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La Basílica de la Anunciación recupera el esplendor de la puerta de su sagrario del siglo XVII y los ángeles del púlpito
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ALBA DE TORMES

La Basílica de la Anunciación recupera el esplendor de la puerta de su sagrario del siglo XVII y los ángeles del púlpito

Actualizado 21/08/2025 09:46

Las restauradoras salmantinas Carmen Diego Espinel y Carmen Fernández Bermejo han finalizado la restauración de dos piezas barrocas del siglo XVII, subsanando graves deterioros.

El inmenso patrimonio artístico que custodia la Basílica de la Anunciación de Alba de Tormes ha recuperado parte de su brillo original. Dos intervenciones cruciales han devuelto la estabilidad y la belleza a dos elementos del siglo XVII: la puerta del sagrario del retablo de San Juan de la Cruz y los dos ángeles que coronan el tornavoz del púlpito. Los trabajos, llevados a cabo por las restauradoras salmantinas Carmen Diego Espinel y Carmen Fernández Bermejo, se han desarrollado in situ debido a la imposibilidad de trasladar las piezas a un taller.

Un trabajo minucioso 'in situ'

La pieza central de la intervención ha sido la puerta del sagrario, una delicada obra en óleo sobre tabla de 48,5 x 35 centímetros que data del siglo XVII. Su función litúrgica, la reserva de la eucaristía, y su ubicación en el magnífico retablo de San Juan de la Cruz, en el lado norte del crucero, exigieron que todo el proceso se realizara dentro de la propia basílica.

Este retablo, junto a su colateral dedicado a la Anunciación, flanquea el retablo mayor que alberga el sepulcro de Santa Teresa de Jesús. Ambas son obras de 1676, diseñadas por el tracista carmelita descalzo fray Francisco de Jesús María, ensambladas por Juan Arenal y con pinturas del reconocido artista Francisco de Rizi, cuya relación con Alba de Tormes fue propiciada por la corte ducal.

Diagnóstico de la obra: un estado de conservación deficiente

Antes de la intervención, la puerta del sagrario presentaba un estado de conservación calificado como malo, agravado por una intervención anterior poco afortunada. Los daños más significativos eran:

  • Grietas en el soporte de la tabla.
  • Numerosas pérdidas de película pictórica, especialmente en torno a la cerradura, debido al uso continuado a lo largo de los siglos.
  • Arañazos, golpes y múltiples pérdidas de policromía visibles con luz rasante.
  • Reintegraciones cromáticas anteriores aplicadas directamente sobre el soporte, sin la capa de estuco, lo que generaba una superficie desigual.
  • Un barniz oxidado que presentaba un tono ambarino, ocultando la viveza de los colores originales.

Un tratamiento necesario para salvaguardar la obra

"El tratamiento que hemos realizado en este caso es un tratamiento de restauración necesario para salvaguardar la conservación de la obra, así como subsanar las patologías existentes y donde se ha eliminado la intervención anterior", explican las restauradoras. El proceso, documentado fotográficamente en cada fase, siguió unos pasos meticulosos:

  • Limpieza superficial con brochas de pelo suave y aspirador.
  • Fijación y protección de la película pictórica mediante un empapelado con papel japonés y cola orgánica.
  • Eliminación de las reintegraciones cromáticas de la intervención previa.
  • Estucado de todas las pérdidas, rozaduras y golpes con una mezcla de sulfato cálcico y cola animal.
  • Reintegración cromática de los estucos mediante el método rigatino (rayado vertical), utilizando acuarela por ser una técnica estable y reversible.
  • Protección final con un barniz sintético satinado, aplicado a brocha, y un último retoque con pigmentos al barniz, finalizando con un barnizado en spray para matizar brillos.

La Basílica de la Anunciación recupera el esplendor de la puerta de su sagrario del siglo XVII y los ángeles del púlpito | Imagen 1

Los ángeles del tornavoz también recuperan su integridad

Paralelamente, se ha intervenido en los dos ángeles del siglo XVII que decoran el tornavoz del púlpito. Estas figuras presentaban pérdidas de soporte en peanas, pies y dedos, y sus alas se encontraban sueltas, aunque afortunadamente guardadas en el monasterio. El barniz amarillento ocultaba sus encarnaciones rosadas originales.

En este caso, se optó por un tratamiento de conservación centrado en estabilizar la pieza. No se añadieron volúmenes ni se retocó el color de las pérdidas, ya que la gran altura a la que se encuentran permite que el tono blanquecino de la preparación se mimetice visualmente. El trabajo se concentró en fijar los bordes de la policromía para detener su deterioro, limpiar el barniz oxidado y, fundamentalmente, colocar y sujetar de nuevo las alas en el cuerpo de los angelotes.

El contexto artístico: un barroco mesurado del Carmelo Descalzo

El retablo de San Juan de la Cruz, que alberga el sagrario restaurado, es un ejemplo de un barroquismo mesurado y sobrio, característico de la Reforma del Carmelo Descalzo. En una época en que las columnas salomónicas comenzaban a dominar el retablo español, esta obra utiliza columnas corintias estriadas, rompiendo su sobriedad únicamente con la hojarasca de las ménsulas. Este estilo guarda una gran similitud con el trabajo que el mismo tracista, fray Francisco de Jesús María, realizó para el carmelo de Peñaranda de Bracamonte, donde también trabajó el ensamblador Juan Arenal.