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La historia de Fernando García, el mago salmantino que encontró su destino en una casualidad
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ENTREVISTA

La historia de Fernando García, el mago salmantino que encontró su destino en una casualidad

Actualizado 05/09/2025 13:33

El ilusionista repasa una trayectoria marcada por un encuentro fortuito con la magia a los 26 años, su reconocimiento como 'Mago del Año' en Inglaterra y sus anécdotas con las grandes figuras del deporte y la televisión

Hay vidas que parecen trazadas por un guion y otras que se escriben en los instantes imprevistos que lo cambian todo. La del mago salmantino Fernando García pertenece a la segunda categoría. Sociólogo y actor de formación, su camino parecía discurrir por senderos alejados del ilusionismo hasta que, a los 26 años, una tarde cualquiera en un centro comercial madrileño, el destino le puso un truco de magia delante. O, mejor dicho, fue su padre quien vio en sus ojos la chispa que él mismo no había percibido, un destello que encendería una pasión que hoy le ha llevado a actuar para diferentes personalidades importantes del país y a ser reconocido internacionalmente.

La historia de Fernando con la magia no es la del niño que lo sueña desde temprana edad. “Yo empecé con 26 años”, explica. Siempre le había atraído el espectáculo, el teatro era su vía de escape, pero la magia era un universo ajeno. Todo cambió durante un viaje familiar. “Mi madre y mi hermana estuvieron esquiando, y mi padre y yo no queríamos. Dando vueltas por el centro comercial, había un tío en un puesto ambulante vendiendo y haciendo magia”. Así, mientras hacían tiempo, algo ocurrió. “Cuando ya nos íbamos, mi padre compró todos los juegos que había, el pack premium de cinco. Y yo le dije: ‘¿Yo para qué quiero esto?’”. La respuesta de su padre fue la revelación que marcaría su futuro: “Tú no sabes la cara que tenías. La cara de la ilusión”. En ese momento, Fernando no fue consciente del poder de aquella mirada, pero su padre sí. “Él lo percibió mucho más que yo, es lo que tiene ser padre”, recuerda.

Aquellos cinco juegos fueron la semilla. Empezó a probarlos con amigos, a sentir el poder de generar asombro y alegría. “Ves que eso gusta”, recuerda. La suerte, como él mismo dice, fue que aquel descubrimiento ocurrió en Madrid, una ciudad con tiendas y escuelas de magia. Como todo principiante, su primer impulso fue comprar compulsivamente. “Te empiezas a gastar dinero en juegos que valen una cosa... que si el bolígrafo cambia de color, lo que sea”.

Fue la dueña de una de esas tiendas quien le dio el consejo clave: “Me dijo: ‘Oye, ¿no te has planteado que, mejor que gastarte dinero, por qué no aprendes en una escuela la técnica? Con una moneda o una carta puedes hacer muchas cosas’”. Aquella sugerencia le abrió las puertas de la mítica Sala Houdini. “Y ahí, de la mano del profesor Pablo Segóbriga, ya te enganchas. Porque empiezas a conocer a otros magos, ellos te cuentan, tú les enseñas, empiezas a ver espectáculos...”. El punto de no retorno llegó poco después: “Al poco tiempo ya me compré dos palomas y esto ya fue el acabose”, dice entre risas.

Aunque hoy se considera un mago profesional, su camino no ha sido lineal. Durante años, compaginó su pasión con su trabajo como comercial. “Nunca he vivido exclusivamente de la magia, salvo un periodo de nueve meses. Ahora considero que soy un mago profesional, pero no es mi actividad principal”, matiza. El verdadero clic, el momento en que sintió que “esto va en serio”, fue cuando las grandes empresas empezaron a llamar. “Cuando te contratan para una comunión o una fiesta privada, bueno, la gente puede contratar a cualquiera. Pero cuando las empresas, que tienen presupuesto y piden varias opciones, se fijan en ti... ahí dices: ‘Esto va en serio’”.

El salto a Inglaterra: un ‘Mago del Año’

La carrera de Fernando dio un giro internacional cuando una oferta de trabajo en el Banco Santander le llevó a vivir casi cinco años en Inglaterra. Aquello supuso un parón en un momento dulce de su faceta como mago en Madrid, pero la pasión encontró su cauce. Se unió al Northamptonshire Magicians Club, una prestigiosa asociación de magos británicos, y lo que sucedió allí superó todas sus expectativas.

“Fue un hándicap tremendo. Yo estaba intentando estudiar inglés, que nunca lo había hecho. Es muy difícil hacer un chiste o una gracia que te surja en el momento en inglés, que funcione y que te entiendan”, explica. Sin embargo, su estilo caló de una forma inesperada. “Yo era el único extranjero. Llego allí y en la primera competición gano, en la segunda gano... y en la tercera me dan el premio de ‘Mago del Año’. Digo, ¡qué gente más honesta!”.

