“Decir ‘no’ no es rechazar, es cuidar.”
ALBA CARDALDA
“La culpa y el miedo son dos grandes mecanismos de control y manipulación.”
ALBA CARDALDA
Leer en verano es una forma de descanso profundo, no solo del cuerpo, sino también de la mente. En medio del calor y la pausa, los libros se convierten en ventanas abiertas a otros mundos, otras voces, otras formas de pensar. El tiempo libre permite sumergirse sin prisas, sin interrupciones, en historias que nos transforman o en ideas que nos despiertan. Leer en verano es regalarse silencio, reflexión, imaginación. Es una oportunidad para reconectar con uno mismo, para aprender sin presión, para disfrutar del placer de la palabra. Es sembrar pensamientos nuevos en tierra fértil. Es, simplemente, vivir más despacio y más hondo.
Hay libros que no solo se leen, se respiran. Libros que no se limitan a ofrecer información, sino que se convierten en una experiencia emocional, en una revelación íntima, en un espejo donde uno se reconoce y, a veces, se redescubre. Cómo mandar a la mierda de forma educada, de Alba Cardalda, es uno de esos libros. No es una guía para la grosería ni una invitación al desprecio. Es, más bien, una declaración de amor propio, una defensa de la dignidad emocional, una herramienta para aprender a decir “no” sin culpa, sin miedo, sin violencia. Es un libro que enseña a poner límites, pero también a entenderlos, a respetarlos y a comunicarlos con elegancia, firmeza y empatía.
En un mundo que nos ha enseñado a callar para no incomodar, a ceder para no perder, a sonreír mientras nos tragamos el malestar, el libro es una invitación a recuperar el respeto por uno mismo. Se construye sobre una base sólida de psicología cognitivo-conductual, neuropsicología, educación emocional y comunicación asertiva. Pero lo que lo hace verdaderamente especial es su tono: directo, literario, cálido, a veces irónico, siempre humano. No es un manual de groserías ni una apología del desprecio. Es, más bien, un tratado sobre la dignidad emocional, sobre el arte de poner límites sin perder la elegancia, sobre cómo protegerse sin dejar de ser amable.
Alba Cardalda, psicóloga y neurocientífica, escribe con una voz clara, directa, cálida y profundamente humana. Su estilo es literario, evocador, a veces irónico, siempre empático. No hay tecnicismos vacíos ni fórmulas prefabricadas. Hay historias, metáforas, ejemplos, ejercicios. Hay una comprensión profunda de lo que significa vivir en una sociedad que nos ha enseñado que el amor es sacrificio, que la bondad es complacencia, que el respeto propio es egoísmo. Y desde ahí, desde esa herida compartida, la autora construye un camino hacia la libertad emocional.
El libro parte de una imagen poderosa: una carretera sin señales. Así describe las relaciones sin límites, donde nadie sabe qué está permitido, qué se espera, qué se respeta. “Una carretera sin indicaciones es igual que una relación sin límites: nadie sabe lo que está permitido y lo que no, o qué esperar de los demás o si los demás esperan algo de uno”, escribe. Y, como en esa carretera, el riesgo de accidente es altísimo. Los límites, entonces, no son muros, son señales. No son castigos, son cuidados. No son rechazo, son respeto.
A lo largo de sus páginas, el libro desmonta las creencias que nos impiden poner límites: la idea del amor incondicional, el miedo a ser juzgados, la culpa por decir “no”, la necesidad de aprobación, el temor al conflicto. Y lo hace con una mezcla de psicología cognitivo-conductual, neurociencia, educación emocional y comunicación asertiva. Pero, sobre todo, lo hace con humanidad. Porque la autora no escribe desde el púlpito de la experta, sino desde la cercanía de quien ha vivido, ha sentido, ha aprendido.
Una de las grandes virtudes del libro es que no se queda en la teoría. Nos ofrece herramientas concretas para identificar nuestros límites, diferenciarlos entre negociables y no negociables, y comunicarlos con firmeza y empatía. Nos enseña a detectar manipulaciones, chantajes emocionales, críticas disfrazadas de consejos y a responder con claridad, sin caer en la agresividad ni en la sumisión. Nos recuerda que la asertividad no es solo una forma de hablar, sino una forma de vivir. Ser asertivo es ser honesto sin herir, firme sin imponer, claro sin ser cruel.
Y cuando todo eso falla, cuando hemos intentado comunicarnos con respeto, cuando hemos sido flexibles, cuando hemos puesto en práctica todas las estrategias, pero la otra persona sigue vulnerando nuestros derechos, entonces sí: el libro nos da permiso para mandar a la mierda. Con clase, con estilo, con contundencia. Porque a veces perder a alguien es ganarse a uno mismo. “Mandar a la mierda, cuando es necesario, puede hacerse con clase”, afirma Alba Cardalda. Y nos regala decenas de formas de hacerlo: desde las más elegantes hasta las más sarcásticas, desde las más sutiles hasta las más directas. Mandar a la mierda no es insultar, es protegerse. No es despreciar, es poner fin. No es odiar, es elegir.
Uno de los capítulos más reveladores es el dedicado a la culpa. La autora distingue entre la culpa sana, que nos permite aprender de nuestros errores, y la culpa insana, que nos paraliza, nos somete, nos hace vulnerables a la manipulación. “La culpa y el miedo son dos grandes mecanismos de control y manipulación”, afirma. Nos invita a cuestionar nuestras creencias, a fortalecer nuestra inteligencia emocional, a reconocer cuándo estamos siendo manipulados y cuándo estamos manipulando.
El libro también nos recuerda que no todas las relaciones que duelen son tóxicas. A veces simplemente no encajamos, como el agua y el aceite. “¿Y alguno tiene la culpa? ¿Hay algo de malo en el agua? ¿Hay algo de malo en el aceite? En absoluto, el agua y el aceite no ligan, punto”, escribe. Y en esos casos, alejarse no es un fracaso, es un acto de amor. Porque el amor, para ser sano, necesita límites, y porque el respeto propio no puede depender de la aprobación ajena.
En definitiva, Cómo mandar a la mierda de forma educada es mucho más que un libro sobre límites. Es una invitación a vivir con más libertad, más autenticidad y más respeto por uno mismo. Es un canto a la dignidad emocional, una guía para construir relaciones sanas, una herramienta para sanar heridas que llevamos demasiado tiempo ignorando. Es, en palabras de la autora, “una forma de decir: como te quiero y deseo que tengamos una relación larga y bonita, quiero decirte lo que me hace sentir bien para que no tengas que estar adivinándolo o sin querer hagas algo que me haga daño y provoque que nos distanciemos”.
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