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La Ranita de la Rúa Mayor: el turismo de verano, entre imanes y la recompensa del amor por la ciudad
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El pulso de la ciudad

La Ranita de la Rúa Mayor: el turismo de verano, entre imanes y la recompensa del amor por la ciudad

Actualizado 22/08/2025 14:54

Mar Bejarano Alonso, de la tienda de souvenirs 'La Ranita' en la Rúa Mayor, describe el turismo estival en Salamanca como una época de mucho trabajo y menor rentabilidad, donde el imán es el rey, la filigrana charra el valor añadido y el turrón la venta más sorprendente. A pesar del sacrificio de trabajar todo el año, su mayor recompensa es ver el amor de los visitantes por la ciudad.

La Rúa Mayor, es el mundo de las tiendas de souvenirs, al frente de uno de ellos, 'La Ranita', se encuentra Mar Bejarano Alonso, una veterana del sector que ha aprendido a descifrar las complejidades del turismo a través de los ojos de quienes buscan llevarse un trozo de la ciudad en la maleta.

El verano, lejos de ser una época de calma, se ha convertido en una vorágine de actividad. La temporada alta trae consigo un volumen de trabajo inmenso, pero también un tipo de cliente que transforma la dinámica del negocio. "En época de vacaciones nuestro trabajo es bastante estresante", ha confesado Mar. El motivo reside en la naturaleza del turismo estival, predominantemente nacional, que contrasta con el perfil más cultural que visita la ciudad en otras épocas del año. "El volumen de ventas es bastante grande pero la rentabilidad es más pequeña", ha explicado. Es un trabajo de paciencia, de muchas horas y de una dedicación inquebrantable, pero que encuentra su recompensa en la interacción humana.

El imán, rey indiscutible del recuerdo

En este universo de recuerdos en miniatura, hay un monarca absoluto que reina sobre todos los demás. Un objeto pequeño, asequible y universalmente aceptado como el gesto mínimo de pensar en alguien durante un viaje. "Yo siempre digo que el rey de mis tiendas es el imán", ha afirmado Bejarano con rotundidad. "Es un producto económico. Con un imán le llevas un mimo a esa familia y es una cosa al alcance de todo el mundo". Junto a él, en los días de calor asfixiante, el agua y los abanicos se convierten en productos de primera necesidad y, por tanto, en superventas.

Sin embargo, el catálogo de 'La Ranita' va mucho más allá del souvenir tradicional. Mar ha hecho una apuesta decidida por la artesanía local, convirtiéndose en embajadora de uno de los tesoros salmantinos: la filigrana charra. "Otro tipo de regalo que es muy genuino de Salamanca es la filigrana charra por ser nuestra artesanía y por ser económico también", ha señalado. Unos pendientes, un colgante o un llavero de plata charra representan no solo un regalo, sino una pieza de la cultura y la tradición de la provincia, un valor añadido que el turismo más exigente y cultural sabe apreciar.

El sorprendente caso del turrón en agosto

Entre las anécdotas y curiosidades que deja el día a día tras el mostrador, hay una que rompe con toda estacionalidad. En pleno julio y agosto, cuando el calor aprieta, un producto típicamente navideño se cuela entre los más vendidos. "Como algo curioso, yo vendo más turrón en julio y en agosto que el resto del año, incluso más que en Navidad", ha revelado Mar. El turrón de Alicante, que mantiene a la venta durante todo el año, se ha convertido en un manjar muy apreciado por el turismo internacional, que lo ve como un dulce exótico y representativo de España, sin importar la fecha del calendario.

Esta capacidad para adaptarse y ofrecer productos durante los doce meses es una de las claves de la supervivencia del negocio. Aunque los meses de invierno son más duros, la ubicación estratégica cerca de la Catedral y el flujo constante generado por la actividad universitaria como congresos, simposios y cursos garantizan una clientela continua. "Siempre hay un motivo por el que venir a Salamanca a esta ciudad tan especial y tan bonita", ha comentado.

El sacrificio y la recompensa de ser la cara de Salamanca

Pero el éxito tiene un precio, y en el sector de los souvenirs se mide en horas. El mayor desafío, según ha confesado Mar, no es la competencia ni la fluctuación económica, sino la entrega personal que exige. "El mayor desafío de trabajar en la venta de souvenirs es quizás el horario, el trabajar todos los días del año". Es una dedicación total, en el que la fórmula para sobrevivir es clara: "Con muchas horas de apertura al público vamos sobreviviendo".

A pesar del sacrificio, la balanza se inclina hacia el lado de la gratificación. Y esta no se encuentra en las cifras de ventas, sino en las historias humanas que cruzan el umbral de su tienda. La mayor recompensa es ser testigo directo del efecto que Salamanca provoca en sus visitantes. "Quizás la parte más gratificante es que las personas que vienen a Salamanca, es que se enamoran de la ciudad", ha expresado. Mar no se limita a vender; asesora, guía y recomienda. Se ha convertido en una prescriptora de la ciudad, dirigiendo a los turistas a esos rincones donde sabe que la magia salmantina hará su efecto.

Esa conexión es, para ella, la esencia de su trabajo. Ver la felicidad en los rostros de los visitantes y, sobre todo, saber que volverán. "Me encanta que la gente vuelve siempre". Al final, cada venta es una oportunidad para proyectar la mejor versión de la ciudad. Como ella misma ha concluido, su labor trasciende lo comercial para convertirse en una responsabilidad: "La imagen que se lleven de tu tienda también es la imagen que se van a llevar de Salamanca". Una filosofía que convierte a un pequeño local de la Rúa Mayor en una de las más importantes embajadas de la hospitalidad charra.