Viernes, 05 de diciembre de 2025
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José Antonio Sánchez Paso: “Con nosotros ha muerto un tipo de lector que aspira al conocimiento a través de la literatura”
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ENTREVISTA

José Antonio Sánchez Paso: “Con nosotros ha muerto un tipo de lector que aspira al conocimiento a través de la literatura”

Actualizado 05/10/2025 09:00

Nadie como Sánchez Paso representa el rigor y el prestigio de nuestras publicaciones universitarias. Un maestro de la edición dedicado a la historia de Béjar que parece haber encontrado un personaje a la medida de sus pasiones

Tiene el escritor, editor, bejaranista insigne, aire de otro tiempo. Y algo así debió ver Luis García Jambrina quien, siempre agradecido a la “atenta y atinada lectura” de sus ‘Manuscritos’, le convirtió en personaje de uno de ellos. Nada más adecuado para el responsable de Ediciones Universidad de Salamanca, cuyo prestigio y premiado hacer tiene mucho que ver con este editor incomparable –palabra de Jean Claude Rabaté–, bejarano siempre en el telar de la investigación histórica de su tierra y escritor que publica ahora una espléndida biografía de Fernando Aguilar y Álvarez, un romántico todo pasión perdido en el olvido de los legajos.

José A. Sánchez Paso: Sigue habiendo personajes que han pasado desapercibidos. Aguilar, oculto durante más de un siglo, se impuso porque tengo tendencia a interesarme por los personajes heterodoxos que se salen de la norma. Ahí cuento yo con un antecedente conocido en Béjar, que es el Bufón de Carlos V, don Francés de Zúñiga. Me llama mucho la atención la cantidad de heterodoxos que hay en la cultura salmantina y que han sufrido por ello la cárcel o el exilio, como Fray Luis o Unamuno.

Charo Alonso: ¿Y cómo empezó todo?

J.A.S.P.: Leyendo el periódico bejarano ‘La locomotora’, del que fue director un tipo que era todo un personaje y que nunca aparecía en las monografías que se escribieron sobre la gente de aquel tiempo del XIX, que fue grandioso para Béjar. Me entró la curiosidad y pensé escribir un artículo sobre él para la Revista de Estudios Bejaranos pero, como suele pasar siempre, se me fue de las manos, el personaje fue creciendo, iba sacando cosas y así fue escribiéndose su biografía, porque en aquella época en los periódicos salía mucho de la historia personal de los autores y, además, el contexto ya lo conocía. Aguilar era sorprendente: director, escritor, hiperactivo y primero en todo.

Ch.A.: ¿El primero en qué?

J.A.S P.: En todo. Yo ya había leído su novela ‘El castillo de Montemayor’, que me parecía horrible, malísima, una novela gótica de terror como ‘Drácula’. Y descubrí después que había escrito también poemas, obras dramáticas, ensayos, artículos… Y que no paró de hacer cosas y que en todo era el número uno: el primer periodista socialista de Béjar, el primer masón, el primer republicano… Aguilar fue librero, editor, impresor, ¡lo hacía bien, venía a buscarle gentes importantes de fuera! Fue el primero que hizo un proyecto de educación de adultos en Béjar e incluso un instituto, aunque no lo consiguió. Primer arqueólogo en Béjar, el primero que tuvo luz eléctrica en su casa, estaba a la última, un personaje… Lo he tenido hibernado durante mucho tiempo, esperando la ocasión, hasta que surgió la oportunidad de presentarlo a este premio.

Ch.A.: Es un héroe de película, pero me pregunto si estos temas y publicaciones no quedan en un ámbito local pequeño.

J.A.S.P: Las publicaciones locales, incluso las de Salamanca, tienen un público muy reducido. Aunque ahora mismo ya no se vende nada. El libro, es verdad que ha sobrevivido a la oleada digital que ha arrasado con las tiendas de fotografía o con el cine, pero no se vende. Y ha habido un factor que ha acelerado que los libros se queden en un entorno muy próximo, que es la autoedición. Yo digo siempre que estoy obligado a leer al entorno mío. La gente siempre ha escrito, y ahora publica. Es muy difícil la visibilidad, tú y yo que vamos a las presentaciones de libros lo sabemos.

