Fuenteguinaldo revive la Feria de San Bartolomé, antesala de sus grandes fiestas
Caballistas y música tradicional ambientaron el evento recordando años atrás
Este martes, 19 de agosto, Fuenteguinaldo volvió a vestirse de historia y tradición con la celebración de la VII Feria de San Bartolomé, una cita que, más allá de su carácter festivo, se ha convertido en un ritual de memoria colectiva. La iniciativa, promovida por la Asociación Cultural El Charaíz con el apoyo del Ayuntamiento, rescató por unas horas la esencia de un mercado que remite a los días en que la vida rural se organizaba en torno a la plaza, al trueque y al bullicio de gentes venidas de la comarca.
La jornada comenzó temprano, en el paraje conocido como "Charaíz Redondo". Allí, entre saludos y reencuentros, los organizadores ofrecieron a los participantes un desayuno tan humilde como entrañable: perrunillas y aguardiente. No era solo un gesto de hospitalidad, sino un guiño a esas costumbres que resisten el paso del tiempo, donde lo sencillo se convierte en símbolo de pertenencia.
Pronto aparecieron los caballistas —una quincena de ellos— acompañados de charras, tamborileros y un acordeonista. Entre ellos, un personaje ya inseparable de la feria: Julián con su inseparable burro, bautizado “Soprano”. Tras el desfile, el animal ofreció paseos a los niños, que a lomos de su lomo experimentaron la alegría de un rito campestre que combina ingenuidad y tradición.
En el recorrido podían apreciarse los trabajos expuestos en las calles con materiales reciclados confeccionados durante las frías tardes de invierno por las integrantes de la Asociación "Damajuanas" que pueden verse durante estos días de fiestas en distintas calles de la Villa.
El pasacalles condujo a todos hasta la Plaza Mayor, epicentro de la feria, donde aguardaban una veintena de puestos artesanales. “Queremos mantener la esencia de aquel mercado de antaño, con productores y artesanos de la zona”, explicaba Francisco Sánchez, presidente de la asociación. Por ello, se ha preferido preservar la autenticidad, evitando abrir la muestra a otras comarcas o provincias. La intención no es crecer en número, sino en fidelidad a un espíritu.
La música y la danza pronto llenaron el aire. La Sartén Charra de El Payo desplegó el folclore de raíz, mientras que los Charros de Fuenteguinaldo añadieron el pulso de los bailes salmantinos. A la estampa se sumaba el rumor de los curiosos que recorrían el mercado, entre el tintinear de los instrumentos y la cadencia de los trajes tradicionales. Cientos de visitantes dieron vida a la feria, recordando que las fiestas no solo son celebración, sino también afirmación de identidad.
La Asociación "El Charaíz" contó además con varios puestos propios, destinados a recaudar fondos que permitan sostener en el futuro esta cita, convertida ya en patrimonio afectivo del pueblo.
La Feria de San Bartolomé no es un fin en sí misma, sino el preludio de unos días grandes que Fuenteguinaldo vivirá hasta el 27 de agosto. Los encierros a caballo —previstos para el próximo fin de semana a mediodía— volverán a ser uno de los atractivos más esperados, convocando a vecinos y visitantes de toda la comarca mirobrigense. Porque en cada galope, en cada nota de gaita y tamboril, late la certeza de que la fiesta, como la memoria, solo pervive cuando se celebra en comunidad.
