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La vida entera
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TANTOS LIBROS POR LEER

La vida entera

Actualizado 01/10/2025 09:50

El próximo 7 de octubre se cumplirán dos años del brutal ataque de Hamás sobre territorio israelí con miles de muertos y centenares de secuestrados, muchos de los cuales siguen siendo rehenes del grupo terrorista, y de la posterior durísima respuesta, solo días después, del gobierno de Netanyahu con la invasión de Gaza, que, salvo algunas muy breves treguas temporales, se mantiene desde entonces, en una dantesca sucesión de bombardeos y ataques aéreos constantes que han llevado la devastación y la muerte a los gazatíes provocando una catástrofe humanitaria desgarradora.

Como recordatorio de estos dramáticos hechos, esta semana y la que viene les dejaré aquí sendos libros, uno escrito por un autor israelí y otro por una escritora palestina, que reflejan, con enfoques literarios diferentes y partiendo de planteamientos ideológicos muy disímiles y hasta opuestos, un conflicto muy complejo, enmarañado y laberíntico, que hunde sus raíces en un pasado de siglos y que, en nuestra contemporaneidad, lleva décadas sumiendo en el sufrimiento y el dolor a la región y sus habitantes.

En ambos libros, y más allá de las respectivas visiones de sus autores sobre el dramático enfrentamiento, se nos cuentan historias, hechos, vivencias, experiencias vitales de los protagonistas; y se nos describen sentimientos, emociones, amores, anhelos, ilusiones, sufrimientos, tristezas, afectos, decepciones, esperanzas, convicciones, sacrificios, frustraciones, odios, pasiones, deseos, contradicciones de una serie de personajes de ficción que, claro está, nacen, viven y mueren en esos territorios que durante tanto tiempo han albergado -y lo siguen haciendo- guerra, enfrentamientos, congoja y muerte, que los atañen y condicionan sus vidas. No hay en ellos -ni por supuesto en mí- proclamas, discursos más o menos panfletarios, análisis históricos, sociológicos o políticos del fenómeno, soflamas ideológicas, explicación o justificaciones de las respectivas posiciones de parte. Hay literatura, excelente literatura y, por lo tanto, ambigüedad, matices, sutilezas, discordancias, dudas, paradojas, más preguntas que respuestas.

La vida entera, mi propuesta de esta semana, es una voluminosa novela de David Grossman, de una intensidad y una emoción por momentos sobrecogedoras. Grossman es un escritor israelí, persistente activista en pro de la paz en su país, que se ha hecho merecedor, por su obra y por su entrega a esa noble causa, de infinidad de premios, reconocimientos y doctorados honoris causa en diversas universidades del mundo entero.

El libro -con el amor y la muerte como temas filosóficos principales- se abre con una extensa escena de tintes oníricos que nos muestra a tres chicos israelíes, Ora, Abram e Ilan, que permanecen recluidos en un fantasmagórico hospital aislado en una ciudad extraña, en el que han sido abandonados a cargo de una única enfermera árabe a causa de lo contagioso de sus enfermedades y de la generalizada huida del personal sanitario como consecuencia de la guerra, la fugaz pero trascendental Guerra de los Seis Días, en 1967. La cercanía forzosa entre los jóvenes, la fragilidad -física y anímica- de su situación y las naturales “pulsiones” de la adolescencia, hacen nacer entre ellos sentimientos de interés, de amistad, de atracción incluso, que Grossman cuenta con maestría en una narración construida casi íntegramente a base de diálogos.

Más de treinta años después nos reencontramos con los tres personajes. Ora -que será en la mayor parte del texto la voz que cuenta- está ahora separada de Ilan, con el que se casó y con el que tiene dos hijos en común, Adam y Ofer. Abram, tras una trágica experiencia, detenido y torturado por las tropas egipcias en una de las muchas experiencias bélicas vividas por israelíes y árabes en la zona, retoma la vida civil en un estado de absoluta devastación psicológica y permanece apartado de sus amigos desde hace años.

El pequeño de los hijos de Ora, Ofer, que acaba de cumplir el largo servicio militar obligatorio habitual en su país, se apunta a su término como voluntario para hacer frente durante tres largas semanas a un nuevo estado de emergencia que conlleva medidas de presión y control del ejército sobre una población árabe en la que cualquier niño que se dirige al colegio con una mochila puede esconder un potencial terrorista. El espanto que provoca en Ora, sola tras la marcha de Ilan y Adam a un viaje por América Latina, el riesgo de muerte de su hijo en alguna escaramuza militar en la arriesgada operación, la lleva a abandonar su hogar, ahuyentando así -al menos en un plano simbólico- la imaginada y temida escena en la que los responsables del ejército llaman al timbre de su casa para comunicar la infausta noticia: si ese hecho no se produce, si no hay nadie en casa en ese momento irreversible, su hijo estará a salvo, la muerte no le alcanzará, piensa. Así, y tras localizar sorprendentemente a Abram, inicia con éste un viaje sin rumbo fijo, sin móviles ni contacto con la realidad de la guerra, atravesando a pie el país, que recorren de un extremo a otro, voluntariamente ajenos al acontecer de la contienda e inmunes, pues, a las malas nuevas que la guerra pudiera generar.

En su recorrido, que constituye el núcleo central de la novela, Ora -y, en menor medida, el propio Abram- habla sin parar para así tener presente y proteger a Ofer; y así cuenta la vida entera: la suya propia y la de su familia; la de su marido y sus hijos; la de la fuerte imbricación vital -con episodios inesperados y sorprendentes que no quiero revelar aquí- de los tres amigos; la de Israel, con sus vicisitudes políticas y sus innumerables guerras, con el conflicto irresoluble entre árabes y judíos. Y su relato, que fluye incontenible, lleno de emoción, de melancolía, de vida, será una forma de exorcizar el temor a la muerte del hijo, expuesto en cualquier momento a la amenaza de una bomba, de un disparo, de un atentado, pero preservado de todo riesgo mientras se mantenga vivo en el discurso de su madre.

Pero ¿cómo puede contarse una vida entera? Para eso no bastaría toda una vida. El genio de David Grossman lo logra y es por eso por lo que el torrencial flujo verbal de Ora, un personaje inolvidable, transporta al lector a las interioridades del alma de la protagonista; un lector que “conviviendo” con ella, inmerso, embebido, en su relato, se conmoverá, se emocionará, llorará, se estremecerá, se apasionará, reirá, se entusiasmará con esa vida puesta a su alcance.

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David Grossman. La vida entera. Editorial Lumen. Barcelona, 2010. Traducción de Ana María Bejarano. 816 páginas. 22.90 euros

Alberto San Segundo - YouTube

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