Carmen Borrego: Así que el libro es una cosa no elitista, pero sí muy recogidita.

J.A.S.P.: Elitista no, muy recogidita, sí. Cuando me preguntan acerca de las publicaciones digo siempre que lo más importante es que disfrutes de la escritura, que encuentres el adjetivo adecuado, que des con las claves. Luego, publicar es otra cosa. El ciclo de rotación en las librerías de novedades es rapidísimo. Contaba Luis García Jambrina que en la mesa de Alfaguara, en una importante tienda de Madrid, se devoraban las novedades unas a otras. La misma editorial saca sin parar novedades para vender y quita lo anterior. El propio ritmo de las ediciones te retira los libros. Escribir es algo intrascendente, publicar, inútil y que te lean, un milagro. Ya tenéis el título de la entrevista. Leyendo a un represaliado de Stalin descubrí esto: “He inventado un género nuevo: el silencio”. Es magnífica la frase.

Ch.A.: Tengo esperanza, alguna gente lee –o leemos– mucho.

J.A.S.P.: Charo, ha caído un 56 por ciento la lectura en Estados Unidos. Vivimos en una cultura visual, la gente no sale del móvil. Con nosotros ha muerto un tipo de lector que aspira al conocimiento a través de la lectura. Veíamos una sola cadena y leíamos, pero los jóvenes viven en pantallas. Lo de los libros se ha vuelto una cosa exquisita que disfrutamos y que todavía está muy viva.

C.B.: Yo soy optimista, hasta ha repuntado el cómic.

J.A.S.P.: Es cierto, el cómic está creciendo. Vivimos en una cultura visual, el libro se ha convertido en una cosa exquisita que va arañando espacios y adeptos. Estamos en una transición porque nada mata a otra cosa, todo convive, el libro no va a morir, sino a convivir con lo visual de otra manera. José Antonio Cordón, que es un especialista en todo esto, cuando le dije que mi hija había dejado de leer me contestó: no te preocupes, volverá.

Ch.A.: Te han llamado “editor incomparable” y te han convertido en un personaje de novela.

J.A.S.P.: Fue una cosa ingeniosa que se le ocurrió a Luis. Cuando supe que escribía sobre Nebrija le dije: “Sácame como aprendiz en una imprenta de Nebrija, uno bueno”. Pero se le fue de las manos. Jambrina escribe muy bien, monta unas buenas tramas, buenas historias, tiene personajes bien construidos, se documenta… Yo me he peleado con él muchas veces para decirle que en el siglo XVI no se decía esto o lo otro.

Ch.A.: Y tiene el compromiso de incluir a un personaje bejarano en todos sus manuscritos. Por cierto, ¿qué tiene Béjar para dar tantos escritores?

J.A.S.P.: Béjar es una ciudad extraña porque produce mucho siendo un pueblo pequeño. Hay mucha afición a la música, a la escritura… ¡He contado 36 narradores vivos en Béjar! Es así en casi todo menos en el textil. Parece que tenemos el microclima de Montmartre. Y eso de que está moribunda… ¡Qué coño se va a morir! La cosa no está boyante y los que hemos conocido aquel Béjar esplendoroso de los años 60, 70 e incluso los 80, lo sabemos. Yo dormía con el tracatraca de los telares, que tenían turnos de 24 horas… pero ya vendrá otra cosa, no lo vamos a conocer ninguno de nosotros, habrá otro ciclo histórico. El ciclo de la industria textil ha durado 300 años, quién sabe lo que puede pasar, a lo mejor lo que va a cambiar Béjar es precisamente el cambio climático, cuando se anegue el Levante a lo mejor, vuelven las empresas a Béjar. Pero sí, algo pasa en Béjar.

Ch.A.: Yo le digo a Beatriz Alcaná que es el agua. Has trabajado en el mundo de la edición y ahora sigues unido al libro…

J.A.S.P.: Cuando me jubilé quería hacer pública una carta: “Queridos amigos, ha sido un placer estar entre vosotros, ahora no me toquéis los cojones con prólogos, colofones, no quiero saber más de libros”. Pero nada, no hay manera… Acabo de revisar el original de un amigo y le he escrito el prólogo, el colofón… Y van y me ponen en la portada… Ya le he dicho a Lope “quita eso de ahí”.