Fernando cree que su éxito se debió a un factor diferencial: el humor y la frescura latina. “Ese humor fresco no lo entienden tanto. Yo soy muy de utilizar el disfraz, el chiste fácil, la empatía... Yo qué sé, es como el ritmo latino, diría yo. Eso les gustó”.

Su valor diferencial, Fernando lo tiene claro. Tras años intentando emular a referentes como Jorge Blass, se dio cuenta de que su fuerza no residía en una magia “romántica”, sino en algo mucho más personal. “Ahora tengo claro que mi valor diferencial es que conecto muy rápido con la gente. Creo que es esa cercanía”, afirma con convicción.

“Una cosa que me ha dicho mucho la gente es: ‘Tío, es que no eres el típico mago que crees que me vas a vacilar y a hacer pasarlo mal’. No, al final se trata de pasarlo bien juntos todos”. Esa sinceridad y naturalidad son su sello. “La gente me ve muy cercano, muy natural. El mago que ves en el escenario es el Fernando persona”. Su magia, por tanto, es un reflejo de sí mismo: “cercana, fresca, divertida y participativa”.

Frente a frente con los ídolos: Vicente del Bosque, Romay y el punto de inflexión en TVE

La historia de Fernando García, el mago salmantino que encontró su destino en una casualidad | Imagen 1

Uno de los capítulos más fascinantes de su carrera es su proyecto de hacer magia a grandes personalidades. Lejos de ser llamado por ellos, fue él quien tomó la iniciativa. “Me los hago yo y me los financio yo. Busco el contacto, les llamo, les invito...”. El objetivo: crear su propio contenido mediático.

De todos esos encuentros, guarda un recuerdo imborrable de Vicente del Bosque. “Me parece un tío fascinante. No oirás a nadie hablar mal de él”, asegura. La generosidad del exseleccionador nacional le dejó perplejo. “Le dije que me gustaría grabar en un sitio representativo, como la Ciudad del Fútbol. Cuando pasé el contacto a la responsable, me dijo: ‘Lo que quiera don Vicente’. La cercanía fue total: “Me presentó a Celades como ‘mi amigo de Salamanca’, y yo no le conocía de nada. Es un señor, me ganó”.

También le marcó la generosidad de Fernando Romay. “Fue el primero, y le pregunté si podía publicar el vídeo en redes. Me dijo: ‘Puedes hacer lo que quieras con mi vídeo. Espero que te sirva en la vida’”. Una frase que le impulsó a seguir.

El verdadero punto de inflexión llegó con su aparición en Televisión Española, en el programa de Mariló Montero, donde tuvo la suerte de hacerle magia al recordado Quique San Francisco. “Fue una experiencia maravillosa y me di cuenta de que, después de salir en la tele, las empresas ya me miraban distinto. Ya no eres ‘el mago’, eres ‘el mago que sale en la tele’. Fue entonces cuando decidió tomar las riendas: “Pensé, a mí no me van a llamar más de la televisión, así que voy a hacerme yo mediático”.

“¿Vivir de la magia? Es un privilegio que tienen muy pocos”

Fernando habla con honestidad sobre la dureza de su profesión. “El otro día fue el Día Mundial del Actor y escuché que solo el 2% de los actores viven bien de esto. El resto tiene una obra, luego un tiempo precario, hace publicidad o trabaja en un bar”. Por eso, valora cada actuación y cada sonrisa. “Yo de la magia es que puedo estar con las cartas horas y se me van. Digo, ‘uy, llevo cuatro horas con esto’. En tu trabajo, a las cuatro horas ya no estás así”.

A un joven que sueñe con ser mago, le daría un consejo claro: “Le diría que no se embargue en metas muy grandes, como ser el Mago Pop. Que disfrute del camino. La magia te da la capacidad de generar sorpresa, humor y alegría en la gente. No todos los trabajos te ofrecen eso. Disfruta de esos momentos poco a poco, con constancia, porque cuando generas eso en la gente, ese buen rollo, te vas para casa más feliz que la leche”.

Un futuro lleno de ilusión y una cuenta pendiente

Este año está siendo “increíble” para él, con el doble de actuaciones que el año pasado y proyectos importantes como una gira de cinco días en León. Pero más allá de los contratos, la ilusión no deja de moverse por dentro, y esa es la esencia de Fernando García: un hombre agradecido a una casualidad que le regaló una pasión. Una pasión que le ha permitido “conocer gente muy conocida, actuar para muchísima gente, hacer feliz a muchas personas, colaborar solidariamente y ganar dinero”. Y todo, gracias a la mirada de un padre que supo ver la magia en sus ojos antes que él mismo. Un legado de ilusión que ahora él reparte en cada escenario, con cada carta y con cada sonrisa siempre con el nombre de Salamanca como bandera.