El artista José Ángel Nava ha sido el encargado de interpretar una obra que proclama la triple identidad del templo: mariana, carmelitana y teresiana.
La Basílica de la Anunciación de Nuestra Señora del Carmen, el templo que custodia el sepulcro de Santa Teresa de Jesús en Alba de Tormes, cuenta desde hoy con nuevo escudo heráldico. La obra, una profunda síntesis de historia, fe y arte, ha sido realizada por el artista José Ángel Nava, quien en su presentación la definió no como una mera pieza heráldica, sino como "un símbolo vivo, un compendio espiritual que proclama la triple identidad de este lugar sagrado: mariana, carmelitana y teresiana".
En un emotivo acto, Nava expresó su gratitud a la comunidad carmelitana y al padre Miguel Ángel González, prior del convento, por la confianza depositada en su trabajo. "Cada trazo, cada color, cada elemento que lo compone ha sido pensado y trabajado con reverencia, buscando honrar la historia, la fe y la belleza que aquí se respiran", afirmó el artista. Este nuevo emblema se erige como una "oración visual" destinada a ser "faro y refugio" para los miles de devotos y peregrinos que acuden a la villa ducal.
El escudo, perteneciente a la heráldica eclesiástica basilical, refuerza visualmente el título de basílica que el templo ostenta desde el 4 de julio de 1870, otorgado por el Papa Pío IX. A continuación, se desglosa el profundo significado de cada uno de los elementos que componen esta compleja y rica pieza simbólica.

La composición del escudo está meticulosamente diseñada para narrar la historia y la vocación del templo. Cada símbolo ha sido elegido para representar una faceta de su identidad, desde su unión con la Santa Sede hasta su conexión indisoluble con la figura de Santa Teresa de Jesús.
Coronando el escudo se encuentra el conopeo papal, un pabellón de franjas rojas y doradas que simboliza la autoridad del Papa y la unión directa de la basílica con la sede de Pedro. Históricamente un parasol para proteger al pontífice, hoy es un emblema de protección y autoridad papal. Junto a él, la cruz arzobispal o patriarcal, con su doble travesaño, recuerda que Santa Teresa es patrona de la archidiócesis de Valladolid y de la diócesis de Salamanca, extendiendo su patrocinio espiritual sobre toda la provincia eclesiástica.
Detrás del campo principal se cruzan las llaves de San Pedro, una de oro y otra de plata, unidas por un cordón rojo. Este es el emblema por excelencia de la autoridad pontificia, basado en las palabras de Cristo en el Evangelio de San Mateo (16:18-19). La llave de oro simboliza el poder espiritual para "atar y desatar en los cielos", mientras que la llave de plata representa la autoridad sobre la Iglesia en la tierra. Su presencia subraya la dependencia directa de la basílica con el sucesor de Pedro.

Sobre el escudo, una paloma radiante evoca múltiples significados. Es un símbolo del Espíritu Santo, en alusión directa al misterio de la Anunciación que da nombre al templo. Pero en clave teresiana, representa la inspiración divina de la Santa y su famosa experiencia mística conocida como el "Pentecostés teresiano". Según narra en el libro de su Vida, en 1565 sintió revolotear sobre su cabeza "una paloma, bien diferente de las de acá", una visión que el arte ha interpretado como la asistencia directa del Espíritu Santo en sus escritos.
En el centro de la composición, un pequeño escusón azul muestra las iniciales "STJ" (Santa Teresa de Jesús). El diseño de estas letras está inspirado directamente en el monograma repujado en la urna de plata de 1760, realizada en Orleáns, que contiene su cuerpo incorrupto. El color azul, por su parte, simboliza la doctrina celestial de la santa andariega, situándola como el corazón palpitante de la basílica.
El cuerpo principal del escudo se divide en cuatro cuarteles que, como las páginas de un libro, narran los pilares fundamentales de la espiritualidad del lugar.

Este campo muestra una montaña marrón con una cruz en su cima y tres estrellas. Representa el Monte Carmelo, origen de la Orden Carmelita. La simbología es rica y variada:
Una urna dorada con destellos simboliza el sepulcro de Santa Teresa, el tesoro que convierte a la basílica en un centro mundial de peregrinación. El cuerpo de la santa reposa en una urna de mármol negro donada por los reyes Fernando VI y Bárbara de Braganza, diseñada por el arquitecto ducal Jacques Marquet en 1759. La seguridad del sepulcro es tal que se necesitan diez llaves para abrirlo, custodiadas por la comunidad carmelita, el Duque de Alba, el Padre General de la Orden en Roma y una, la del arca interior de plata, en posesión del Rey Felipe VI.
Este cuartel exhibe el birrete doctoral, símbolo del nombramiento de Santa Teresa como Doctora honoris causa por la Universidad de Salamanca en 1922. Este reconocimiento fue un hito, culminando un largo proceso para validar su magisterio, a menudo obstaculizado por el precepto paulino "mulieres in Ecclesia taceant" (que las mujeres callen en la Iglesia). La concesión del Estudio salmantino precedió en casi cinco décadas a su nombramiento como Doctora de la Iglesia Universal por el Papa Pablo VI el 27 de septiembre de 1970, siendo la primera mujer en recibir ambas distinciones.
La pieza original, una joya de estilo bizantino elaborada en los Talleres de Arte de Félix Granda Buyllé en Madrid, fue un encargo de la nobleza española e impuesta a la imagen de la santa por la reina Victoria Eugenia. Hoy se conserva en el museo Carmus de Alba de Tormes.
Una pluma de oro representa la faceta de Santa Teresa como escritora inspirada. La pluma original fue un regalo del Rey Alfonso XIII durante la ceremonia de imposición del birrete doctoral el 7 de octubre de 1922. Este atributo es inseparable de su iconografía, como lo atestigua la propia Bula de Canonización de 1622, que afirma que el Espíritu Santo movió su pluma "para que sin estudio humano (...) escribiese libros de celestial doctrina". La pluma, junto al birrete, constituye una de las insignias doctorales teresianas más reconocidas.

En la parte inferior, una cinta recoge el lema "Regis Superni Nuntia". Esta frase en latín, que significa "Mensajera del Rey Supremo", es el primer verso del himno litúrgico dedicado a la santa, compuesto por el Papa Urbano VIII. Es un himno de gran importancia que en Alba de Tormes resuena con especial fervor durante las procesiones, interpretado por la banda de música de la villa.
En su conjunto, el nuevo escudo de la Basílica de la Anunciación es mucho más que un simple emblema. Como señaló su creador, José Ángel Nava, es "una oración visual, una síntesis de siglos de devoción, de arte, de historia y de fe". Proclama con orgullo la identidad del templo como un lugar mariano, carmelitano y teresiano, indisolublemente unido al Papa y, sobre todo, guardián eterno de la memoria y el cuerpo de la primera Doctora de la Iglesia, Santa Teresa de Jesús.