"En Cáritas Salamanca, creamos espacios de encuentro para que los mayores puedan mejorar su calidad de vida"
A veces creo ser consciente de la inmensa suerte que tengo de poder conservar aún a dos de mis cuatro abuelos. Conservo a las dos mujeres. Entre ellas, la que me crió. Ninguno de mis 7 primos fue a una guardería. Todos fuimos criados en casa de la abuela. Y muchas veces, cuando veo a los niños salir de los colegios acompañados de sus abuelas y revoloteando por las calles, siento nostalgia. Nostalgia y deseo de volver a esa edad en la que mi abuela me recogía del colegio para comer en su casa, y luego me volví a llevar. Volver a cuando nada le paraba los pies.
Inevitablemente, la vejez llega, y además, inevitablemente, se nota. Hoy en día no creo que mi abuela pueda llevarme a clase y recogerme a las horas, pero nunca se me olvidará que, durante la mayor parte de mi vida, lo hizo. Y lo hizo con unas ganas y una alegría que nadie podría superar. Mi abuela ha dejado una huella en cada uno de sus nietos, y hoy nosotros no estamos sabiendo devolverle todo lo que ella hizo por nosotros. Vamos a verla, sí, pero no todo lo que podemos. La pereza muchas veces nos come, y no nos damos cuenta de que el tiempo pasa.
Sin embargo, Cáritas sí tiene en cuenta estas situaciones, aunque no lo sepamos. En Cáritas diocesana de Salamanca creamos espacios para que los mayores puedan mejorar su calidad de vida y, al mismo tiempo, hacer un lugar de encuentro. Y en el caso de personas que no puedan acceder a estos centros, se les hacen visitas continuas en sus domicilios.
Allá donde algunos jóvenes no estamos concienciados de la importancia de la compañía, Cáritas ayuda a devolver todo lo que ellos han hecho por nosotros y a combatir la soledad no deseada, a través del programa “Envejecemos en común”; un proyecto financiado por el IRPF de la Junta de Castilla y León.
Desde nuestra organización, invitamos a todas las personas a hacer un voluntariado y a ser parte de las numerosas actividades que realizamos con mayores en nuestras parroquias de la diócesis. Desde charlas formativas y ejercicios físicos, hasta manualidades.
Participar en estas iniciativas no solo ayuda a quienes han dado tanto a lo largo de sus vidas, sino que también nos recuerda la importancia de valorar el tiempo compartido y de aprender de su experiencia. Porque, al final, cuidar de nuestros mayores es también cuidar de nuestra memoria, de nuestras raíces y de ese cariño que ellos sembraron en nosotros. Y quizá, al hacerlo, podamos devolverles, aunque sea una pequeña parte de la alegría que nos dieron.
Clara Ravelo, voluntaria de Cáritas Salamanca
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