C.B.: Tus colofones son antológicos, a mí me enseñaste en Varona a hacer colofones. Pero hemos venido a hablar de tu libro…

J.A.S.P.: Mirad, si no hay archivos y bibliotecas no puedes reconstruir. Este personaje, Aguilar, es importante, pionero, romántico, un tarambana. Me cuentan que reconstruyo muy bien su época, la de la Gloriosa, pero para hacer eso hacen falta archivos. Digo a los del Centro de Estudios Bejaranos que tienen que dar la batalla por un sitio. Por fin, el Centro de Estudios Salmantinos tiene una sede oficial donde trabajar y guardar documentos, donde podemos dejar legados o libros como los que tengo yo. Si no fuera por los archivos, la vida de Aguilar se hubiera perdido.

Ch.A.: Es un personaje de novela.

J.A.S.P.: Su periódico se llamaba ‘La locomotora’ porque era el emblema de la época, del avance, de la ciencia, del progreso. Él era socialista, anticlerical, un masón, un republicano… Pero, cuando muere, engañan a la viuda y le cambian el nombre gentes carlistas, de derechas. Yo creía que eso de ‘La Victoria’ era por ella, que se llamaba así. Miré el diccionario y vi que “la victoria” era un tipo de carruaje en el que solo cabían dos, llamado así por la reina inglesa. ¡Serán hijos de puta! Han pasado del símbolo del ferrocarril, de defender el cambio a volver al orden. ¡Siempre involucionando! Esto lo tenéis que sacar: cuando salió el libro me preguntaban por sus descendientes. Hacemos la presentación y en julio recibo un correo de alguien que me dice que vio el anuncio del acto y compró el libro en Víctor Jara. Resulta que es tataranieto de Aguilar, Borja Alonso, profesor de la Universidad. Es la magia de los libros, él estaba investigando la genealogía de la familia y ahora, manda narices, le cae el libro encima. Es la magia de la escritura, de la comunicación. Eso de que los libros son inútiles retíralo.

Ch.A.: Dedicas muchas páginas a Béjar. ¿En qué andas ahora?

J.A.S.P.: Tengo escrita la vida de mis abuelos, sin rematar. Uno de ellos era un señor de abrigo y sombrero que se quitaba ante las señoras, educadísimo. Delegado de Bellas Artes en Béjar, salvó el conjunto de La Alberca y Candelario. Era escayolista, se consideraba un artista y tiene mucha obra en Béjar, techos de estilo árabe porque procedía de Granada y llegó a Madrid con 20 años. Y mirad, mi primo me mandó recortes de la prensa republicana. Quién iba a pensar que mi abuelo estuvo preso, era anarquista y ponía bombas, el señor que escribía en el periódico y llevó el féretro de Mateo Hernández. Son hallazgos. El azar siempre interviene en las investigaciones. El retrato de Aguilar también es un milagro, se lo mandó hacer al ganar un juicio. ¿Os sabéis lo del retrato de Cervantes en la Real Academia?

Ch.A.: ¡Un retrato falso!

J.A.S.P.: Le dijeron a Menéndez Pidal: “Convendría quitar ese cuadro, que es falso”. Y él dijo: “No, no, si lo quitamos nos colocan el de Franco”. El azar interviene en todo lo que hacemos. Descubres un papel donde lees la verdad de tu abuelo. Los que vivieron aquella época nunca cuentan nada. No era prudencia ni deseo de reconciliación, era miedo. Nacho Francia y yo quisimos reivindicar la figura de un periodista represaliado y no hubo manera. La familia aún se guardaba de decir que había estado en la cárcel. Y volviendo a Aguilar, toda su obra está colgada en internet, en Alquitara Ediciones. Ahí encontraréis más cosas mías para que os riais, que yo escribo para que la gente se ría.

Ch.A.: El mejor editor que tenemos haciéndonos reír.

J.A.S.P.: A veces digo que no soy corrector, soy erraticida. Quiero dedicarle un programa de los de Ana Sánchez White, también bejarana por cierto, a las erratas ilustres. Eso sí, donde no perdono una errata es en la poesía.

Ch.A.: ¿Y qué colofón le ponemos a la entrevista?

J.A.S.P.: Pues eso, que donde no perdono una errata es en la poesía.

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