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Los libros son para el verano. José Ignacio García, contar la vida en una novela
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Los libros son para el verano. José Ignacio García, contar la vida en una novela

Actualizado 05/09/2025 16:59

Crítico literario, gestor cultural, especialista en las letras castellano y leonesas y reconocido autor de relatos, publica una monumental novela El vuelo de los delfines

Acostumbrado a la lectura y a la reseña enamorada –y a la crítica cuando toca hacerla con honestidad y sinceridad- nuestro autor del fin del verano enfila cuchillo y tenedor ante el festín de sus páginas ¿Saben ustedes que fue cronista taurino y hasta crítico gastronómico y no solo especialista en esas tortillas de patatas que a mí tan poco me gustan? José Ignacio García, quien ha redescubierto el género literario de la crítica literaria con sus intervenciones en La Nueva Crónica de León y sobre todo, en ese ABC Cultural de tanto prestigio y del que no puedo por menos que recomendarles su libro del 2023, 26 soldaditos de plomo, en el que reúne sus mejores faenas, es un lector entregado que lee, analiza, cuida a los libros y a los autores. Esos autores que en esta tierra tanto le agradecemos, porque organiza ferias, nos ha dado proyectos colectivos tan hermosos como las 14 ediciones de Contamos la Navidad y porque ha prologado y compilado la mejor antología de relatos de Castilla y León tras la realizada por el poeta salmantino José Luis Puerto.

Sabe José Ignacio de todas las artes culinarias de la literatura y no solo borda la amistad, la crítica literaria, los afectos librescos y sabe de vinos, digo, de relatos. Los escribe con una pasión que abre el apetito al lector, son dignos de premio, de lectura apasionada y de seguidores entusiastas. Autor de una novela corta, ya sentía la presión de la narrativa de peso cuando encontró a los editores de Valnera Literaria, que acogieron su proyecto con el mismo mimo y entusiasmo que muestran en sus inmejorables ediciones. Estaba nuestro autor en las mejores manos para culminar una novela con mayúsculas que hemos esperado expectantes y que no nos ha defraudado: tiene los sutiles ingredientes de la prosa de José Ignacio y ese aroma personal que nos lo hace tan cercano.

A los delfines, entrevistos en los lugares más recónditos, se les supone el privilegio de volar sobre las aguas y sobre las dificultades de la vida. Una vida que José Ignacio García relata siempre con solvencia, con gracia, con lirismo y con agudeza. Tiene ese don de hacer de la minucia, arte, del costumbrismo, belleza. Y en este caso, nos sirve, no un plato perfectamente servido como uno de sus relatos, sino todo un banquete de personajes que se trenzan, se superponen, se muestran al lector en canal y, sobre todo, se sobreponen. Porque esa es la grandeza de esta historia, el hecho de que la vida zarandea, golpea, hace quiebros sorprenden y, sin embargo, también puede vivirse con entrega, ilusión y esperanza.

Quizás leyendo estas palabras esperen el postre edulcorado y con textura de melaza. No. La vida, la intrahistoria unamuniana, hecha de objetos, de aventuras cotidianas, de personajes aparentemente banales –aunque alguno es hiperbólico, y otro, como Lluvia, directamente inolvidable en su particularidad- es diversa y agridulce. Precisa relator y nadie lo hace tan bien como este autor capaz de guiñar el ojo al lector con elementos autobiográficos, con ironías que remiten a la época en la que vivimos y sobre todo, con aroma literario. Son numerosas las alusiones de José Ignacio García a los autores de la tierra, los autores nuestros –y no solo a Abella sin el cual, no hubiera sido igual la lluvia- a la capacidad de la literatura para sanar y acompañarnos, para regalar y regalarnos, para restaurar lo roto y trazar el camino. Un camino, el del autor, marcado por la enfermedad tras la cual, se dedicó en cuerpo y alma a la literatura, y esa literatura, como ejercicio entregado, es también, protagonista de esta novela coral, poliédrica, arrebatada, intensa, quizás excesiva porque la vida así lo es, que nos da un hálito de esperanza. Porque es un hombre enamorado de la vida y un autor esperanzado. Y porque pocas veces la novela se entrega a personajes de mediana edad que viven el amor como pocas veces se ha narrado, con delicadeza, verdad, sinceridad, sexualidad y ganas. Muchas ganas, las mismas que tiene el lector para seguir ahondando en esos personajes que hace suyos, que busca, que vive, que escoge. Personajes que hace vivir un autor de fuste al que agradecemos esta manera inimitable de relatar la vida. Por muy anodina que sea, por muy de mediana edad que se presente, por poco literaria que nos parezca. Una vida que palpita para ser descubierta.

Charo Alonso.

Fotografía: Fernando Sánchez Gómez.