Mi homenaje a Robert Redford es una evocación a la persona rigurosa con su trabajo, que siempre busca la excelencia y especialmente, que es sensible y responsable con el medio ambiente. Y en esta última cuestión, Redford fue un activista pionero, que cuestionaba el abuso del consumo y que no podíamos seguir produciendo en el Planeta a los niveles que lo hacíamos.
Siempre se suele decir que cuando una persona muere, especialmente si es famosa, todo el mundo…independientemente de sus contradicciones y cuestionamientos que se le hacían en vida, como reacción natural se busca recordar lo mejor que haya sido.
No me parece mal, porque en definitiva siempre tendemos a buscar “la paja en el ojo ajeno y no ver la viga en el propio”. Pero en el caso de Robert Redford, su balance es tremendamente positivo, más allá de algunas críticas sobre su carácter en los sets de filmación.
Siempre reconoció públicamente que fue Paul Newman quién le diera la oportunidad de catapultarlo definitivamente al estrellato de Hollywood y por supuesto, al mundial. Vaya ironía…porque Redford, justamente odiaba toda la parafernalia que Hollywood representaba.
Y ese paso a la inmortalidad como icono del cine se debe a la película de 1969, “Butch Cassidy and the Sundance Kid” dirigida magistralmente por Roy George Hill en el que Newman interpreta a Butch Cassidy y Redford a Sundance Kid.
A tal punto le impactó en su vida el personaje de Sundance Kid, que cuando fuera uno de los impulsores principales del Festival de Cine Independiente organizado por el Instituto Sundance, en Utah en 1978, el nombre de su personaje en la película pasaba a formar parte de la historia del celuloide. Sencillamente se convirtió en el evento más importante de cine independiente, que a decir de Redford, no tenía nada que ver con los distribuidores y sus poderes económicos, sino que era un lugar de creación, de arte, de imaginación y especialmente, de esa libertad para que las ideas fluyan fuera de las restricciones y encorsetamientos de los productores Hollywodenses.
Si bien su personaje Sundance es el de un pistolero del oeste, que forma parte de la “Banda del Desfiladero” que lideraba Butch, es al mismo tiempo irreverente y elegante, y junto a Newman, si bien son ladrones de trenes y bancos, no son asesinos.
Fue esa irreverencia del personaje la que invadió su vida, porque además de su talento artístico, sobresalió con diferencia por su compromiso social y ambiental. No era suficiente con identificarlo con una era determinada de Hollywood, o que era un icono viviente hasta hace dos días, porque en realidad a decir de dos de sus coprotagonistas femeninas más importantes de su carrera, Meryl Streep y Jane Fonda, era considerado “un gigante del cine y un hombre de gran corazón”.
Como siempre, aflora el hombre y la mujer con mucha más fuerza que su propio arte en todos los grandes personajes de la historia.
Nos deja un gran legado que incluye películas irrepetibles como “El golpe”, “Todos los hombres del presidente” y “Memorias de África”, que seguirán influyendo en las próximas generaciones, por su mensaje histórico (era un hombre comprometido con la verdad) y por su influencia desde el séptimo arte al resto de actividades humanas.
Pero la herencia que más valorarán las generaciones futuras, es que logró transformar la industria impulsando el cine independiente a través del Instituto Sundance, que promovió la carrera de innumerables cineastas, desconocidos y que, gracias a este punto de encuentro creativo, podían darse a conocer y de ahí surgieron obras impresionantes.
Su activismo y lucha, tanto por las causas medioambientales como civiles, caso de su preocupación por los pueblos indígenas, su vínculo fuerte con la Nación Navajo que le llevó a trabajar como productor ejecutivo de "The Dark Wind" (1991), un drama que retrataba la vida navajo, mostrando su apoyo a su cultura y derechos, no eran impostura, sino su razón de ser, el sentido de propósito de toda su vida.
Fue un demócrata comprometido que apoyó diversas causas relacionadas con los derechos civiles, además de haber participado activamente en ayuda humanitaria, como la recaudación de fondos para víctimas del terremoto de Haití y de atentados. También participó activamente en la búsqueda de soluciones para el conflicto en Darfur.
Sin duda el rubio Sundance ha marcado una época en el séptimo arte y deja una huella perenne, cuando a sus 89 años murió plácidamente mientras dormía, quizás soñando sus andanzas asaltando trenes junto a Butch y su banda.
Como dije en el título de mi tribuna de hoy “Yo también soy Sundance the Kid”, aunque no vayan a pensar mis lectores que me quiero volver pistolero y asaltar trenes y bancos. Es obvio que es el nombre Sundance el que me influye, porque de ser un personaje pintoresco de la historia del Oeste norteamericano, se convierte en un espacio creativo (el mayor del mundo) para los cineastas de cualquier etnia, religión, nacionalidad, etc. Al igual que buscaba su creador desde el Festival de Cine Independiente de Sundance, que era un espacio para que las jóvenes promesas artísticas tuvieran posibilidades reales de llevar adelante una carrera.
Pero Redford sobresale, por encima de todo, en que se empeñó como pocos en que, si queremos preservar “nuestra casa común” la Tierra, debemos comprometernos con nuestro trabajo, con nuestras responsabilidades y pensar que todos compartimos este mismo “hogar común” que nos permite respirar, reproducirnos, crear, y especialmente, cuánta más consciencia social y medioambiental exista entre los pueblos del orbe, más posibilidades tendremos de sobrevivir como especie. Esto Robert Redford lo afirmaba una y otra vez. Y el tiempo le dará la razón.
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