Manuel Diosleguarde abre las fiestas de Morasverdes en honor a San Bartolomé
El torero, de raíces morasverdinas agradeció el cariño de la gente de su tierra, hizo un repaso por recuerdos de niñez en el pueblo y mostró afecto por esta tierra
La voz de Manuel Francisco Sánchez García, conocido en los carteles taurinos como Manuel Diosleguarde, rompió el silencio de la noche en Morasverdes e inauguró, con un pregón cargado de recuerdos, las fiestas en honor a San Bartolomé. El torero, hijo de la vecina localidad de Diosleguarde pero con raíces hondas en Morasverdes, agradeció a sus gentes el cariño que siempre le han prodigado y dibujó, con palabras sencillas, la memoria íntima de su niñez en el pueblo.
Había en su discurso un aire de confesión. Recordó los veranos junto a sus abuelos, los juegos infantiles por las calles de tierra y piedra, y aquel aprendizaje silencioso del afecto comunitario que hoy le acompaña en cada tarde de plaza. Cuando se enfrenta al toro, confesó, siente todavía la fuerza de Morasverdes como un talismán invisible: el aliento de un pueblo que se convierte en escudo y en brújula. También evocó la figura protectora de Nuestra Señora de la Peña de Francia, cuya mirada, desde lo alto del vecino monasterio, parece velar por su vida en los momentos de mayor riesgo.
El público, numeroso y respetuoso, colmó la carpa municipal para escuchar al pregonero. Rostros expectantes, silencio denso, y un aplauso final que fue algo más que cortesía: fue reconocimiento compartido. La solemnidad del acto se transformó después en bullicio y color. Apenas concluyeron las palabras del diestro, los vecinos mudaron la formalidad por el ingenio y la alegría del concurso de disfraces, un estallido de imaginación donde más de un centenar de participantes desplegaron trajes minuciosos, carrozas improvisadas y escenas pintorescas que llenaron la noche de música y carcajadas.
Las fiestas, que hasta ahora habían transitado por el sendero cultural, deportivo y lúdico, entran así en su tramo más esperado. El fin de semana traerá consigo la agenda taurina: las vaquillas que recorrerán las calles, las meriendas campestres compartidas bajo la sombra de las encinas y, como colofón espiritual, los actos religiosos del domingo 24 de agosto en honor al patrón.
Morasverdes respira estos días un aire distinto, una vibración antigua y renovada a la vez: la de un pueblo que se reconoce en sus tradiciones, que las viste de fiesta y las ofrece con orgullo. Y en el inicio de todo, la voz emocionada de un torero que, desde la memoria de su infancia, devolvió a sus gentes el cariño de toda una vida.
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