. Gaza es la herida abierta en el corazón de la humanidad.

Y cada intento de llevar alimento, abrigo y medicinas a su gente es un acto de sanación global. No se trata solo de un territorio: se trata de nuestra propia dignidad como especie, como personas, como seres humanos. Por lo tanto, hoy, desde la conciencia despierta, solo cabe condenar con firmeza la detención de la flotilla y afirmamos que ningún muro, ningún bloqueo, ningún ejército puede detener la marea de la compasión, porque el verdadero poder no está en dominar, está en servir, en proteger, en respetar.

Ojalá que este acto tan injusto sirva, al menos, para despertar conciencias dormidas y la humanidad recuerde que la solidaridad es un mandamiento de obligado cumplimiento, porque, en lo que no consigamos que los locos dejen de gobernar el mundo, todos podemos ser sus víctimas.

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