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Sofía, la burra que preserva en La Aldehuela la tradición de una familia salmantina
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REPORTAJE

Sofía, la burra que preserva en La Aldehuela la tradición de una familia salmantina

Actualizado 17/09/2025 10:29

Esta burra de raza Asno catalán llamada Sofía mantiene viva una tradición familiar iniciada por el abuelo Aurelio para el trabajo en la huerta. Hoy, su hijo Pepe y su nieto Carlos la cuidan por afecto, y el animal, que está preñado por primera vez, se ha convertido en un símbolo del pasado rural para los más jóvenes.

En los prados de La Aldehuela, a un paso del bullicio de Salamanca, resiste un eco del pasado con nombre propio: Sofía. No es una burra cualquiera; es uno de los últimos ejemplares que se pueden ver en el entorno de la capital, un símbolo viviente de una tradición familiar y de una forma de vida que el avance de la tecnología ha ido dejando atrás.

Sofía, una imponente burra de raza Asno catalán, llegó a la vida de esta familia hace cuatro años, comprada en Béjar. Pero la historia de amor y trabajo con estos animales se remonta mucho más atrás, a la figura del abuelo Aurelio, quien fue el pionero en una tradición que hoy su hijo, Pepe, mantiene con esmero.

De herramienta de trabajo a miembro de la familia

Hubo un tiempo en que los burros y las mulas no eran solo compañía, sino el motor del campo salmantino. Aurelio los utilizaba para las duras labores de la huerta, con la que abastecía a la ciudad de leche y hortalizas frescas. Eran compañeros indispensables, una estampa común en los caminos que hoy ocupan los coches.

Antes de Sofía, el recuerdo más longevo en la casa fue Perico, un burro que compartió la vida con ellos durante 30 años. También tuvieron a Felipe, protagonista de una anécdota que marcó la infancia de Carlos, el nieto de Aurelio. "Felipe tiraba a Carlos cuando era un niño y lo montaba en los caminos de esta zona", explica la familia. Aquel carácter rebelde provocó un cambio: el burro fue cambiado por una yegua, y fue precisamente en esa yegua donde un joven Carlos aprendió a montar, forjando su vínculo con los caballos que a día de hoy mantiene.

Sofía: el presente y el futuro de la tradición

Hoy, el papel de Sofía es muy diferente. Aunque puntualmente ayuda en alguna tarea del campo, su principal misión es el disfrute y la educación. Los niños de la familia se lo pasan en grande montando en ella, y su carácter dócil la ha convertido en una celebridad local.

No es raro que colegios de la zona organicen excursiones para conocerla. Los escolares llegan cargados de zanahorias y otras viandas para agasajarla, aprendiendo de primera mano sobre un animal que para muchos solo existe en los libros. Además, Sofía cumple una función de cohesión en el ecosistema local, haciendo de rebaño con las ovejas de la zona.

La familia, que en el pasado también tuvo ponis, ve en ella la continuación de un legado. Y ese legado está a punto de crecer. Por primera vez, la casa vivirá el nacimiento de una cría, ya que Sofía está preñada, una noticia que ha llenado de ilusión a todos.

Un símbolo de un mundo que desaparece

La historia de Sofía es también la crónica de una desaparición. En una época dominada por tractores y maquinaria agrícola, la figura del burro como animal de trabajo ha quedado relegada a un plano testimonial. Son pocos los que, como la familia de Pepe y Carlos, mantienen a estos animales por el puro placer de su compañía y por el respeto a la tradición de sus mayores.

Mientras espera la llegada de su cría, Sofía sigue pastando en La Aldehuela, ajena a que su presencia es un valioso puente entre el Salamanca rural de antaño y la ciudad moderna que la rodea. Un tesoro de cuatro patas que se niega a desaparecer.