VÍDEO Y FOTOS | La oscura leyenda de la ´Casa de las Muertes´

En el laberinto de calles que conforman el casco antiguo de Salamanca, la actual calle Bordadores esconde un pasado oscuro y un nombre que todavía provoca un escalofrío: la Calle de las Muertes. Su denominación oficial y presente responde a una realidad histórica ligada a la actividad gremial de la ciudad. No obstante, la fama y el atractivo turístico que la envuelven provienen de su topónimo popular, un eco de sucesos trágicos y leyendas que la han convertido en un punto de visita obligada para los amantes del misterio. El epicentro de todo este relato es la famosa Casa de las Muertes, un palacio renacentista cuya fachada, atribuida a Juan de Álava, es tan bella como inquietante. La leyenda principal sitúa los hechos en el siglo XVI, cuando la tranquilidad de la zona se vio rota por una serie de asesinatos inexplicables. Varias personas aparecieron muertas en las inmediaciones de la casa, sin que nadie pudiera encontrar al culpable ni el motivo de los crímenes. La superstición y el miedo se apoderaron de los vecinos, que comenzaron a evitar la calle al caer la noche, y la falta de respuestas convirtió el lugar en un espacio maldito a ojos de la sociedad salmantina, que empezó a referirse a la vía como ‘la de las muertes’.

Esta tradición oral se vio poderosamente alimentada por la propia decoración del edificio. La fachada de la Casa de las Muertes está ornamentada con cuatro calaveras esculpidas en piedra, una a cada lado de las ventanas superiores. Aunque elementos decorativos similares no eran extraños en la época, su presencia en este contexto fue interpretada como una advertencia o un macabro recordatorio de los crímenes. Junto a las calaveras, destaca un busto que, según la tradición, representa a los dueños originales, cuya historia familiar es la clave de otra de las leyendas.

Una segunda narración, más novelesca, cuenta la historia de Don Diego y Doña Mencía, el matrimonio que habitaba la casa. Una versión relata que Doña Mencía fue asesinada por un pretendiente despechado, y que Don Diego, en un acto de venganza, mató al asesino y a su familia, colocando las calaveras en la fachada como trofeo. Otra versión apunta a que fue el propio señor de la casa quien, en un ataque de celos, mató a su esposa y a un supuesto amante.

Sea cual sea la versión, todas hablan de una historia de sangre y honor que ha quedado petrificada en el nombre popular de la calle y en la fachada del edificio, un testimonio mudo de los oscuros secretos que guarda Salamanca.

VÍDEO

Texto: Rosa M. García

Fotos: David Sañudo

Vídeo: Miguel González y Elena Rodríguez

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